Así que unas tres horas después de ponerme manos a la obra, hacer un par de llamadas a la asesora culinaria, aburrirme de quitar espuma, olvidarme constantemente de la palabra garbanzos (y en ocasiones cambiarla por la palabra "guisantes") y cocinar a ratos al más puro estilo Emily Brontë leyendo ha llegado la prueba de fuego.
La conclusión ha sido muy favorable, menos mal. Eso sí, la montaña de carne (que aunque mañana, siguiendo con las tradiciones de la tierra, haré canelones no haré con ella), de verdura y patatas y, sobre todo, de
Ahora estamos medio de sobremesa, repanchingados y llenísimos, esperando a que empiece Robots y a tener hueco para comer turrón y neules y polvorones. Y, en mi caso, dejando caer indirectas (bastante directas) sobre que el año pasado mi tió cagó dulces y este año, de momento, aún anda estreñido por lo que se ve.
Cristina: por favor no nos hagas reír cuando tenemos el estómago tan lleno...
ResponderEliminarJiji... Está bien saber que no somos los únicos con estómago pesado :P
ResponderEliminar¡¡Tienen pinta deliciosa!! Que envidia... y luego en Sant Esteve canelones... jo, estas fiestas reviento seguro!
ResponderEliminarPues te han quedado con muy buena pinta, y mejor deben haber sabido. Al hilo de tu cagatió estreñido, mi novio el año pasado aguantó tres horas sin darme un solo regalo de Reyes, excepto un saquito de carbón. Cuando vio que peligraba su vida se retractó y sacó los presentes. :P Que no te engañen!!! Feliz Navidad!
ResponderEliminarRoberta: sí, salió con buena pinta, menos mal... y también rica, que es lo que cuenta.
ResponderEliminarIris: Uy... pues con los regalos no se juega :D