jueves, 27 de noviembre de 2008

The Turtles

Que el viaje del fin de semana a Madrid sea relámpago no impide que mañana, con todos los preparativos y demás, vaya a ser un día de locos. Así que como dudo que pueda escribir de nuevo hasta que volvamos qué mejor que dejar un poco de buena música.

¿Alguien sabe por qué de repente te acuerdas de una canción que no oyes desde hace siglos? Se te mete en la cabeza y, cuando por fin vas a YouTube para oírla en condiciones, resulta que no puedes dejar de ponerla una y otra vez. Y así descubres a todo un grupo nuevo (pero en realidad nada nuevo en absoluto: de los años 60) llamado The Turtles que ahora no para de sonar en el iPod. Manuel me dice que me gustan tanto de repente porque suenan muy parecidos a los Beach Boys, qué predecible soy. El caso es que todo el mundo, lo sepa o no, conoce a The Turtles:



Recomiendo ver el vídeo con atención porque es divertidísimo. Sus otras canciones puede que no sean tan conocidas, pero también están muy bien. Me gusta especialmente (aunque me suena de algo y no sé de qué), Elenore. Doy la opción a ver el vinilo girar y oír la canción simplemente o, a quien quiera reírse aun más después del vídeo anterior, a verlos actuar en directo (ojo al saltimbanqui de los pelos de detrás).

En otro orden de cosas, ya que mis padres se acaban de convertir en unos auténticos cibernautas que hacen búsquedas en Google, visitan páginas de museos, leen la prensa online y visitan este blog (aunque no sé si ya sabrán poner vídeos de YouTube), aprovecho para felicitarles en su 39 aniversario de boda.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Estrenando zapatos en el Turó Parc

Ayer estrenaba zapatos, hacía un sol espléndido y estaba cerca del Turó Parc, que tiene el honor de ser mi parque preferido de Barcelona, que por otra parte tampoco es una ciudad que en la que abunden los parques.

Así que me hice con un sándwich para sumar a la manzana que llevaba en el bolso y las hermanas Mitford y yo nos montamos un picnic en uno de los solicitados bancos al solecillo. Se estaba de maravilla y me habría quedado allí hasta que se hubiera ido el sol, pero al final las ganas de dar una vuelta con la cámara de fotos pudieron más. Y es que había una luz preciosa y estaba todo de lo más otoñal.

A eso hay que añadir que acabo de aprender a hacer tablas de fotos, así que he aquí unas cuantas fotos, que se pueden ver en grande haciendo clic sobre ellas.


martes, 25 de noviembre de 2008

Noche de viernes: Sparkhouse

Para la última serie de noche de viernes Manuel me ofrecía algunas alternativas no demasiado tentadoras, entre ellas Jane Eyre 1973, de la que ya dije algo aquí y de la que sólo he visto trozos y que, a pesar de ser sobre Jane Eyre, me espanta. No sé si viéndola de una vez dejaría de espantarme o me espantaría por fin con conocimiento real de causa, pero las fotos y los fragmentos que he visto de la serie siempre me han parecido horribles y el look setentero tampoco ayuda. Acabamos echándolo a suertes y salió, cómo no, Jane Eyre 1973.

Cuando me estaba preparando mentalmente para la tortura que me esperaba, Manuel vio una luz y ofreció cambiar a Sparkhouse, señal de que a él Jane Eyre 1973 tampoco le motiva mucho. Yo, que tampoco nunca había sentido especial curiosidad por Sparkhouse, dije que sí sin pensarlo.

¡Y qué momento de inspiración! Sparkhouse me ha gustado mucho. Ya había oído buenas críticas, pero de entrada lo de las re-creaciones, adaptaciones, secuelas, precuelas y demás nunca me parece alentador, y con Cumbres borrascosas suelen meter bastante la pata, para qué negarlo. El caso es que eran tres capítulos y, de haber sido por mí, los hubiéramos visto de una sentada.

Está situado en la época actual (o de 2002, que es cuando se rodó) y transcurre en Hebden Bridge, un pueblo de al lado de Haworth - el pueblo de las Brontë - y que yo tengo ganas de visitar desde hace tiempo.

Y la historia que cuenta tiene un aire a Cumbres borrascosas (durante la primera generación), lo suficiente para que te lo recuerde pero no tanto que cada detalle sea ya conocido. Lo más llamativo es que aquí el equivalente a Heathcliff es una chica que se llama Carol, y a Cathy un chico, Andrew, ambos acompañados por tramas secundarias más o menos basadas en Cumbres borrascosas. Y ambos unos fanáticos de la novela de Emily Brontë, de la que varias veces se leen fragmentos. Fanáticos también de correr por los páramos y de frecuentar granjas en ruinas.

El caso es que la historia engancha y los actores, con sus siempre fabulosos acentos del Yorkshire más profundo, están bien. Richard Armitage, inolvidable John Thornton en Norte y sur, tiene aquí un papel secundario pero importante. Hace de un tal John que nada tiene que ver ni en aspecto (lo justo siendo el mismo actor) ni en personalidad con el otro John.

Menos mal que el viernes, para cuando terminamos de ver el tercer episodio, yo ya tenía la adaptación de Jude the Obscure (Jude el oscuro), así que creo que, al menos durante una semana o dos más conseguiré espantar al aterrador fantasma de Jane Eyre 1973.

lunes, 24 de noviembre de 2008

The Bookshop, de Penelope Fitzgerald

A Penelope Fitzgerald hace unos meses no la conocía de nada. Y de repente empecé a ver su nombre por todas partes, sobre todo mencionando su novela The Bookshop. Me gustaron el nombre del libro y el argumento y tuve la suerte de encontrarlo fácilmente en una librería con, para qué negarlo, una portada bonita.

Apenas son 160 páginas que podrían llegar a leerse de una sentada (aunque a mí me haya durado algunos días) porque la historia que cuenta engancha a pesar de no contar nada del otro mundo: Florence Green, viuda inglesa residente en un pueblecito de la costa este de Inglaterra (con su "aristocracia" típica y sus habitantes excéntricos), decide, en 1959, abrir una librería en ese pueblo. Y para ello se decide a comprar una de las casas más antiguas del pueblo, abandonada durante años y que, para colmo, tiene a un poltergeist de habitante.

La gente del pueblo piensa que la pobre mujer se ha vuelto loca y unos la miran con más recelo que otros, pero ella no se viene abajo y sigue adelante con su plan. Como ayudante le toca en suerte una niña de 10 años, Christine Gipping, que es de lo mejorcito del libro.

