miércoles, 7 de abril de 2010

Poniéndonos las botas en Londres (figuradamente)

Esta vez también había tarrinitas de Marmite en el buffet del hotel, pero con la curiosidad literaria satisfecha la vez anterior, pude pasar de largo. Sigo con la intriga del Ovaltine, cuyos botes me siguen pareciendo muy grandes para comprar a ciegas.

Esto de citar al Daily Mail se está convirtiendo en una mala tradición, pero en el avión había leído un artículo que decía que el típico desayuno inglés es, según unos "investigadores" (las inevitables comillas son mías, el Daily Mail se los toma lo suficientemente en serio como para no ponerlas), el desayuno más sano (más que los cereales o cosas así). No es que yo necesite excusas para optar por ese desayuno en cuanto piso suelo británico, pero con ese consuelo llené mi plato en nuestra primera mañana. Y, sano o no sano, qué puedo decir: delicioso.

Y con el estómago así de lleno nos pusimos en marcha. Era Viernes Santo, así que no sabíamos qué esperar del día y del comercio. Nosotros habíamos intentado ajustar nuestros planes a los cierres y demás e íbamos a la aventura. Cerca del hotel está el famoso Borough market (hermanado con el de la Boquería), por el que ya habíamos deambulado antes. El otro día, acortando distancias por el lateral de la catedral de Southwark (me encanta el cartel que tiene delante: Southwark Cathedral: Here since 606 (Catedral de Southwark: aquí desde 606)) los puestos nos salieron al paso y no pudimos resistirnos a dar una vuelta. Es un mercado muy chulo (recuerda a la Boquería, que igual que para ellos tendrá cosas exóticas, para nosotros las tiene este).

Tiene todo tipo de frutas, setas, verduras, dulces, quesos, panes, tartas, pescados y un larguísimo etcétera de productos, todos presentados de tal forma que da gusto verlos. Y los dependientes de cada puesto - donde es factible, claro - deseando que pruebes algo de lo que venden. Nosotros íbamos de frugales ya que nadie sabía que la razón para no coger nada era que no nos cabía. Hasta que el señor de un puesto de dulces me colocó literalmente un trozo de un dulce en las manos y me lo tuve que comer, con tan mala suerte de que no sé qué era o qué llevaba, más que miel. ODIO la miel con todas mis fuerzas, me da muchísimo asco, y ahí estaba yo, con la boca llena de algo hecho a base de miel que sólo sabía a miel. Puagh, puagh, puagh. No me quedó otra que tragar a la fuerza y huir a un puesto de queso a coger un taquito de los que ofrecían para quitarme el sabor repugnante. Mucho mejor así. A todo esto Manuel estaba partido de risa con mi pequeño drama. Lo que no sé es si el señor que me encasquetó el trozo de dulce asqueroso se enteró de lo que había hecho.

Un pequeño recorrido por el Borough Market en imágenes:



Haciendo fotos como estas andaba yo cuando de repente... ¡lo más inesperado! Creo que me debí de quedar boquiabierta de verdad cuando vi a una señora, vestida normal, pasar con una cruz al hombro. Con la cámara en la mano y todo y lo inesperado de la imagen me sorprendió tanto que cuando reaccioné en la foto ya no se vio nada. Y detrás de ella un grupo de gente a modo de procesión informal. Como le dije a Manuel, que también se había quedado ojiplático, "ahora ya lo hemos visto todo en la vida".

Esto es adelantarme a la narración, pero pega más aquí: horas después en Trafalgar Square de nuevo bajo el diluvio universal y sin botas, con los pies llenos de agua, nos encontramos con unos ingleses vestidos de nazarenos, con sandalias y, por una vez, sin calcetines (por lo que vimos acababan de participar en un ensayo general de una especie de Pasión viviente que habría más tarde). Si yo tenía los pies helados no quiero ni pensar ellos. Claro que ahora que lo digo, y reflexionando sobre lo visto a lo largo de los viajes a Inglaterra, teniendo en cuenta que los ingleses son una raza a la que el tiempo atmosférico no le preocupa a la hora de vestirse como le apetezca, igual ni se enteraban.

Dejando el encantador Borough market atrás, seguimos en nuestro camino por la orilla sur del Támesis y, como siempre, vimos San Pablo (la catedral, ahora sí) a lo lejos. (Ojo al potente zoom de mi cámara). San Pablo siempre me recuerda a los fragmentos de Villette de Charlotte Brontë en los que Lucy Snowe, la protagonista, llega a Londres por primera vez.


The next day was the first of March, and when I awoke, rose, and opened my curtain, I saw the risen sun struggling through fog. Above my head, above the house-tops, co-elevate almost with the clouds, I saw a solemn, orbed mass, dark blue and dim--THE DOME. While I looked, my inner self moved; my spirit shook its always-fettered wings half loose; I had a sudden feeling as if I, who never yet truly lived, were at last about to taste life. In that morning my soul grew as fast as Jonah's gourd. (capítulo 6).

Lo siento, pero tratándose de Charlotte Brontë me siento incapaz de traducirlo. De empezar no acabaría de escribir esta entrada en la vida. Baste decir que la novela está traducida al español y publicada por Alba.

