Nunca he sido de esa gente - la mayoría - que comenta la pena que le da que acorten los días y anochezca tan pronto. No porque no lo note y a las seis de la tarde tenga que recordarme constantemente que SÓLO son las seis de la tarde, sino porque la contrapartida era que llegaba el tiempo de mantita, té, libro y sofá. Tardes-noches más largas, sí, pero que con ese buen plan se hacían bien cortas.
Llegó Héctor y me encontré a mí misma saliendo a la calle muchísimo. Comenzó a andar y a desarrollar una personalidad que no cabe en casa y me encontré no sólo sin sofá ni mantita ni mucho menos libro, sino saliendo a la calle todas las tardes.
Como siempre, vamos al revés. Recuerdo muchas tardes del principio de verano en las que Héctor gateaba y desarrollaba su movilidad en las que, mientras medio mundo se echaba a la calle, nosotros nos quedábamos en casa para que Héctor pudiera moverse a sus anchas. Hacia el final del verano, coincidiendo con lo de andar solo, comenzamos a salir por la tarde. No íbamos excesivamente contracorriente hasta que cambiaron la hora. De la noche (con hora extra) a la mañana, la gente dejó de ir al parque por la tarde, o por lo menos a la hora de antes. La gente que estaba en el parque el día anterior a las seis y pico dejó de ir a esa hora porque era de noche. Hablábamos con gente con niños que te comentaba lo largas que se les hacían las tardes en casa, gente con niños que aludía como excusa válida que "estaba oscuro" ya para no salir. Y yo siempre mordiéndome la lengua con ganas de preguntar la hora. Es de noche, sí, pero no son las 23, son las 17:45 y qué culpa tiene el niño de que anochezca a estas horas. Es todo sugestión.
Así que pasamos unos días en que estábamos solos en el parque con, como mucho, un par de niños y sus madres. La gente nos miraba con cierto recelo, como se mira a los locos como cuando no se sabe cómo reaccionar ante una de las suyas. Y yo miraba el reloj constantemente: ¡son las 18:30! hubiera gritado con gusto.
Y era el mundo al revés, sí, pero no como la gente creía. Los pocos días que hizo un poco más de frío, con Héctor bien abrigado, la gente nos seguía mirando. Miraban con extrañeza a un niño que correteaba entrando en calor por el parque mientras ellos hacían recados (al parecer sacar al niño inmóvil en el carrito sí está permitido) con niños mal abrigados y quietos como estatuas y seguro que cogiendo esos resfriados que tanto miedo les dan. Y yo les devolvía la mirada con extrañeza y no entendía ese mundo al revés. Me daba igual: Héctor lo pasaba en grande corriendo a sus anchas por el parque y listos.
La venganza es mía, eso sí. Muchos de los que huyeron de la temible oscuridad ahora vuelven al parque con el rabo entre las piernas (o eso me imagino yo), habiendo ya gastado todos los recursos que tenían para retener a los niños en casa.
El sofá, la mantita y el libro han perdido a una usuaria (que no a una entusiasta), pero el té sí que me acompaña en el ahora usadísimo termo de Starbucks. Un toque hogareño en un clima hostil, no necesario en absoluto para entrar en calor (gracias, Héctor) pero reconfortante aun así.
Y si el termo por la razón que sea se queda en casa, al llegar se puede tener una deliciosa tacita de té recién hecho y humeante en apenas seis minutos. Vamos, en el tiempo aproximado que tarda un niño en olvidarse de que se ha cansado en el parque y en sacar energías para que parezca que por la casa ha pasado un huracán.
Obviamente las fotos del parque de esta entrada no estan tomadas a esas horas intempestivas. Son de un día que amenazaba lluvia y en el que cada diez minutos o así caía una gota. De nuevo, el parque para nosotros solos. A ver cómo le explico yo a Héctor más adelante que el columpio y el tobogán no son suyos.
Tampoco entiendo a la gente que se encierra en sus casas cuando no hay luz. Y menos con niños, jolín, que necesitan todo lo contrario. A mí el cambio horario me afecta unos días, quizás porque estoy acostumbrada a muchas horas de sol donde vivía antes, pero anda que no hay cosas que hacer dentro y fuera de casa...
ResponderEliminarLo de explicarle a Héctor que no es el amo del parque lo vas a tener complicado, eso sí XD
Con niños yo no sé ni cómo se lo plantean. Héctor aguanta alguna tarde de lluvia en casa porque no le queda otra, pero, como un perrillo, se va a la puerta de la calle periodicamente. La calle le encanta y es absurdo dejarlo encerrado sólo porque es de noche, ni que fuera esto el siglo XVIII, sin iluminación ni nada.
EliminarY además, bien abrigado, el frío (cuando lo hace, que últimamente es poco) no hace ningún daño, más bien lo contrario y eso es lo que la gente no parece comprender.
Me imagino la cara de esas mismas personas si se enterasen de que en los países nórdicos dejan a los niños desde bebés durmiendo fuera de casa incluso en el carrito XDDDD Desde luego, ¿qué mejor forma para inmunizarlos contra el frío?
EliminarCada vez que yo le cuento a alguien que en los países nórdicos ponen a muchos niños bien abrigaditos a dormir la siesta en el balcón me miran como si estuviera loca. Pero hasta donde yo sé es cierto.
EliminarA mi lo único q me retiene en casa es la lluvia. El problema esq x aqui llueve bastante.....
