Pelis raras de esas

Hoy me he dado cuenta de que mi mente se vuelve un poco de teflón cuando Manuel me habla de Sitges. Y no porque no me interese, aunque sean pelis raras (expresión dedicada a la única lectora, claro), sino porque creo que me pasa algo que, de sacarle punta, daría para hacer una película digna de Sitges. Es hablar de cualquier cosa de Sitges (las películas que veremos, el planning, el distinguir entre los planes que van antes y después de la sesión de cine...) y no lo retengo.

Todo este rollo para decir que yo el otro día presumía de que teníamos el domingo libre de eventos pero no es así. Cuando lo dije estaba claramente sufriendo los efectos del síndrome de Sitges. Total, que mañana volvemos a ver The Fall. Ya informaré a la única lectora de qué tal.

Para resumir los eventos de ayer y hoy mejor que empiece por ayer. Pululé por Barcelona donde, entre otras cosas, descubrí (peligro, peligro) una papelería en la que casi pasé media hora como quien no quiere la cosa. Luego Starbucks hasta quedar con Manuel y luego cena en el Vips antes de Cabaret.
Ya instalados en nuestra butaca nos dimos cuenta de que antes de venderle a la gente entradas para el teatro deberían hacerles una especie de prueba para averiguar si saben contar. La cantidad de gente que mira fijamente y con extrañeza su entrada es impresionante. Por no hablar de la gente - más envalentonada - que directamente se lanza a la aventura sin haberla descifrado. Los pares e impares son los grandes desconocidos. Y dónde va el 13 respecto del 14 es la gran cuestión (culpa de Bono, supongo, por cantar 1, 2, 3... 14).

Cabaret nos gustó. Yo conocía sólo las dos o tres canciones típicas y nada de la historia, así que fue toda una novedad.

Llegamos tarde, claro, y hoy a las 8:30 estábamos ya en el tren camino de Sitges. Se nos ha dado bien, pese al miedo que da coger un tren de Renfe por estas tierras, que nunca sabes qué te espera. Hoy tocaba, como la única lectora adivinó en el comentario - Diary of the Dead, de George Romero, un director mítico de estas cosas de zombies. Y a mí, para no ser una fan de zombies y sangre y cosas de esas lo he pasado bien, me ha gustado la película. Después de la proyección había una charla con el director (un señor muy majete): la gente del público le hacía preguntas y el pobre intérprete se las veía y se las deseaba para desenvolverse en esos mundos. El pobre ha tenido varias meteduras de pata. Por ejemplo, ha cambiado el argumento de un libro (por lo visto un clásico de este mundillo) llamado I Am Legend, donde - según ha explicado claramente el señor Romero - al final sólo queda un humano en un mundo de vampiros. El traductor ha sacado sus dotes imaginativas y ha decidido que en realidad lo que pasaba es que quedaba un vampiro y que el resto de la gente estaba muerta (y de qué se iba a alimentar el pobre).
Y después hemos bajado hacia la playita, y qué calor. Hemos comido nuestros sandwiches y nuestras patatas fritas gourmet en un parquecillo y he cogido conchas como es tradición (yo con vaqueros mientras la gente andaba por ahí como si fuera agosto). Hemos dado una vuelta para ver el ambientillo, que como siempre estaba animado. Y antes de coger el tren de vuelta he decidido que aunque aquí hay mil fruterías, hoy comprábamos la fruta en Sitges (qué exótico).

Y mañana volvemos a Sitges pero, por suerte, sin madrugar. Veremos qué tal la segunda jornada. ¿Me acordaré de qué película vamos a ver o tendré que preguntar de nuevo? Triste pero cierto: probablemente tenga que recurrir al ya típico: ¿pero cómo se llama la peli? ¿y de qué iba?