
Hasta el año pasado tenía la buena costumbre de leer un libro de Virginia Woolf al año pero el año pasado, por no encontrar The Waves en ningún sitio (ni tener sitio ya en la maleta para comprarlo a la vuelta de York), tuve que resignarme hasta que en diciembre alguien que fue a Londres me lo trajo amablemente (¡con otros dos libros!). (El año que viene me tocará The Years, que tampoco tengo aún, a ver si hay más suerte y puedo continuar con mi lectura anual).
Además mi lectura anterior fue Atonement, donde la protagonista elogiaba The Waves sin ir más lejos, lo consideraba su libro preferido y trataba de emularlo. Claro, después de un año sin Virginia Woolf, con el libro recién llegado de Londres y además con esa referencia ya no podía dejar pasar ni un día más.
Y The Waves ha sido hipnótico. Con los libros anteriores me parecía que marcaban un ritmo más lento y puede que este lo haya leído mal por leerlo tan rápido pero literalmente no podía parar. Virginia Woolf se resistía a llamarlo novela y lo llamó "play-poem" (¿obra poética?), pero lo que buscaba era crear ese nuevo género literario que ella pensaba que hacía falta (puede decirse que si no consiguió crear un nuevo género sí que revolucionó y cambió la forma y el estilo literario y que los libros que leemos hoy, sin Virginia Woolf, no serían iguales). Lo cierto es que me cuesta creer que nadie se haya decidido a ponerlo en escena*. Los pobres actores, con sus parrafadas, lo pasarían fatal para memorizar el texto, pero leerlo es ver una puesta en escena minimalista con actores muy estáticos, música, olas, luz similar al sol a lo largo del día. Al menos yo me lo imaginaba así.
¿Y de qué va? Aunque se diga que no tiene argumento no es un libro que vaya sobre nada, porque de hecho va de todo. En principio sigue la vida de seis amigos, desde que se conocen en el colegio de pequeños, hasta que son ya viejos. Todo lo que sabemos de ellos es por monólogos internos, lo que dicen de ellos mismos, de lo que ven, de lo que viven, de los otros, de Percival (un personaje que está muy presente aunque sólo le vemos a través de los otros). Pero se habla de todo, se reflexiona sobre todo y se deja, así, que cada uno saque sus propias conclusiones. De vez en cuando hay una preciosa descripción del estado del mar y la luz y el sol que indica que el día (el tiempo, vaya) va avanzando.
El libro, como siempre que leo uno de Virginia Woolf, me ha hecho querer saber más (de lo que ya sabía, lo básico) acerca de ella. Tengo (auto)vetadas las biografías extensas hasta que me haya leído sus obras más importantes así que voy consultando aquí y allá. No tengo los diarios completos, pero sí una especie de recopilación de las entradas más significativas (publicado por Leonard Woolf, su marido), donde estuve leyendo sus entradas sobre The Waves, que eran muy interesantes. Virginia Woolf, pese a reconocer la gran oportunidad que tenía con este libro, no pensaba que se fueran a vender más de 2.000 copias del libro (luego se vendieron más de 7.000). Y es muy emocionante cuando cuenta que acaba de escribir la última línea (línea que también está en su epitafio).
En internet también hay cosillas interesantes. He vuelto a oír estos días la única grabación que existe de su voz en un programa de radio de la BBC. Al principio su voz, su acento (de auténtica clase alta inglesa) son muy chocantes. Aun así su sobrino decía años después que la voz de su tía no se parecía demasiado a la de esta grabación.
Y también el Smith College tiene una estupenda exposición online de cosas relacionadas con la vida y la obra de Virginia Woolf. Hace unos días me pasé un buen rato inmersa en esa web.
Las fotos que ilustran esta entrada son: una portada ilustrada por Vanessa Bell (hermana de Virginia Woolf) de la primera edición de The Waves (son chulísimas todas las portadas que diseñó Vanessa Bell) y una foto que hice yo el viernes pasado y que me gusta mucho.
* Editado en noviembre de 2008: ¡Alguien sí se ha decidido a ponerla en escena! Es que lo pide a gritos.