Y así, entre decisiones sobre si comprar Lolita de Nabokov o si comprar unos carísimos pero preciosos puntos de lectura chinos, entre las frases breves y punzantes y divertidísimas de Penelope Fitzgerald, se va desarrollando la trama de The Bookshop. Hasta llegar, y lo digo sin ganas de destriparle el libro a nadie, a una de las frases finales más tristes y mejores que he leído. Bold

Considero a Penelope Fitzgerald*, que empezó a escribir a los casi 60 años, todo un hallazgo y, aunque el argumento en frío de ninguno de sus otros libros me llama tanto la atención como el de este, creo que por su estilo puede hacer que cualquier historia sea no sólo legible sino muy agradable.

* He visto que un par de novelas suyas están traducidas, aunque no sé si son fáciles de encontrar o no. En cualquier caso The Bookshop no se ha traducido al español.

Editado 11-3-2010 para añadir que Impedimenta ha traducido esta gran novela como La librería.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Aloma

Ayer tuvimos evento cultural, así que nos quedamos sin tarde de repostería. Y la semana que viene, por viaje relámpago a Madrid, tampoco habrá.

El caso es que el evento de ayer sirvió para cerrar perfectamente nuestro año Rodoreda. Acabamos 2007 viendo la adaptación teatral de La plaça del Diamant en el TNC, leí la novela poco después, me hice con Mirall trencat (aunque aún no lo he leído), vimos la exposición de La mort de la innocència y ayer volvimos al TNC para ver la adaptación musical de Aloma de Dagoll Dagom.

Dagoll Dagom tiene actores habituales y la adpatación de ayer no era menos: viejos conocidos de Mar i cel y de Boscos endins volvieron a aparecer ayer sobre el enorme escenario del TNC.

Debo confesar que, de camino al teatro, comentábamos que ninguno de los dos conocía nada de la historia. Yo decía que me sonaba ligeramente que Aloma era un nombre de chica, pero más allá de eso no sabíamos qué esperar. Al final resulta que, por lo (poco) que conozco de Mercè Rodoreda, la historia era muy típica suya y la adaptación, incluso tratándose de un musical, tiene pinta de ser bastante fiel a una historia que se hace amena, pese a ir siendo más triste por momentos.

La música está bien, bastante tranquilita. La mayoría de los musicales tienen una especie de "canción bandera" que los "resume", pero en este caso la única canción que se repite un par de veces no es memorable ni en ese sentido (de "pegajosa") ni en el sentido de ser la mejor del musical. Manuel se retorció de dolor en su asiento al oír la rima "...tonto ...Toronto". Yo le intenté convencer de que el musical, las letras, las coreografías, son muy del estilo de los musicales de Hollywood de la época en que sucede, cuyas letras tienen rimas/letras no tan diferentes, pero él siguió espantado igual.

A mí creo que me gustó más la historia como adaptación teatral que como musical, pero salí contenta. Los actores estaban todos bien, como era de esperar, pero sobre todo me gustó mucho la puesta en escena.

Nos quedamos con la intriga de si el fan de Anna Moliner que no llegó a tiempo (por suerte, creo) de tirarle el inmenso ramo de flores que traía al escenario al final de la representación se volvió a casa compuesto y con su ramo o si pudo pasarse por su camerino a entregárselo en persona.

Por cierto que, ya para acabar y por si alguien quiere saber más, la web del TNC tiene mucho contenido multimedia del musical.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Ellas solas, de Virginia Nicholson

Gracias a Roberta me entero de que un libro que nunca pensé que vería traducido acaba de aparecer en español: Singled Out: How Two Million Women Survived Without Men After the First World War, de Virginia Nicholson, del que tan bien hablé y que tanto me gustó, ahora también se llama Ellas solas. Un mundo sin hombres tras la Gran Guerra. Lo acaba de publicar Turner, que además ofrece la posibilidad de leer el principio del libro, supongo que porque saben que una vez que lo leas irás directo a la librería más cercana para poder leer el resto. Y es que es una joya de libro, no me canso de repetirlo.

Mi única pega es la portada, que me chocó mucho cuando la vi. Las dos portadas inglesas me parecen muy, muy bonitas, en cambio la de Turner me parece que deja mucho que desear. Es un montaje/copia de la famosa de los obreros neoyorquinos que se toman un bocadillo en las alturas y no veo que tenga mucho que ver con el contenido del libro. Hay miles de fotos de estas mujeres realizando trabajos de hombres - si es que era eso lo que buscaban - que resultan mucho más reales y que cuentan mejor lo que se dice en el libro que un montaje/copia de una foto que nada tiene que ver con ellas.

Por otra parte, creo que nunca llegaré a entender en qué se basan las editoriales para traducir unos libros sí y otros no. Hubiera puesto la mano en el fuego afirmando que Singled Out/Ellas solas nunca vería la luz en español. La historia que cuenta es interesantísima, pero también muy localizada y de no-ficción. Me encanta verlo traducido, pero también es verdad que he leído muchos libros en inglés mucho más universales y más de interés general (novelas, vaya) que nunca se han traducido. Es un misterio, pero si de vez en cuando me da sorpresas como Ellas solas... pues bienvenido sea.

Por cierto que parece que Virginia Nicholson (que ya dije que era la sobrina-nieta de Virginia Woolf), estuvo presentando el libro en Madrid hace poco y sale en unos cuantos sitios de noticias: Europa Press, ABC, El Cultural, El Mundo, Terra, etc.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Jude the Obscure (Jude el oscuro), de Thomas Hardy

Hace unas semanas por fin me hice con una buena edición de Penguin de Jude the Obscure (Jude el oscuro), de Thomas Hardy, para sustituir la otra Penguin sin notas ni nada que teníamos y así poder cumplir mi compromiso público de leer Jude de una vez antes de que acabara el año (¡me ha sobrado mes y medio!). Pero como las portadas tanto de una como de otra son normalitas me decanto por esta ilustración de William Hatherell que era una de las 12 que incluía la primera edición.

