
Ya he contado alguna vez mi historia de encuentros y desencuentros con Los miserables. La historia, desde entonces, continúa. La producción de Los miserables que estuvo en Madrid vino a Barelona pocos meses después del nacimiento de Héctor. Manuel se animó a ir a verla solo, yo - fiel a mi gafe - me quedé, una vez más, sin verla sobre el escenario. La película tampoco he podido ir a verla a la sala de cine, lo confieso, así que me he perdido lo espectacular que tiene que ser verla en pantalla grande y a todo volumen. Pero al menos la he visto, que ya es algo.
Reconozco que, si bien estaba deseando verla, tenía dos grandes prejuicios: Anne Hathaway y Eddie Redmayne. A la primera le tengo una tirria irracional desde Becoming Jane. Insisto: irracional. Hará cosas que estén bien y demás, pero yo no puedo con ella. A Eddie Redmayne le tengo tirria porque me da grimilla. Cuando vimos Birdsong, de la que creo que no he hablado aquí (oops), Manuel resumió la historia como "el pánfilo y la franchute". Porque la cara o falta de expresión de Eddie Redmayne hicieron mella. Russell Crowe tampoco es santo de mi devoción (¿prejuicios? ¿yo?) pero me deja más fría que los dos anteriores. En cambio tenía curiosidad por ver a Hugh Jackman.
Sí, soy dada a los prejuicios y, aunque lo de irracional que decía antes tiene como contrapartida que cuando se vuelva a mencionar a Anne Hathaway en mi presencia volveré a torcer el gesto, también soy - a veces, cuando tengo el día bueno - abierta de mente. Así que reconozco - aunque con el gesto algo torcido y la boca pequeña - que la actuación de Anne Hathaway me impactó. Realmente desafío a quien sea a mantenerse impasible durante I Dreamed a Dream, canción que, sin disgustarme en absoluto, nunca ha sido de mis favoritas del musical, pese a ser de las más populares. Pero, oh, cantada y escenificada por Anne Hathaway creo que no exagero si digo que me puso los pelos de punta. Sin duda de lo mejor de la película.
A Eddie Redmayne me sigue dando cierto repelús verlo pero también tengo que reconocerle el buen trabajo. Los prejuicios siempre hacen que uno tienda a buscar errores y sacar faltas, pero en este caso también me resulta bastante difícil hacerlo. Poco a poco, a lo largo de la película me fue convenciendo con su actuación y su Empty Chairs at Empty Tables me ganó del todo. Y eso que esa era una canción que, insisto, sin disgustarme, no me había llamado nunca demasiado la atención. Aquí me impactó.
Y ahora unas cuantas reservas. Sin decepcionarme del todo, Hugh Jackman no me dijo gran cosa. Quizá esperaba demasiado, pero, pst, me pareció que le faltaba algo a su actuación. Además, sin saber de cómics ni haber visto las películas, sólo lo veía como Lobezno interpretando a Jean Valjean. Soy consciente de que esto es un problema de mis conexiones mentales y no de la película, que conste, pero no ayudaba a creerme el personaje.
Y lo peor: Russell Crowe. Quién iba a imaginar que un hombre tan grandón pudiera tener una voz tan atiplada, pero así es. Y, claro, es difícil creerse que ese Javert de voz imponente ahora cante así, con una voz a la que intenta darle más empaque sin conseguirlo. Me rechinaba mucho cada vez que cantaba.
Y llega otra de mis eternas reivindicaciones con ciertos aspectos de Los miserables. Mi quinteto de canciones preferidas del musical es On My Own, Little People, Red and Black, Do You Hear the People Sing y At the End of the Day. Little People me fascina pero suele ser de las primeras que se eliminan en los montajes/adaptaciones. Aquí la dejaron unos segundos, supongo que para que la gente le coja un poco más de simpatía a Gavroche, pero en general encuentro que es una gran canción con una letra buenísima y muy poco valorada. Y hablando de Gavroche, fue oírlo y deleitarme en su perfecto acento cockney. Acerté, además, al concluir que seguro que el actor que lo interpreta venía de Oliver!
En fin, que pese a tener muchas ganas de verla me gustó más de lo que esperaba y que espero que le toque algún Oscar en gracia.