martes, 28 de julio de 2009

The Brontës Went to Woolworths, de Rachel Ferguson

Puede que las Brontë hayan ido a Woolworths, pero lo cierto es que The Brontës Went to Woolworths, de Rachel Ferguson, ha ido a todas partes. Viajó de dondequiera que esté el almacén de Bloomsbury a dondequiera que esté el almacén de The Book Depository. De allí a Barcelona, de Barcelona a Madrid, de Madrid de vuelta a Barcelona y dentro de Barcelona una pequeña escapadita rural. Tantos sitios dicen muy poco a favor de la velocidad de mi lectura, porque el libro no llega a las 200 páginas y a mí me ha durado como si tuviera 500. Y no era por falta de ganas ni por pocas ganas de mirar su espectacular portada una vez más.

Pero lo que cuenta es lo mucho que me ha gustado. Pensaba que la aparición de las Brontë se limitaría al título y poco más, pero lo cierto es que las Brontë salen o se habla de ellas bastante. El libro es de 1931 y, aunque cueste creer que en estas cosas hay modas, en cuestión Brontë es muy hijo de su época (y en eso recuerda a Cold Comfort Farm, de Stella Gibbons). Rachel Ferguson se mofa de ciertas teorías pero también arremete contra la pobre Anne, que por aquellos días no gozaba de muchos amigos entre la crítica literaria.

Es difícil explicar de qué va el libro: las Carne - apellido relacionado con las Brontë - son una madre y tres hijas que, a la vez que son también muy hijas de su tiempo (y de ahí que muchas expresiones y actitudes y comentarios sean de lo más Mitford), también son únicas e incomprensibles. La muerte del padre, al tiempo que las deja con menos dinero (tampoco en la indigencia ni mucho menos) les da unas alas que no eran lo común en la época. La casa, al empezar el libro, parece un hervidero de gente pero gracias a sutiles comentarios y, sobre todo, a la mundana institutriz nos vamos dando cuenta de que son reales en nombre y hechos puros y duros, pero totalmente imaginarios en sus visitas y hábitos. Vamos, que si Charlotte Brontë tenía al Duque de Wellington y a sus hujos en sus juvenilia, estas tienen a toda una serie de personajes de más o menos rango también,pero en vez de escribir sobre ellos, hablan con ellos por teléfono, los invitan a cenar, reciben regalos suyos... y todo sin que los interesados se enteren de nada. Eso hasta que la realidad y la ficción se vuelven una y el prestigioso Juez Toddington - Toddy para ellas desde hace años - entra en el juego de verdad. ¿Y las Brontë son imaginaciones, juego o apariciones? Ah, eso queda a juicio del lector y la evaluación que decida hacer de esta familia.

Charlotte Brontë se hubiera compadecido - quizá lo haga - de la pobre institutriz, igual que lo hace el lector, al menos yo. La pobre será todo lo rancia y sosa que uno quiera pero las Carne, por alegres, amables, acogedoras y divertidas que puedan ser parecen un tanto agotadoras, sobre todo si se ha de convivir con ellas.

Pero en realidad una escapadita a su mundo es verdaderamente encantadora. Te ríes, te sorprendes y hasta te encuentras asintiendo y compartiendo opiniones como esta:

A woman at one of mother's parties once said to me, 'Do you like reading?', which smote us all to silence, for how could one tell her that books are like having a bath or sleeping, or eating bread--absolute necessities which one never thinks of in terms of appreciation. And we all sat waiting for her to say that she had so little time for reading, before ruling her out for ever and ever.

En una de las fiestas de mi madre, una señora me preguntó si me gustaba leer y nos dejó mudas a todas. Cómo decirle que los libros son como darse un baño o dormir o comer pan: necesidades básicas que no se consideran en términos de gusto. Esperamos sentadas a que comentara el poco tiempo que tenía para leer antes de descartarla para siempre jamás. (Traducción rápida y cutre mía)

El caso es que The Brontës Went to Woolworths empieza siendo muy confuso y acaba siendo una verdadera delicia. Y tan inglés - con sus excéntricos imapagables y su humor característico - como la palabla inglesa que le viene como anillo al dedo: witty, simple y llanamente witty.

2 comentarios:

  1. ¿Carne tiene que ver con las Brontë? Es una de las pocas cosas de la novela que no he pillado :(

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  2. Sí, sí que tiene que ver. La abuela materna de las Brontë, antes de casarse y pasar a llamarse Branwell de apellido, se llamaba Anne Carne.

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