Siempre digo aquí que, por regla general, las introducciones de estos libros termino leyéndolas un poco por encima porque me aburren. Siempre se saca algo en claro, no quiero decir que no, pero la mayoría son tan pomposas y quieren darse tantos aires analíticos que exigen mucha concentración si uno quiere realmente leerlas con atención. Y siempre hay que dejarlas para después de haber leído el libro porque lo destripan todo. En cambio, de las notas siempre he hablado bien aquí y he dicho que me encanta que los libros tengan notas al final. Esta edición de Jude me ha recordado un matiz que debí hacer desde el principio: que las notas son una maravilla SALVO cuando son para destriparte lo que va a pasar. Así que muchas de las primeras cosas que pasan en la novela las supe antes de tiempo, antes de desarrollar una especie de instinto que me decía cuándo dejar de leer (que digo yo que podían avisar de los "spoilers" tipo internet). Encima apenas vienen notas sobre el contexto del libro sino que, cuando no te estaban contando que esto anunciaba lo que pasaría tres capítulos más adelante, te estaban contando que esta frase no aparecía en la edición de 1912 y sí en el formato por entregas o cosas así. Muy interesante desde luego para quien tenga que escribir sobre la novela pero para el lector normal y corriente, salvo por excepciones que sí son curiosas por lo que implican, no dice gran cosa.

(Y está el gran dilema de qué edición de una historia tan revisada y corregida por el propio autor es la mejor. ¿La primera? ¿la última?)

Pero bueno, la edición también traía algún que otro apéndice e, imprescindible tratándose de Thomas Hardy, el mapa de Wessex (Wessex es un lugar ficticio en el sur de Inglaterra inventado por Thomas Hardy pero que se basa totalmente en el sur real. Cada ciudad del Wessex de Hardy está basada y equivale a una ciudad real. Christminster, por ejemplo, tan presente, tan unida a Jude no es sino Oxford). Diría que todas las novelas de Hardy se desarrollan en Wessex y que sus personajes si no llegan a cruzarse entre ellos sí que suelen recorrer caminos ya conocidos por el lector.

Y ya entrando en materia, ¿qué decir de Jude? A mí Tess me impacta siempre mucho y eso que las otras novelas de Hardy que he leído no destacan tampoco precisamente por rebosar de alegría, así que siempre que toca leer un Hardy pregunto si será más o menos triste que Tess. En el caso de Jude mucha gente coincidía en que era más triste que Tess, que ya es decir. Y también está el hecho bien conocido de que Jude es la última novela que Thomas Hardy escribió porque las críticas que recibió por ella fueron tan malas que renunció y decidió dedicarse a la poesía. (La introducción cuenta curiosamente que Hardy llegó a recibir un sobre de un lector lleno de cenizas que, según decía la carta que lo acompañaba, eran el resultado de haber quemado su ejemplar de Jude).

Así que iba leyendo esperando encontrarme cosas terribles ya desde el principio como en Tess pero, sin mucha alegría, Jude no se desarrollaba mal del todo. Pasaban cosas tristes, pero, siendo Hardy, eran sorportables. Y ahí estaba yo, viendo cómo la sucesión de cosas tristes iba aumentando de ritmo y de grado cuando... ¡paf! viene una auténtica e inesperada bofetada, totalmente típica de Hardy, que, ya dije una vez, no sólo no redondea las esquinas sino que encima se deleita en hacerlas más puntiagudas. Terrible.

Aun así, y a pesar de eso, Tess me sigue pareciendo más triste, pero eso no significa ni remotamente que Jude sea poco triste. Es muy, muy triste, Jude. Pero lo que en manos de cualquiera no sería más que un dramón porque sí y sin más sentido, con la prosa y el mensaje de Hardy es un muy buen libro.

Pero no fue por lo triste del asunto por lo que Hardy tuvo las espantosas críticas. No. Para Hardy el tema del matrimonio como institución siempre fue una fuente de dilemas e historias que trató en muchos de sus libros. Y este lo lleva aun más lejos, se dan opiniones, se ponen ejemplos, se dan situaciones que no cayeron muy bien en la época y que, en algunos casos, hasta podrían seguir siendo vigentes hoy en día. Los 50 años que Jude pensaba que se había adelantado a su tiempo ya resultan, en ciertos casos, más de un siglo. Y no doy más detalles, que para estropear la historia ya están las notas de mi edición.

¿Recomendable? Desde luego. Pero ya dijimos que es un libro de mantá, sofá y té. No se puede dejar en manos de Thomas Hardy lo de hacernos sentir cómodos.

martes, 18 de noviembre de 2008

¿Acto vandálico o labor social?

Cuando en un mismo día y sitio ves al menos estos dos errores garrafales te da qué pensar: o se trata de alguien que tiene problemas personales con el idioma y ahora se venga de él a patada limpia o se trata de alguien que tiene problemas con el resto de la humanidad y se venga dándonos un increíble dolor de ojos.

Si no fuera por el aspecto vandálico del asunto me compraría un rotulador permanente para llevar siempre en el bolso y dedicarme a corregir estas cosas (en la primera foto se ve que alguien ya lo intentó con un boli poco duradero). Me quedaría tan a gusto...

Pero como aún no he llegado a esos extremos (estoy cerca, eso sí), me consuelo con el primer vaso rojo de la temporada de Starbucks. Lo necesitaba.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Exceso de azúcar

Aviso: es posible que los niveles de glucosa se disparen muy por encima de los recomendados sólo con leer esta entrada.

Ayer por fin pude estrenar mis moldes para madalenas, comprados y esperando su turno en el armario desde hace ya unos meses los pobres. Y el estreno fue tan bien, con una receta tan rica y tan fácil, que les garantiza muchos más usos.

Como se ve en la foto nos decantamos por unas madalenas de chocolate (siguiendo esta receta). No es que quedaran especialmente pequeñas, es más bien que los moldes son tirando a grandecitos.

Lo mejor de hacer cosas que llevan levadura es ver cómo van creciendo. En esos momentos mirar el horno es más entretenido que ver la televisión.

Me he dado cuenta de que cuando el domingo escribo sobre la repostería del sábado siempre hago el recuento, así que hoy no falta: salieron 12 madalenas y a estas horas quedan 3. Manuel se pregunta si nuestra glotonería permitirá que alguna le llegue al desayuno de mañana. Yo no lo tengo muy claro, la verdad.

El viernes, que estuvimos dando una vuelta por Barcelona (por sus tiendas, en realidad), pasamos por la Delishop de la calle Mallorca, donde encontramos un producto de Betty Crocker que yo no había visto en la de L'illa y que también harán trabajar a los moldes de madalenas: un "preparado" para hacer madalenas de arándano azul. Ahora que he descubierto lo fácil que es hacer madalenas podríamos hacerlas nosotros mismos desde cero... pero es que el otro día también vi el precio de una cajita minúscula de arándanos azules y, la verdad, casi daba para comprar dos paquetes de Betty Crocker.

Y tampoco pude dejar escapar una deliciosa (deliciosa) tableta de Cookies'n'Creme de Hershey's. La calle Mallorca ahora tiene, entre otras tiendas chulas, una Delishop con estas tabletas (y demás tentaciones) y la librería La Central. Es lo que se llama una calle peligrosa, desde luego.

