Una sale de casa por la mañana bajo el diluvio universal para acercarse al kiosco a por el periódico y el suplemento de hoy. Son dos minutos hasta el kiosco, pero al volver a casa se agradecen el té caliente y la ropa seca. Con el té se medio-sienta/medio-tumba en el sofá y se dispone a ver el dominical en condiciones dejando la plancha para después del té (que alarga mucho, claro).
Pasa hojas de artículos más o menos interesantes y por fin se llega a uno llamado "Cuando el legado es el litigio": "Los herederos son los principales responsables de ensalzar la obra artística de grandes autores, aunque una mala gestión puede hundirles para la posteridad."
La pinta es tan interesante y queda ya tan cerca del final del periódico que una se decide a leerlo en ese momento. Y a medida que lo lee se indigna mucho.
Quizá hemos llegado por fin a ese punto desagradable en el que "autores" ya no engloba a autoras y ahora queda implícito que si no se dice el odioso "autores y autoras" sólo se habla de los autores hombres. Si no no me termino de explicar que todos los grandes "autores" cuyos legados se mencionan como ejemplos positivos o negativos sean sólo hombres. Habrá decenas más, pero yo me quedo con las dos que más me gustan: Carmen Martín Gaite y Carmen Laforet son, en mi opinión y la de mucha gente más, grandes autoras que no estarían de más en la categoría genérica de "grandes autores". Ambas tienen importantes legados gestionados, que yo sepa, por sus familias y de los que no me hubiera importado en absoluto saber más.
Pero ya no era cuestión de que dos de mis escritores favoritas estuvieran incluidas o no, era el hecho de que ninguna escritora apareciese en el artículo, que ninguna escritora recibiera siquiera una mención de pasada lo que me ha molestado e indignado.
Lo de la paridad y la discriminación positiva nunca me ha terminado de convencer, lo de "miembros y miembras" me desespera y ahora obtengo la prueba de que todo son conceptos vacíos y sólo mantenidos por lo de ser políticamente correctos. Al final, los grandes escritores siguen siendo, por lo visto, sólo hombres.
Y que conste que no tengo nada en contra de los hombres escritores. Sin ir más lejos recomiendo el artículo dominical de hoy de alguien que también se desespera con lo de "miembros y miembras": Javier Marías.
En un lugar que cada vez más fomenta el amedrentamiento y beneficia al fuerte (bueno, otro decir, cualquier chincharelo te saca hoy una navaja y te pincha el intestino), no es nada raro que el mismo cabestro que vocifera, petardea con su moto, conduce como un matón o va por la calle a empellones sin que nunca se le diga nada, le dé una tunda a su mujer o a su ex-novia, que será siempre más débil. Que se desengañen las autoridades, empezando por Zapatero, tan justamente preocupado por el asesinato masivo de mujeres: nada mejorará en este capítulo mientras las normas básicas de convivencia permanezcan abolidas.
"nada mejorará en este capítulo mientras las normas básicas de convivencia permanezcan abolidas."
ResponderEliminarA ver si me aclaro, según Javier Marías, la violencia contra las mujeres se debe a ...¡la falta de urbanidad!. Y todas las mujeres que la han sufrido en el pasado, y todos los maltratadores (que los hay) que son de lo más correcto en público...En cuanto a este tipo de violencia, lo cierto es que está disminuyendo entre los españoles (al mismo tiempo que aumentan los kamikaze al volante o los petarderos de le moto),me parece que Marías haría mejor en reflexionar un poco antes de soltar el primer discurso demagógico que se le pasa por la cabeza
Obviamente no puedo hablar por Javier Marías, pero según lo entiendo yo lo que está diciendo es que el maltrato es sólo la punta del iceberg. Y que sí, que puedes - y debes - intentar acabar con ello, pero también habría que irse más a las raíces.
ResponderEliminarNo está diciendo que por tirar un papel al suelo seas un maltratador (aunque sí un guarro) ni que por tirar el papel al suelo o no ceder su asiento se delanten los maltratadores, pero sí que estamos en una época en que no sólo es "guay" saltarse las normas sino que además los que se las saltan se consideran más fuertes, mejores incluso, que los que las acatan. Dice que los valores se pasan por alto y que la gente se crece cuando se salta las normas.
Y supongo que él achacaría los "kamikazes al volante y los petarderos de las motos" a lo mismo.
No creo que el artículo sea necesariamente demagógico, la verdad. La falta de urbanidad es un hecho, algo que se ve constantemente y, para Javier Marías, la urbanidad es la base de una sociedad civilizada.
Por desgracia hay maltratadores de muchos tipos, y los que son correctísimos en público han existido siempre. Pero todo lo que fomente el respeto entre las personas favorece un clima en el que se haga más inadmisible el maltrato. Si hoy se ha reducido este tipo de incidentes (ojalá sea así de verdad, pues muchos casos permanecen ocultos por vergüenza o temor), quizás sea porque la mujer tiene más apoyos que antes.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Cristina.
Completamente de acuerdo con Elvira y Cristina. El lenguaje...aún me queda mucho en qué pensar sobre todo esto. Trabajo con mujeres y muchas son víctimas de la violencia de género.
ResponderEliminarY es cierto que aún se nos invisibiliza...quizá sería innecesario decir autoras, para sentirnos (y ser) incluidas cuando nos referimos a autores.
La experiencia que vivo, me sigue diciendo, que el lenguaje en ocasiones, no incluye a la mujer cuando no se la nombra.
Gracias por los comentarios.
ResponderEliminarMaría: personalmente prefiero que se diga autores, aunque incluya mujeres (que no era el caso del artículo). Me exaspera, me aburre cuando en los discursos, etc, se anda repitiendo el "...os y ...as" hasta la saciedad (¿y por qué nunca se lleva a las últimas consecuencias de concordancia: por ejemplo, "trabajadores y trabajadoras, estamos cansados y cansadas, hartos y hartas..."?). Preferiría que se me incluyera en el "..os" general de forma implícita (y gramaticalmente correcta) a que se me incluya de boquilla pero a la hora de la verdad se me pase por alto, que es donde de verdad están los problemas.