Ahí estábamos, yo incluso le había hecho pedirse un rato de la mañana libre a Manuel para que me acompañase, no fuera a ser que me diera por montar un numerito. Total, que me dan mi botecito de glucosa sabor "naranja o limón" (señores fabricantes del líquido: decídanse o pongan Naranja/limón o cítricos o qué sé yo, pero "naranja o limón" no da ninguna seguridad cuando todo el mundo te ha asegurado que ese líquido es el brebaje más repugnante del mundo). El caso es que está claro que mi paladar (espero que mi metabolismo también) tiene mucha tolerancia a las cosas dulces. Empecé bebiendo sin saborear pero luego tuve curiosidad y paladeé un poco y, la verdad, aquello sabía a Redoxón, no es mi sabor preferido pero de repugnante tampoco tenía nada. Y como yo también tenía sed, pues la verdad es que me supo mucho mejor de lo que esperaba. Me lo bebí tan rápido que la chica del ambulatorio me cogió el bote vacío con un "¡¿ya?!" acompañado de cara de sorpresa. Las otras chicas haciéndose la prueba se lo tomaban a sorbitos con mucha resignación, una de ellas diciendo que esperaba no devolverlo esta vez.
Ahí estaba yo, esperando algún tipo de reacción: mareo, pulso acelerado, lo que fuera. Pero si me dio algo fue un poco de risa tonta al principio. Y Mr X, que antes se volvía loco cuando tomaba un chicle con azúcar, tampoco se inmutó apenas ante tal subidón de azúcar. Se va integrando en lo de ser goloso.
Y así la hora que hay que esperar hasta que te pinchan. Manuel y yo comentábamos lo absurdo de que se hubiera tomado ese rato libre (sobre todo en caso de que haya que hacer la curva larga) y yo intentaba bloquear los oídos y sumergirme en Jasper Fforde mientras las otras tres chicas que se habían hecho la prueba me recordaban a jubiladas de esas que no tienen más tema que sus males y achaques y casi compiten por ver quién está peor: que si aquella no dormía, que si la otra tenía dolor de espalda, que si me duele aquí, que si me molesta allá, que si el marido de aquella se había puesto a desayunar esa mañana delante de ella que tenía que estar en ayunas (Manuel había desayunado también delante de mí, en ayunas, y yo no le había dado ninguna importancia, ¿qué iba a hacer el pobre, desayunar a escondidas en el cuarto de baño?). Un tipo de conversaciones en las que no pienso entrar y además mi aportación habría sido tan rancia como "pues yo no tengo males de ningún tipo".
En fin, con la prueba hecha y sensación, no de timo, porque mucho mejor no haberse encontrado mal, pero sí de "¿tanto rollo para esto?" nos volvimos a casa. Esperemos que la sorpresa no venga en los resultados.
Manuel se fue a trabajar y así a pasar las horas hasta el siguiente plan del día: ir al concierto del señor Roger Waters, antiguo miembro de Pink Floyd y grupo preferido de Manuel.
Llegamos, no pronto, prontísimo, en parte motivados porque la placita que hay delante del Palau Sant Jordi estaba cuajada de mosquitos (ya en marzo...). Para tener asientos asignados no sé por qué corrimos tanto. El caso es que la hora y media que nos tocó esperar dentro se nos hizo eterna. Y los asientos tampoco hacían la espera muy llevadera, aunque ya entiendo que son gradas deportivas, no es que espere una butaca envolvente ni nada.
A todo esto Manuel intentaba ver hasta dónde llegaban mis conocimientos de The Wall, el mítico disco por el que está de gira el señor Roger Waters y comprobó que eran bastante superficiales, de modo que dejó de interrogarme enseguida.
* Compruebo que la gente es un poco cortita. Yo ya sé que en un concierto de rock, casi por definición, no se puede esperar que la gente siga las normas. Pero si la voz en off te dice que puedes hacer fotos pero que por favor sean sin flash tanto para dejar que las proyecciones sobre el muro se vean bien como para que a ti que estás haciendo la foto te salga algo más que una pared blanca (al saltar el flash la proyección desaparece) y tú pasas y haces las fotos con flash a pesar de todo demuestras que eres tonto a) porque tienes una cámara de fotos que no sabes manejar lo suficiente como para quitar el flash y/o b) porque cuando hayas llegado a casa habrás visto que tienes un montón de fotos de un muro blanco tal y como te advirtieron.