Y callejeando llegamos a una Tea Shop donde pude, por fin, después de años con exceso de té por estas fechas, hacerme con el esperado té de Navidad. Lo han sacando en todos los "colores" de té (negro, blanco, verde y rojo, y también en rooibos) y yo dudaba entre mi té de siempre, el negro, o el "recién" descubierto, el blanco. Al final opté por el negro y además me invitaron a tomar un poco del blanco. El blanco no estaba mal a pesar de que lo tuve que tomar como un whisky en un saloon porque el vaso de plástico tenía un escape, pero habiendo probado el negro estoy más que satisfecha con la elección final. La mezcla es desde luego totalmente navideña/invernal: "té negro con trozos de almendra, piel de naranja, trocitos de manzana, pétalos de aciano, clavos de olor y canela". Hoy sólo me lo hacía de prueba, como el par de veces que oí el disco de nueva de Enya, pensando en dejarlo para la época navideña de verdad, pero con lo bueno que está no sé si lo voy a poder resistir.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Aviso:

Que esta noche a las 22.00 ponen La señorita Austen (o lo que es lo mismo, Miss Austen Regrets) en Localia.

La señorita Austen
SÁBADO 15 DE NOVIEMBRE A LAS 22.00 HORAS
Director: Jeremy Lovering
Año de producción: 2008
Ficha artística: Samuel Roukin, Olivia Williams, Greta Scacchi, Imogen Poots, Phyllida Law, Pip Torrensm, Harry Gostelow
Duración: 85 minutos
Género: Drama
Calificación moral:+7
Jane Austen es mundialmente conocida por sus novelas, grandes clásicos de la literatura. Pero, ¿cuáles fueron sus experiencias personales con respecto al amor? En “La señorita Austen”, la propia Jane, en su etapa de madurez desvela sus pasiones, deseos y cómo a sus casi cuarenta años todavía no había contraído matrimonio. A través de su sobrina, Fanny Knight, la novelista se ve forzada a ver las razones por las que todavía está soltera, mientras triunfa con sus obras literarias sobre los sentimientos y el amor. A través de cartas y diarios personales, este drama nos acerca a la figura de Jane Austen como persona y los hombres que pasaron por su vida: Harris Bigg, Edward Brydges, el señor Haden... Frente a la frescura de Fanny, una joven bella que está deseando casarse se erige Jane, una mujer de hierro que ve pasar su vida mientras las oportunidades de amor se desvanecen…

Avisados quedáis.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Y (aún no) llegó el invierno

Me encanta esta foto de las "velas fantasmas" reflejadas en los cristales. Y es de lo más invernal, y eso que aún falta más de un mes para que llegue el invierno.

Para Enya, eso sí, ya ha llegado. Su nuevo disco, And Winter Came, está recién sacado del horno. Apenas lo he oído un par de veces pero puedo decir dos cosas: que la portada me parece de las más cursis que he visto y que es quizá un poco demasiado navideño para estas alturas del año (opinión que no comparten, lo sé, muchas tiendas. Y creo que Starbucks ya ha comenzado la temporada de vasos rojos). A pesar de todo, White is in the Winter Night, que es de las más navideñas, me gusta muchísimo. Y One Toy Soldier también.

Pero bueno, parece que este otoño está siendo como debe ser y hace fresquito. Se agradece, por ejemplo, que mi libro actual, Jude the Obscure (Jude el oscuro), de Thomas Hardy, sea de los de sofá y manta, aunque se vaya poniendo más y más triste a cada página que paso.

Conclusión: que a día de hoy hay pocos planes mejores que una velita y sus reflejos fantasmas, un buen libro, sofá y manta y la música de Enya. Y el humo de una taza de té bien caliente, claro.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Elizabeth Gaskell

Hoy también voy con prisa pero me apetecía recordar que Elizabeth Gaskell murió tal día como hoy en 1865. Supongo que a todo el mundo se le quedan cosas a medias pero lo suyo fue tan inesperado que murió en mitad de una historia que les contaba a sus hijas y también dejó inacabada la historia que nos contaba al resto en Wives and Daughters (Hijas y esposas) (también existe una miniserie que me gusta mucho: en YouTube descubro ahora que está en español). Nunca pudo llegar a enseñarle a su marido la casa que había comprado para sorprenderle en el sur de Inglaterra.

Elizabeth Gaskell no sólo escribía novelas inolvidables (y que por suerte parece que empiezan a recuperarse poco a poco para el "gran público". Aquí están todas las traducidas últimamente, que aún no son todas las que escribió realmente: faltan Mary Barton, Ruth y Sylvia's Lovers, por no hablar de todos la mayoría de los relatos breves. (Explicación de los tachones en los comentarios)), también escribía unas cartas inmejorables: divertidas, amenas, familiares y de lo más cariñosas. Un ejemplo entre miles:

As you love me don't have it [the wedding] in the winter - Fancy slip, slop, splash splash to the chapel, or going in pattens to the carriage - and red noses and blue cheeks, and a great swelled finger to wriggle out of the glove, and present for the ring.
Si me quieres no celebres la boda en invierno. Imagínate: los resbalones y salpicones hasta la ermita o ir con los zuecos hasta el carruaje. Y las narices rojas, las mejillas moradas y un gran dedo hinchado que sale del guante y espera recibir el anillo*. (A su cuñada, el 19 de agosto de 1838)

Le debemos una de las primeras biografías modernas, la de Charlotte Brontë (en español), que aunque no fue todo lo fiel a la realidad que cabría esperar sí que tuvo todas las mejores intenciones.

Y no podía - ni quería - dejar pasar la ocasión de poner esta foto suya que tanto me gusta, con toda la amabilidad, dignidad y elegancia que desprende.

* Traducción casi tan libre como su versión de la vida de Charlotte Brontë. Terrible el no tener tiempo de pensar bien las onomatopeyas o lo de traducir pattens por zuecos. Los pattens eran unas "suelas" de madera que se colocaban debajo de los zapatos para evitar al máximo posible el contacto directo con el suelo frío y sucio. La tía Branwell de las Brontë, del sur de Inglaterra, pasaba tanto frío en Haworth (al norte) que tenía incluso que llevarlos dentro de casa.

martes, 11 de noviembre de 2008

Poppy day (otra vez)

Reciclo la foto del año pasado porque soy negada para encontrar fotos buenas en internet. Veo que la gente acompaña sus entradas con fotos chulas y siempre de lo más apropiadas y yo ayer me pasé un buen rato buscando o bien una foto (buena) del típico poppy inglés que se pone la gente en la solapa (como los de la foto, vaya) o bien una foto del día del final de la Primera Guerra Mundial en las calles o algo así. Y nada, encontré cosas pero nada me convencía y estoy segura de que habrá miles por ahí, pero yo me resigno y reciclo imagen.

