El día de la mona

Desde que hemos vuelto se nos acumulan los dulces. Esta mañana para desayunar hemos acabado los scones y la clotted cream (deliciosa combinación) y con todo ello aún en el estómago, me he ido a la pastelería a recoger la mona que había encargado por teléfono el otro día. Con todo lo llena que aún estaba del desayuno, cuando me han enseñado mi mona se me ha hecho la boca agua. Y por si fuera poco al llegar a casa, la he complementado con otros dulces de Pascua que hemos ido acumulando: un par de cosas de Marks & Spencer, el huevo que nos regalaron en el hotel y que nunca llegamos a comer allí, el conejo que compré hace siglos y que nunca llego a comer...

En Londres comimos otro dulce típico de Pascua que no trajimos y del que ya pondré alguna foto. Todo mi montaje ha servido de poco porque después de comer "sólo" hemos podido probar la tarta y un huevo de los que venían encima. El conejo, el huevo del hotel y demás se han vuelto a sus sitio a esperar turno. Y la tarta estaba igual de buena o mejor que la pinta que tenía: riquísima.

El resto del tiempo que no he pasado comiendo (poco), lo he pasado deleitándome en los narcisos. Ya están todos abiertos y aún me sigue sorprendiendo la rapidez del proceso.

Ya me he informado un poco de cómo hacer para plantarlos en la casita de verano. A ver si en verano nos ponemos a ello y el año que viene tenemos narcisos de producción propia.

Eso sí, no sé si el exceso de azúcar o qué pero hasta hace un rato no me he dado cuenta de la razón por la que las fotos desde que volvimos de Londres me salían menos nítidas y más apagadas. Había llegado incluso a pensar que la cámara superdotada se autocontrolaba ante el color tan fuerte de los narcisos pero resulta que no es tanto que la cámara tenga un modo inteligente como que yo sea tonta. Resulta que desde que volvimos veía en la pantalla un iconito que nunca había visto y no le daba más importancia, hasta que hace un rato me he enterado de que el modo inteligente estaba desactivado y en su lugar tenía puesto un ISO altísimo (para fotos con poca luz), por lo que las fotos salían con muchísimo "ruido". Yo, que estaba deseando que alguna foto me sirviera de fondo de pantalla, me llevaba muchos chascos al ver los resultados. Una vez que me he dado cuenta (¡por fin!) he vuelto al modo inteligente y las fotos han vuelto a estar a la altura (las de arriba ya son con el modo corregido) y han captado a los narcisos en todo su esplendor. Y yo ya tengo nuevo fondo de pantalla; no es este que pongo aquí abajo. La razón para poner esta foto es que demuestra mi teoría de que tener narcisos es tener la casa llena de pequeños soles.

Y mañana os llevo a Londres. Traed maleta porque será un viaje de varios días.