ResponderEliminarSí, es que con lluvia da mucha pereza salir. Aquí llueve poco, así que no es grave, pero aun así algún día he sacado a Héctor con la capa de lluvia y hemos ido a pasar el rato a algún sitio cubierto: biblioteca, centro comercial, etc.
EliminarOye, ¡qué estilazo tiene tu niño, jajaja! Es que la pose al andar es fantástica. A ver si de mayor pasa de libros y quiere ser modelo en la pasarela...
ResponderEliminarJajaja... Si lo vieras cómo se entretiene mirándose en el espejo y poniendo poses, caras, etc., no lo dirías tan en broma ;) Por suerte sigue entreteniéndose mucho con los libros también.
EliminarA mí me encantaba cuando anochecía pronto, al salir de la oficina y notar el aire fresco en la cara. No sé por qué tiene la gente tanto miedo a que anochezca pronto, si por las calles hay mucha luz para vernos
ResponderEliminarEl viernes una amiga y yo nos quedamos con nuestros niños las últimas en el parque. Hacía una agradable temperatura y tan sólo eran las 18:15. No lo entiendo
Besos
Emma
Veo que somos de la misma tribu, Emma :D
Eliminar¡Qué guapo que se nos está poniendo Héctor!
ResponderEliminarYo tampoco lo entiendo, parece que a las 18h todo el mundo tenga que estar ya en casa, encerrado. Y en verano serán las 21h y todo el mundo en la calle, no lo entiendo. Bueno, mi madre era una de las que seguían tu ejemplo: recuerdo de pequeña haber ido al parque tardísimo y estar absolutamente vacío. Lo que prueba que viene de hace mucho...
Jajajaja... tu madre era también de la misma tribu, entonces.
EliminarPero no, yo tampoco entiendo lo "primitiva" que es alguna gente guiándose tanto por las horas de luz y no por el reloj. Que vale, que cada uno organiza su vida como quiere, pero yo lo encuentro, cuanto menos, decimonónico.
Y qué hacen en los países del norte!!! No solo siguen saliendo si no que aunque no haga un tiempo de sol excelente (porque no suelen tenerlo) no se resignan a salir de casa de vez en cuando. Por ejemplo, en la película del profesor Lazhar vemos como en Canadá, en invierno, los niños salen al patio cada día a jugar con la nieve, aquí nos nieva y nos volvemos tarumba.
ResponderEliminarBesos
Nada, nada, como decía más arriba, si cuentas ese tipo de cosas te miran como si estuvieras loco. En fin...
EliminarYo es que soy de salir poco y la oscuridad en la calle no me gusta demasiado. Tampoco echo de menos los veraniegos días de sol, porque salgo lo mismo o menos incluso que en invierno :P Mi sofá sigue teniendo a esa usuaria habitual, jiji.
ResponderEliminarPor cierto, Héctor está enorme!! Parece que fue ayer cuando anunciaste por aquí que estaba de camino :)
saluditos!
Eso podría haberlo escrito yo hace un par de años. Pero ahora no queda otra, aunque tengo la sensación de que el sofá me echa de menos. O quizá sólo yo a él ;)
EliminarQué lástima que no vivamos en la misma ciudad! Porqué seguro que coincidiriamos en el parque! Suscribo todas y cada una de tus palabras. Ayer hacía muchísimo frío, salimos de casa pasadas las 7 y volvimos casi a las 9!! La peque iba con un abrigo con el forro de borreguillo (¿se llama así?) y gorro de lana, metida dentro del saco (que es de una tela parecida al forro polar), así que iba bien calentita. Iba tan cómoda que a los 10 minutos se durmió.
ResponderEliminarPor cierto, vi una cosa y pensé inmediatamente en alguien (pista: aunque parezca raro, no me refiero a Héctor)
Pues sí que es una pena, sí, Mar. Anda que no debía de ir a gustito Ares ni nada.
EliminarY, cuenta, cuenta, ¿qué viste?
Uff, en este tema no puedo dar mi opinión (pero al final parace que la voy a dar)...no sé qué me sucedería y que hábitos adoptaría. Supongo que más el día que la tarde,...pero eso depende también del niño, quizá sea de los amantes del atardecer...o sencillamente que él no entiende de horas, sino de momentos...y es su momento de jugar en el parque, y lo sabe.
ResponderEliminarDe todos modos, yo pienso que es buenísimo sacar a los niños,...aún con frío y de noche...y que jueguen, corran, se relacionen...
Me ha gustado mucho esta entrada, ver a Héctor tan mayor, y como también sacas provecho de esas tardes, a las que también se apunta tu té de la tarde, en taza-termo...o ese que te espera en casa y que se hace en 6 minutos.
Ese Earl Grey, tiene que estar muy muy rico...¡¡dentro de nada el de Navidad!! Tengo pendiente una visita madrileña con té incluido en Living in London...por cierto...¿has visto que han hecho algunos cambios? Ahora el baño de señoras está en la planta de arriba.
Un abrazo!!
Verlo no lo he visto (¿todavía?) pero me han contado lo de Living in London. Habrá que ir a "inaugurarlo" :D
EliminarMadre mía que grande esta Héctor ! Creo que haces bien, los niños tienen que respirar al aire libre, no puede ser bueno estar todo el día en casa o donde sea con la calefacción, han de notar el frío moverse y correr.
ResponderEliminarSí, la gente no entiende que a los virus no les gusta el frío, sino el calorcito y que donde se cogen los resfriados, las gripes y demás es en ambientes cerrados y calientes y no en la calle (hablando en general, claro).
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