Si el año pasado mencioné el Poppy Day, este año, con "tantas" lecturas de guerra no podía faltar. Este año, además, es el 90 aniversario del final de la Primera Guerra Mundial.

Será cierto lo de la imagen que vale mil palabras, pero aunque ayer no fui capaz de encontrar foto apropiada, sí que curioseé un poco en las entradas de los diarios que me tocarían esta noche y encontré una de Virginia Woolf, escrita el 11 de noviembre de 1918:

Twenty-five minutes ago the guns went off, announcing peace. A siren hooted on the river. They are hooting still. A few people run to look out of windows. The rooks wheeled round, and wore for a moment the symbolic look of creatures performing some ceremony, partly of thanksgiving, partly of valediction over the grave. . .

Lo dejo en versión original.

Editado para añadir que no se puede escribir una entrada con prisa porque una se olvida de incluir la miga del asunto, es decir, la razón de las amapolas (poppies). Todo viene del poema In Flanders Fields del canadiense John McCrae que lo escribió, según cuenta la leyenda, en este trozo de papel, apoyado en la espalda de un coronel en las trincheras durante un parón en los bombardeos y al día siguiente de ver morir a un compañero suyo en 1915.


In Flanders fields the poppies grow
Between the crosses, row on row,
That mark our place; and in the sky
The larks, still bravely singing, fly
Scarce heard amid the guns below.

We are the dead. Short days ago
We lived, felt dawn, saw sunset glow,
Loved, and were loved, and now we lie
In Flanders fields.

Take up our quarrel with the foe:
To you from failing hands we throw
The torch; be yours to hold it high.
If ye break faith with us who die
We shall not sleep, though poppies grow
In Flanders fields.


También aprovecho para darle las gracias a Elvira por poner sus propias fotos de amapolas en su blog.

lunes, 10 de noviembre de 2008

De cine

El viernes fuimos a ver Burn After Reading (Quemar después de leer). Yo iba bastante poco convencida, la verdad, y quizá de ahí que me gustara más de lo que me esperaba. No es que me entusiasmara y saliera del cine con ganas de volver al siguiente pase, pero sí que me reí. Además iba preparada con una bolsa de chucherías así que aunque no me hubiera gustado siempre me habría quedado ese pasatiempo.

Reconozco abiertamente que ni Brad Pitt ni George Clooney son santos actores de mi devoción, mucho menos John Malkovich. Prejuicios puros y duros todos, supongo, porque en esta película he de reconocer que los tres están bien. Pero cuando estrenen nueva película y haya que verla volverá a darme pereza verlos, juntos o por separado. Los mejores, eso sí, los señores de la CIA que no se enteran de nada.

Cuando estuve en Madrid, la única lectora no sólo me regaló el libro de Terry Pratchett (aún pendiente) sino también una película que yo no conocía de nada (inculta que es una) pero que ella me aseguró que me gustaría: Man's Favourite Sport? (Su juego favorito). Le dije que sería carne de plancha, que siempre ando buscando algo que poder ver los domingos por la mañana entre arruga y arruga (y El Internado sería perfecto si no fuera porque casi siempre me olvido de grabarlo y acabo teniendo que verlo por internet). Así que durante la primera sesión de plancha después de volver me lo puse pero Manuel, que ya había visto el DVD y me había asegurado que estaba muy bien también, me dijo que él también quería verla. Como en ese momento no podía, lo dejamos para más adelante. Y ayer domingo fue el día.

Desde luego ninguno de los dos se equivocaba cuando me decían que me gustaría. Mientras la veíamos y nos reíamos un montón con las aventuras (más bien desventuras) de Rock Hudson, yo no hacía más que preguntarle a Manuel por qué ya no hay diálogos así en el cine. Para entender el concepto de "diálogos así" basta con ver los 10 primeros minutos de la película. Comentarios, respuestas, preguntas pillados al vuelo y divertidísimos. Por no hablar de las patoserías de Rock Hudson, claro.

Y por último, aunque esta la vimos hace más de un año, saliendo del cine el viernes vimos POR FIN el cartel de The Fall, cuyo título en español es El sueño de Alexandria. Digo por fin porque me alegro muchísimo de que esta película que no he dejado de recomendar desde que la vimos en Sitges haya encontrado distribuidor. Se estrena este viernes, 14 de noviembre, y creo que todo el mundo debería ir a verla, sobre todo si, por ejemplo, The Princess Bride (La princesa prometida) es una de las películas preferidas. ¿O quizá The Wizard of Oz (El mago de Oz)? Sea como sea: The Fall es una pequeña joya en toda regla.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Pastas de té

Definitivamente los sábados de repostería se han convertido en un clásico. Pero como no desperdiciamos nada y quedaban almendras molidas de los panellets del sábado pasado, las aprovechamos para hacer las "pastas de té con almendras ralladas" del archiconocido 1.080 recetas.

Fueron bien fáciles, bien rápidas y... bien ricas. Y salieron las suficientes para que aún queden unas pocas que tienen las horas contadas.

En otro orden de cosas también relacionado con la cocina, ayer nos pasó lo nunca visto. Nos disponíamos a ver los dos últimos capítulos de Lost (Perdidos) emitidos hasta el momento cuando decidimos acompañar las galletas con unas palomitas (viva la comida sana). Las palomitas no llevaban ni un minuto en el microondas recién comprado como quien dice en agosto cuando ¡CRACK! una palomita debió de tomarse muy en serio la canción Little People del musical de Los Miserables y partió el plato giratorio en tres. Claro, con esos antecedentes luego ver un microondas gigante en Perdidos haciendo cosas raras no nos sorprendió demasiado.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Ya?

El viernes pasado vimos que ya había algunas luces de Navidad. En el hilo musical de Starbucks dejaron caer un villancico de Diana Krall como quien no quiere la cosa, aunque aún no sirven las bebidas en los famosos vasos rojos navideños.

Ayer vi aun más luces navideñas en las calles, vi escaparates ya decorados para Navidad y tiendas que ya venden adornos navideños.

Claro, una cosa es decir que cualquier año empiezan la temporada navideña en agosto*, etc., etc. y otra cosa es conseguir salir de la tienda sin ningún adorno navideño. Yo no lo conseguí, así que supongo que se ha medio-abierto la veda, aunque falte más de un mes hasta que pongamos la Navidad en casa.

