Desde luego los nuevos electrodomésticos no pueden quejarse de haber tenido una mal acogida. Desde el martes, día en que llegaron, ya hemos usado dos veces cada uno y hemos quedado encantados.
El miércoles hicimos una noche extraordinaria de series - en teoría son las noches de los sábados, cuando vemos Mad Men y Lost - tanto para ver las series, que siempre se quedan interesantísimas, como para estrenar la palomitera, puesto que las palomitas son el acompañamiento de las series por excelencia. Ese día no teníamos más que las bolsas para microondas, así que tuvimos que hacer una cosa muy cutre, abriendo una bolsa y quitando la grasa y la sal que les ponen (hay una razón por la que insisten tanto en que no abras las bolsas y es que es una visión bastante repugnante) casi grano a grano, puesto que en la palomitera sólo se puede meter el maíz. Ayer estábamos mejor preparados y ya teníamos granos de maíz no-pringosos.
Como le dije ayer a Manuel, mientras que hacer las palomitas antes era un drama (por aquello de que se rompía cualquier plato que pusiéramos debajo al hacerlas o quedaran bastante mal si no poníamos plato), ahora con la palomitera es una auténtica comedia. El primer día no teníamos ni idea de qué saldría, así que celebramos por todo lo alto la primera palomita, justo antes de vernos desbordados por un montón de palomitas que salían a borbotones, hacían giros y piruetas en el bol asignado y volaban por todas partes mientras nos partíamos de risa a la vez que intentábamos cazar el máximo posible de ellas. Ayer estábamos mejor armados: teníamos parapetos rodeando al bol. Salió la primera palomita (siempre sale una solitaria de aviso, por lo visto) y lo celebramos de nuevo por todo lo alto. Los parapetos funcionaban bien... hasta que dejaron de funcionar y volvimos a tener el mismo número de caza y captura de la palomita perdida. Muy divertido.
La cubeta de la heladera había que tenerla horas y horas y horas en el congelador antes de poder estrenarla, así que no la pudimos poner a prueba hasta el jueves. Para la inauguración habíamos elegido helado de chocolate. Y se nos dio bastante bien. El helado, que estuvo listo en menos de 30 minutos, salió mucho más rico de lo esperado y apenas duró dos sesiones.
Así que enseguida quisimos ampliar horizontes - poco a poco, eso sí, aunque un día de estos quiero ir a explorar libros de recetas de helados y a comprobar que los arándanos azules siguen costando un ojo de la cara en El Corte Inglés (el único sitio donde los he encontrado) - y el siguiente sabor elegido fue el de stracciatella.
Ayer lo teníamos todo preparado cuando por lo visto debimos de ser muy lentos entre el momento de sacar la cubeta del congelador y verter en líquido en ella. De pronto las aspas empezaron a dar saltos y el helado empezó a saltar por todas partes al más puro estilo palomita. En un momento se había hecho escarcha en la cubeta y las aspas no podían girar correctamente. Después de quitar el helado pegado a las paredes y de lavar bien la cubeta no teníamos ni idea de hasta qué punto se había descongelado, así que decidimos meterla toda la noche en el congelador de nuevo y posponer la tarea hasta esta mañana.
Esta mañana nos hemos puesto las pilas y hemos evitado la molesta escarcha. Como dijo Ángeles, teleheladera puede llegar a ser hipnótica. Te quedas ahí, mirando las aspas dar una vuelta tras otra y viendo cómo el líquido se va condensando y adquiriendo una sorprendente consistencia de helado. Sorprendente porque nunca en la vida había visto hacerse un helado.
El de stracciatella de esta mañana nos ha sorprendido aun más cuando a los cinco minutos ya estaba aparentemente listo. Lo hemos dejado unos minutitos más para afianzar, pero menuda rapidez: aproximadamente un litro de helado en un abrir y cerrar de ojos, porque los preparativos anteriores también son de lo más sencillitos.
Aún no lo hemos probado oficialmente - será esta noche - pero yo no he podido evitar rebañar alguna cuchara y la conclusión ha sido que "¡sabe como el de stracciatella de Palazzo!" (creo que para conocer las heladerías Palazzo hay que ser de Madrid), lo cual, dicho del sabor de stracciatella es - para mí - el mayor cumplido y lo mejor que se puede decir. Y no creo que exagerase.
Mi próximo proyecto sería de vainilla, que es mi sabor preferido, pero a Manuel es un sabor que no le dice nada, así que estamos en plenas negociaciones. Veremos.
Así que hoy he planchado con el estómago mucho menos pesado que otros domingos (porque lo de desayunar helado con té - tenemos una receta de helado de té, eso sí - es demasiado raro incluso para mí) y con el calor que vuelve a hacer casi lo he agradecido. La película de hoy era de 1942 y por lo visto nunca llegó a estrenarse en España: Rings on Her Fingers (Anillos en sus dedos). Y no sé muy bien por qué, porque la verdad es que estaba muy bien.
Después de la plancha, la película y el helado me he sentado a leer el periódico - lo que leo mientras desayuno es el suplemento, que siempre desemboca en la columna de Javier Marías - y me he encontrado con un interesante - y espantoso - artículo sobre la muerte de Gerda Taro, precisamente sólo días después de haber visto la exposición del MNAC.
domingo, 12 de julio de 2009
Estrenando electrodomésticos
Publicado por Cristina en 18:16
Etiquetas Álbum de fotos, Con las manos en la masa, Cosas de casa
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Hola, felicidades por el primer helado.Me alegro que haya salido bien, a mi me ha olvidado poner las aspas y darme cuenta al ponerlo en marcha, las he puesto (si, se había hecho algo de escarcha) al principio le costaba algo girar, pero a los cinco minutos la escarcha se deshacia, de todas maneras lo mejor es asegurarse como habeis hecho vosotros, a ver si me animo a ir al MNAC, mi marido la vio ya y le encantó y si, una muerte horrible ...
ResponderEliminarmadredelamorhermoso, que memoria el anterior era mio,Angeles.
ResponderEliminarYa me imaginaba que eras tú, Ángeles.
ResponderEliminarTendremos en cuenta lo de seguir adelante a pesar de la escarcha, gracias.
No te pierdas la exposición del MNAC. Es muy, muy buena.