Es raro el día en que no pronuncio alguna versión de "se me ha olvidado" hacer algo, comprar algo, escribir a alguien, decir algo, preguntar algo, encargar algo, recoger algo, etc. Con lo que menos me pasa es con los dulces: voy al supermercado a por algún encargo serio y puede que me olvide del encargo serio (se ha dado el caso... varias veces), pero seguro que volveré con alguna tableta de chocolate. Así que antes de irnos a Madrid tenía muy presente que tenía que dejar encargada la mona en nuestra pastelería y, ya de vuelta en casa, ayer Lunes de Pascua tenía muy claro la tarea de la mañana durante el paseo con Héctor: ir a recogerla.
En cuanto Héctor se despertó de su siesta callejera - que yo me había pasado leyendo a mis anchas: he localizado los bancos perfectos que generalmente quedan fuera del radar de gente desconocida que se se acerca para hablar (léase: contarte su vida en verso) porque te ven con un niño - nos fuimos directos a por ella: él comiendo un palito de pan mientras miraba fascinado el decorado tan dulce y colorido que tenía delante y yo con el estómago en los pies, esperando mi turno pacientemente, con ganas de hincarle el diente a cualquier cosa de las que tenía alrededor.
En Madrid confirmamos lo que aquí ya entreveíamos: que Héctor no le hace ascos a nada de comer. En Madrid todo lo quería comer, mejor si podía él solo, pero se conformaba igual si le dejábamos comerlo aun a costa de perder su independencia. Memorable como nos parecía el éxito de las miguitas de las madalenas, aquello no era nada comparado con el entusiasmo que le produjo la crema pastelera. A modo de ilustración diré que me tuve que zampar mi trocito de mona de la merienda a escondidas para que no me viera y quisiera más, que saltarnos un poco las normas de alimentación pase, pero tampoco sin control. Héctor es digno hijo de sus padres, no hay duda. Menos mal que luego quema el subidón de azúcar a base de "croquetas" en la cama: girar para todos lados sin más motivo que el hecho de que uno puede hacerlo (¿y qué mejor motivo que ese?).
Pero sí, es que la mona estaba para chuparse los dedos, aunque fuera a hurtadillas.
Y de Madrid, en una maleta a punto de estallar y no precisamente por llevar libros o cosas de las que antes nunca faltaban, sino ropa de bebé, también se vinieron unos cuantos preparados de repostería que iremos haciendo en las próximas semanas. Está por ver si los podemos comer abiertamente o tendremos que esperar a que cierta personita aparte la vista para poder hincarles el diente.
martes, 10 de abril de 2012
El día de la Mona
Publicado por Cristina en 17:03
Etiquetas Álbum de fotos, Barcelona, Cosas de casa
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Ah, son fantásticas las monas, ¡qué ilusión!! Y sí, es digno hijo de sus padres. :-))
ResponderEliminarNo me acordaba de que no había sabido identificar aquella flor aquí en tu blog. La verdad es que en el Botánico no tiene ningún mérito porque tienes los letreros por todas partes.
Hombre, tiene el mérito de ir, dar un paseo, hacer fotos y quedarse con los nombres :)
EliminarAsiq el enano tb ha salido pastelero, pues hija, q quieres q te diga, eso es una felicidad!
ResponderEliminarBesos!
De momento sí. Y yo no me quejo, además sus caras ahora son graciosísimas cuando prueba algo dulce que le gusta :)
EliminarPues esupendo que comparta gustos! Y anda que no me he olvidado veces de lo que iba a comprar, Enrique dice que no conoce a nadie más que haga esto, me consuela ver que no soy la única.
ResponderEliminarLas monas son tan vistosas, recuerdo que de niña me hacia una ilusión increible que me dieran las plumas de adorno!
¡Jajaja! Pues anda, dile a Enrique que no sólo no estás sola, sino que yo lo hago además con bastante frecuencia.
EliminarA mí también me ha servido de consuelo: pensaba que nadie más podía ser tan despistado ;)
La foto es preciosa, me encanta como el niño está viendo el escaparate. Me imagino lo alucinado que debería estar pendiente de tanto color y tanto chocolate, verdad ?
ResponderEliminarBesos
Emma
Sí, le encantó el colorido del mostrador. Cuando se entere de que además de colorido es comestible no sé qué vamos a hacer ;)
EliminarEn nada atracones a tres bandas¡!
ResponderEliminarPetó
¡Seguro! Vaya tres vamos a ser ;)
Eliminar¡Héctor no puede negar de quién es hijo! Su cara probando nuevos dulces sabores debe ser una ricura. ¡Muy chula la foto! Aunque por estos lares no se estila la mona, no he parado de comer torrijas.¿ Vosotros habeis hecho este año? Besos
ResponderEliminarQué va, este año no ha habido torrijas, pero Manuel ya no las perdona y en Madrid comió un par de ellas de pastelería. Yo me quedé sin ellas, porque si no son caseras no me gustan, así que tengo un poco de mono de ellas y tú me das mucha envidia :)
EliminarMenos mal que no os ha visto la dichosa enfermera por un agujerito!! Pero las pastelerías lo ponen tan difícil, que a poco goloso que seas es imposible resistirse!!
ResponderEliminarY que conste que si yo hubiese estado en tu casa, habría dado buena cuenta de la crema pastelera que, junto con la vainilla, es lo mejor del mundo!!!!
Ah, casi se me olvida, aunque con un poquillo de retraso, felicita a tu mami de mi parte por su cumple!!!
ResponderEliminarPues somos iguales, porque yo también soy de la opinión de que la vainilla y la crema pastelera son lo mejor del mundo :D Ay, se me hace la boca agua.
EliminarFelicitaré a mi madre, qué memoria la tuya. Y, aunque con retraso, felicidades a ti también :D