Y tomo nota ya de que la Fira de Santa Llúcia empieza el 29 de noviembre este año.

* De hecho hace un par de años en Londres Harrods tenía ya habilitada una planta de Navidad... ¡en agosto!

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Noche de viernes: Tess of the D'Urbervilles (2008)

¡Qué complicado hablar de esta nueva Tess of the D'Urbervilles de la BBC! Es (a ver que cuente: una, dos) la tercera Tess que vemos en apenas unos meses así que, aunque tuviéramos el libro olvidado (y nadie puede olvidar Tess una vez que lo ha leído), tendríamos la historia bien trillada. Pese a eso, las "maldades" de Thomas Hardy no se ablandan ni se asimilan mejor por más que se vea/lea la historia.

Para empezar tenemos el eterno dilema de si "merece la pena" re-adaptar una y otra vez, una y otra vez, los mismos clásicos y dejar que algunas "pequeñas" joyas sigan siendo exclusivamente del mundo de los libros. No hablo sólo de Tess, sino de, por ejemplo, Jane Eyre o Sentido y Sensibilidad. Merecer siempre merece la pena y no sólo por la audiencia que se aseguran precisamente por lo conocidas que son y que garantiza que se sigan haciendo, pero, sin llegar a aburrir, no se ven con la misma expectación que, por ejemplo, Cranford o Norte y Sur (y ya que uso esos dos ejemplos aprovecho para decir que ojalá sigan sacando provecho del filón Gaskell y que ojalá llegue a rodarse la segunda parte navideña de Cranford el año que viene).

Y Tess, en cuanto a historia, en cuanto a escenas claves, no sorprende mucho. Porque las adaptaciones suelen más o menos coincidir en las escenas clave. Los actores, los decorados, el vestuario, la música, etc. ya son otra cosa, eso sí.

Así que de la historia de esta Tess no puedo decir gran cosa. Es una buena adaptación, eso seguro, salvo por el final, que sí que reconozco que impresiona bastante (y que, ejem, tuvimos que poner dos veces porque, minutos antes, yo me había quedado dormida) y va un poco más allá de alguna forma que las anteriores.

De la nueva chica Bond, Gemma Arterton, que hace de Tess después de aparecer brevemente en Lost in Austen como Elizabeth Bennet, sólo puedo decir cosas buenas. Quizá la pega que le pongo es más a su estilista que a ella, y es por el flequillo. Sí, a la chica le sienta bien y está muy de moda en el año 2008, pero dudo que la "verdadera" Tess lo hubiera llevado, pendiente de cortárselo siempre, como si la pobre no tuviera de sobra con lo suyo. Y el pelucón a veces molesta un poco también, pero tampoco demasiado.

Los dos chicos que se rifan el título de personaje más tonto de la literatura están bien. Alec está más como en la novela y menos reblandecido que en otras adaptaciones y Angel sigue siendo tan pánfilo como es él.

La madre, la hermana y demás familia salen, creo, un poco más que en otras adaptaciones. Y también se da un poco más de protagonismo fuera de las escenas donde son imprescindibles a las compañeras de Tess.

El vestuario lo he visto muy cuidado y los paisajes son una maravilla.

Conclusión: que se deja ver bien, que no creo que se le puedan sacar grandes pegas como adaptación. Pero que tampoco aporta gran cosa nueva.

martes, 4 de noviembre de 2008

Our Longest Days: A People's History of the Second World War, de los escritores de Mass Observation, editado por Sandra Koa Wing

Entrada larguísima pero quizá también interesante.

Sólo por tener esta portada de la que ya hablé siempre a mano, habría seguido leyendo Our Longest Days: A People's History of the Second World War, de los escritores de Mass Observation, editado por Sandra Koa Wing mucho más tiempo. Y además con la recomendación de Margaret Forster en la esquinita.

¿Por dónde empezar a hablar de este libro? Empecemos por los autores y Mass Observation. Mass Observation nació en 1936 en el Reino Unido de la mano de Tom Harrison que, cansado de oír las supuestas opiniones del pueblo en los periódicos y la radio, decidió que la mejor forma de conocer las opiniones del pueblo era leerlas y oírlas de verdad.

Así, empezó contratando a unos cuantos observadores de masas que se dedicaban a informar de las conversaciones de la calle y lo que decía la gente. Poco a poco, se fueron sumando voluntarios que observaban también, pero que además mandaban sus anotaciones tipo diario cada cierto tiempo y, si querían, contestaban a las preguntas que les hacían desde la central. El escritor era totalmente libre de responder a las preguntas, de anotar todo lo que le pasaba o sólo lo que oía por la calle, o sólo lo que pensaba los días pares... lo que quisiera durante el tiempo que quisiera. Todo se archivaba (aunque por desgracia ahora hay algunas lagunas) y se usaba para estudios y publicaciones. La única pega del proyecto fue que la mayoría de los voluntarios eran de clase media, por lo que algunas voces siguieron sin oírse. Pero fue un paso adelante.

De Mass Observation salieron en su día muchos libros y aún en la actualidad, como da fe este libro, sigue siendo un pozo sin fondo de recursos. Puede que Nella Last (cuyos dos libros ahora están en lo más alto de mi wishlist) sea la más famosa, pero no es la única cuyas entradas han aparecido ya en varias recopilaciones. Y eso que sólo durante los años de la Segunda Guerra Mundial había más de 500 personas escribiendo diarios para Mass Observation.

En la actualidad, incluso en plena sociedad de la información, Mass Observation sigue vivito y coleando. Desde 1936 gente corriente se ofrece voluntaria para documentar lo que le apetezca en la medida que le apetezca y dejar constancia de lo que, para mí, es lo más interesante de la historia: las vidas de gente "anónima".

Lo triste de todo esto viene cuando resulta que la editora del libro, Sandra Koa Wing, que hizo un trabajo excepcional, murió en 2007 con sólo 28 años. Llevaba años trabajando en los archivos de Mass Observation, cosa que le encantaba, e incluso tenía su propio blog.

El libro, que al principio de cada año resume los principales acontecimientos de la guerra, empieza el 3 de septiembre de 1939, fecha en que Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania y termina el mismo día de 1945, poco más de 15 días después de la victoria en Japón. Durante esos años, todos los "observadores" tratan en mayor o menos medida de hablar de los grandes acontecimientos pero terminan, también en mayor o menor medida, hablando de su día a día y de sus propias vidas, que es lo que más interesante resulta.

El tema del día a día en la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña me interesa cada vez más. Creo que todo empezó vagamente cuando Javier Marías hablaba en Tu rostro mañana de los carteles que recordaban a la gente que no debían irse de la lengua y de ahí ha ido yendo a más con cada libro que he leído y que ha tocado el tema de alguna forma. Al final la cosa ha culminado en un interés más abierto y menos circunstancial. Soy incapaz de explicar qué es lo que hace que una situación tan dramática me resulte tan fascinante, pero ahí está.

Dicho esto, cuando empecé el libro, y pese a repetidos y fracasados intentos en meses anteriores (cuando el interés se veía venir) de leer un poco más sobre los hechos puros y duros de la Segunda Guerra Mundial, mis conocimientos de la Segunda Guerra Mundial eran tirando a limitados. Por eso agradecí que cada año tenga su contexto, que los escritores intenten informar de las novedades en el frente y que a veces Manuel sea una enciclopedia con patas (Wikipedia para qué te quiero). Ahora lo que sé no es mucho más, pero un poco al menos sí.

Pero a mí lo que de verdad me interesaba a medida que leía eran las vecinas que reciben telegramas de maridos desaparecidos en combate, el huerto (había una campaña, Digging for Victory, que invitaba a cultivar un huertecito propio) destruido por una bomba, el racionamiento de té (que muchos llevan peor que el de los huevos o la leche), el racionamiento de medias (que "obligaba" a muchas mujeres a teñirse las piernas y pintarse una costura para dar la impresión de que las llevaban, cosa que por lo visto sale en alguna película de la época), las tiendas que salen mal paradas por los bombardeos de la noche anterior pero que al día siguiente abren como siempre y cuelgan un cartel en mitad de las ruinas a las que les falta alguna pared que dice "estamos abiertos, pero por favor utilicen la puerta".

Las entradas de los seis años son de 15 escritores, algunos de los cuales luego serían importantes para Mass Observation (como organización). No todos escriben todo el tiempo, son de zonas muy distintas de Gran Bretaña y sus estilos son totalmente diferentes, de tal forma que, aunque encontrando todas y cada una de las entradas interesantísimas, es difícil no acabar teniendo tus favoritos.

Muriel Green (cuya hermana Jenny también escribe al principio) tiene 18 años al inicio de la guerra y sus entradas son sin lugar a dudas mis preferidas. Es una chica entusiasta e inteligente a la que da gusto leer. La conocemos trabajando en el taller familiar hasta que, antes de que le toque enrolarse sin poder elegir, se enrola voluntariamente para trabajar de "land girl", es decir, de jardinera/agricultora que sustituye a los jardineros/agricultores que están en el frente. Empieza con un cursillo y luego tiene un par de trabajos. Para cuando acaba la guerra tienen 24 años, reconoce que ha pasado los mejores años de su vida (porque se lo ha pasado bien a pesar de todo) pero también se pregunta cómo habría sido su vida sin guerra. En una entrada de 1944 se queja porque el turno de tarde no la dejará ver la recién estrenada Jane Eyre (la de Orson Welles y Joan Fontaine).

Herbert Brush, de 70 años y apasionado por su huerto de guerra es mi otro favorito. No sólo por su huerto, sino por comentarios como los que hace acerca de que el mejor momento para pasear por Charing Cross Road es en mitad de un bombardeo, cuando todas las tiendas están cerradas y no cae uno en la tentación de comprar ningún libro. O como considerar que decir "he pasado por Charing Cross Road sin comprar un libro..." es algo destacable. (Por cierto que cuando el señor Brush paseaba por allí, es probable que una de las librerías que evitaba fuera Marks & Co., la famosa librería de Helene Hanff).

Mención especial para Maggie Joy Blunt, que escribe también de maravilla y de la que me hubiera encantado también leer más entradas. (Y las leeré tarde o temprano porque ella, igual que los dos anteriores, ya han aparecido en anteriores recopilaciones).

Nella Last es un mundo aparte. Yo ya la conocía porque algunas de sus entradas salen en mis diarios nocturnos, pero ahora, al conocerla más, quiero-quiero-quiero hacerme con sus dos libros. Es de las que menos hablan del frente y más se centra en su día a día. Desde hace tiempo tengo la miniserie Housewife, 49 (que es como ella se describió para Mass Observation: Ama de casa, 49 [años]), que es una adaptación de sus diarios de guerra, así que ahora sólo es cuestión de verla de una vez. La fama de Nella Last, eso sí, fue póstuma.

Hay entradas muy tristes, como era de esperar, pero también las hay muy divertidas. Hay quien cuenta una anécdota sobre la primera vez que sus padres tuvieron que ponerse las máscaras de gas y cómo se equivocaron y cogieron la del otro: su padre quejándose de que "su" máscara era muy pequeña y que no podía respirar y su madre protestando porque la "suya" era demasiado grande.

Para ir acabando ya, comentaré algo muy curioso relacionado con el libro pero también con Mass Observation. Cuenta Philip Ziegler, que escribe el prólogo, que una vez decidieron contactar a algunos de los escritores para ver qué recordaban sobre acontecimientos bastante impactantes que habían comentado en sus diarios. Les dieron sólo unas pistas para ver cómo les funcionaba la memoria. Para su sorpresa, muchos ni siquiera recordaban el hecho en sí y, los que lo "recordaban", lo contaban todo mucho más cerca de sí mismos: lo que en el diario había pasado a dos calles, ahora pasaba en su calle, etc.

Y para dejar de hablar de una vez, pero por si a alguien le ha interesado mínimamente el tema del día a día en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial recomiendo:

- The People's War. Página de la BBC que recopila los recuerdos y fotos de todo tipo de gente. Adictiva, pero muy, muy interesante.

- Children of World War Two. Otra página de la BBC, para niños en este caso, sobre cómo era la casa típica de la Segunda Guerra Mundial y cómo funcionaba el racionamiento, así como documentos, fotos y carteles (el famoso "make-do and mend" que invitaba a reciclar la ropa, el cartel que pide que la gente se muestre contenta o los que decía antes de Javier Marías). A pesar de ser para niños está muy bien.

- También muy completa y también para niños es esta otra web de un colegio.

- Y por supuesto no se puede hablar de la Segunda Guerra Mundial sin hablar de Vera Lynn y su We'll Meet Again (que ya forma parte de una recopilación que me estoy haciendo de música de la época).

lunes, 3 de noviembre de 2008

Panellets

Ayer al final no pude comentar los altísimos niveles de azúcar en sangre que debemos de tener por estos lares estos días.

El sábado de repostería de esta semana estaba claro que lo dedicaríamos a hacer panellets. Técnicamente lo suyo habría sido hacerlos un poco antes, pero el sábado es el día de repostería por excelencia.

Hace tiempo en el supermercado daban folletos con la receta. Me encantó el detalle y la guardé bien. El sábado por la mañana, terminando la lista de la compra, apunté todos los ingredientes necesarios, entre ellos los 500 gramos recomendados de almendra molida.

Así que llegamos al supermercado y cogí el paquete en cuestión, seguido por los piñones. Al lado había un pack de lo más completito que Manuel sugirió que era mucho más cómodo y además traía también el coco y la almendra troceada necesarios para los otros tipos de panellets. Mi única pega es que el paquete de almendra molida era de 250 gramos y la receta decía 500. Dimos vueltas y vueltas al pack pero no encontramos el número aproximado de panellets que salían con esos ingredientes (y eso que lo teníamos delante: 30. Menos mal que no cogí los 500 gramos). Pero bueno, al final nos decantamos por el pack, que además traía la bandejita y la blonda para dar el toque "profesional".
Como somos un poco desconfiados y no queríamos quedarnos sin comer panellets a causa de algún desastre culinario, decidí acercarme, por si acaso, a la pastelería a comprar unos cuantos: 20. Menos mal que aparte de los tradicionales compré sabores más raritos también.
Así que por la tarde nos pusimos manos a la obra. La verdad es que son facilillos de hacer aunque lo peor del asunto es el proceso de pegar los piñones. Pones uno y se caen tres. Nos salió justo una bandeja de horno: 33 ejemplares de piñones, almendra y coco.Conclusión: que al final nos juntamos con 50 piezas de panellets, que es una burrada, ya que son puros mazacotes y uno o dos te dejan saturado hasta pasado un buen rato. Pero están deliciosos y los nuestros, mal está que yo lo diga, creo que quedaron con una pinta buenísima (y de sabor también, ¿eh?). Creo que el año que viene, a no ser que queramos alguno exótico, podremos ser autosuficientes.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Indignación dominical

Una sale de casa por la mañana bajo el diluvio universal para acercarse al kiosco a por el periódico y el suplemento de hoy. Son dos minutos hasta el kiosco, pero al volver a casa se agradecen el té caliente y la ropa seca. Con el té se medio-sienta/medio-tumba en el sofá y se dispone a ver el dominical en condiciones dejando la plancha para después del té (que alarga mucho, claro).

Pasa hojas de artículos más o menos interesantes y por fin se llega a uno llamado "Cuando el legado es el litigio": "Los herederos son los principales responsables de ensalzar la obra artística de grandes autores, aunque una mala gestión puede hundirles para la posteridad."

La pinta es tan interesante y queda ya tan cerca del final del periódico que una se decide a leerlo en ese momento. Y a medida que lo lee se indigna mucho.

Quizá hemos llegado por fin a ese punto desagradable en el que "autores" ya no engloba a autoras y ahora queda implícito que si no se dice el odioso "autores y autoras" sólo se habla de los autores hombres. Si no no me termino de explicar que todos los grandes "autores" cuyos legados se mencionan como ejemplos positivos o negativos sean sólo hombres. Habrá decenas más, pero yo me quedo con las dos que más me gustan: Carmen Martín Gaite y Carmen Laforet son, en mi opinión y la de mucha gente más, grandes autoras que no estarían de más en la categoría genérica de "grandes autores". Ambas tienen importantes legados gestionados, que yo sepa, por sus familias y de los que no me hubiera importado en absoluto saber más.

Pero ya no era cuestión de que dos de mis escritores favoritas estuvieran incluidas o no, era el hecho de que ninguna escritora apareciese en el artículo, que ninguna escritora recibiera siquiera una mención de pasada lo que me ha molestado e indignado.

Lo de la paridad y la discriminación positiva nunca me ha terminado de convencer, lo de "miembros y miembras" me desespera y ahora obtengo la prueba de que todo son conceptos vacíos y sólo mantenidos por lo de ser políticamente correctos. Al final, los grandes escritores siguen siendo, por lo visto, sólo hombres.

Y que conste que no tengo nada en contra de los hombres escritores. Sin ir más lejos recomiendo el artículo dominical de hoy de alguien que también se desespera con lo de "miembros y miembras": Javier Marías.

En un lugar que cada vez más fomenta el amedrentamiento y beneficia al fuerte (bueno, otro decir, cualquier chincharelo te saca hoy una navaja y te pincha el intestino), no es nada raro que el mismo cabestro que vocifera, petardea con su moto, conduce como un matón o va por la calle a empellones sin que nunca se le diga nada, le dé una tunda a su mujer o a su ex-novia, que será siempre más débil. Que se desengañen las autoridades, empezando por Zapatero, tan justamente preocupado por el asesinato masivo de mujeres: nada mejorará en este capítulo mientras las normas básicas de convivencia permanezcan abolidas.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Castañada sin castañas pero muy musical

Ayer ni castañas, ni batatas ni nada pese a ser la Castañada. Eso sí, creo que hoy nos vamos a resarcir en condiciones.

Qué días más desapacible ayer: viento y lluevia, una combinación de factores siempre (nada) entrañable. Así con con esas condiciones nos aventuramos a la calle para ir a comprar Jude the Obscure de Thomas Hardy para que yo ya no pueda escabullirme de leerlo arguyendo que nuestra edición es malilla, a comprar unos pocos huesos de santo (lo de los buñuelos DE VERDAD ya ni lo intento) y, por fin, a sentarnos un ratito en unos sillones de Starbucks.

Todo eso antes de ir por fin al evento del día: música de cine en el Auditori dirigida, como el año pasado, por Rachael Wormby (me encanta lo entusiasta que es esa mujer). El programa anunciado era de música de cine de aventuras pero al final resultó ser un popurrí, porque La lista de Schindler no lo clasificaría yo como cine de aventuras. El caso es que estuvo muy bien aunque nos nos repartieran puñados de castañas ni nada.

Por otra parte quiero decir que me gustaba mucho más el vestuario de los hombres de la OBC el año pasado, con sus chaquetas de cuello Mao. El estilo pingüino de este año, no sólo no me convence sino que además, visto de cerca parece de lo más incómodo. Ahí tienes a los pobres hombres, con las "faldas" todas arrugadas mientras tocan y no digamos cuando se levantan al final del concierto... Diseño poco acertado.

Y la foto de la torre Agbar. Es que estábamos por la zona y aunque no es un edificio que me guste especialmente siempre que pasamos no puedo evitar hacer fotos.