Siguiendo por nuestro caminito y ya que yo nunca me atrevo a ir al Globe a ver una obra de teatro por aquello de tener que aguantarla de pie, al menos esta vez cuando pasamos la tienda resultó estar abierta y pude curiosear y comprar mi típico lápiz (colecciono lápices de los sitios que visito, o al menos de las tiendas de regalos por las que paso) con la cabeza de Shakespeare.

Y por fin, después de dar un pequeño rodeo a causa de un puente en obras (los Juegos Olímpicos de 2012 se acercan a Londres... ¡si os contara las cosas que decía el Daily Mail al respecto! Pero no, bastante Daily Mail hemos tenido ya) y unos minutos de tensión pensando que no estaba... llegamos una vez más al South Bank Book Market, donde encontré mi joyita de Elizabeth Barrett Browning en el último viaje. Esta vez tuve menos éxito (aunque estuve muy cerca de llevarme una antología poética de Dante Gabriel Rossetti de 1880 ó por ahí también tirada de precio, pero al final no me decidí), aunque por fin compré The Uncommon Reader (Una lectora nada común), de Alan Bennett, un libro que tengo curiosidad por leer pero que siempre me daba pereza comprar. Después de dar muchas vueltas por las mesas, que aún estaban montando, cuando fui a pagar este (tres libras) me encontré en la casetita del dueño con Unity Mitford: A Quest, de David Pryce-Jones. A Manuel se lo enseñé cuando ya lo había pagado (dos libras) y casi le da algo, al fin y al cabo es un poco raro comprar un libro sobre la Mitford más nazi, más teniendo en cuenta que en Any Amount of Books había dejado en la estantería las memorias comunistas de Jessica Mitford (y en este viaje he vuelto con tres Mitfords, el libro de Unity, Wigs on the Green, de Nancy Mitford (una de sus primeras novelas que ella no quiso reeditar nunca en vida por encontrarla demasiado frívola con el tema del nazismo y demás, precisamente; con una portada muy chula, eso sí) y The Pursuit of Laughter, con ensayos, fragmentos de diarios, entrevistas, artículos y demás de Diana, la otra nazi, mujer del infame Oswald Mosley).

Aprovechando que el día amenazaba lluvia, pero aún no se había puesto a ello, nos sentamos brevemente en un banco mirando el río... hasta que nos empezaron a caer las primeras gotas. Una breve incursión en la librería Foyles chiquitita de ahí al lado, y a buscar la estación de metro de Waterloo para ir al centro. La estación de Waterloo es enorme y bastante imponente, y al entrar en ella se ve la lista de los trabajadores de esa estación caídos en las dos guerras mundiales. Impresiona bastante eso también.

La tarde de Viernes Santo la dejo para mañana.

6 comentarios:

  1. Los mercados tienen muchísimo encanto en todas las ciudades, es curioso :) Y el desayuno británico, será poco sano pero está increíble! Cuando yo voy a los hoteles que tienen buffet siempre caigo con las "beans", las salchichas y los huevos XDD Y eso que en mi caso todo eso está prohibidísimo por el colesterol, pero por una vez... ya luego se quema durante el día :D De hecho, el desayuno tiene que ser la comida más fuerte del día y en España nos cuesta muchísimo desayunar bien.

    saluditos!

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  2. ¡Qué hambre me ha entrado con el desayuno! Creo que es lo que más me gusta de los hoteles londinenses. Por cierto, Guacimara y yo probamos el Marmite en el hotel y lo encontramos repugnante... Animate a probar el Ovaltine! Estoy enganchadísima.

    De Unity no se si compraría algo, pero sí de Diana y de Jessica (son mis Mitford favoritas), y de Nancy tengo el libro en la wishlist, supongo que caerá en mayo. Pero bueno, una buena seguidora de las Mitford tiene que leerlos todos, no importa sus tendencias políticas.

    Ya tengo ganas de saber que fuisteís a ver al teatro.

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  3. Un buen desayuno inglés es lo mejor para patear la ciudad y aprovecharla al máximo. Pero con lo que se me ha hecho agua la boca es con las delicatessen del mercado.. mmm! Solo acordarme de lo asqueroso que estaba el Marmite que provamos con littleEmily se me revuelve el estómago! Me ha hecho ilusión reconocer el "The Anchor" en tu foto de zoom, tiene un encanto especial. Y para acabar: no pude con ese libro de Alan Bennett... lo cogí en la biblioteca para leer algo de él antes de ver la magnífica obra "Els nois d'història" dirigida por J.M. Pou. Pero tuve que abandonarlo en la página treinta y pico... no sé, quizá no era el momento. Ya me contarás que te parece.

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  4. "Ojo al potente zoom de mi cámara" Jajaja! No se nos escapa, no.

    Antes entré a dejarte un comentario y no pude.

    Gracias por dejarnos saborear Londres contigo. :-)

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  5. Que gozada de cronica¡¡
    El desayuno potente potente,por cierto, te animaste a comprar algún libro de cocina en ingles?
    Angeles

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  6. Lillu: ¡bien! Me alegra que no estemos solos en lo de ser fanáticos del desayuno inglés (aunque en realidad la fanática soy yo, Manuel va cambiando un poco)

    LittleEmily: ¡¿has probado el Ovaltine?! ¿Está rico entonces? ¿Merece la pena? ¿Sabe a Cola Cao o diferente?

    Tus Mitford favoritas son precisamente las que peor se llevaban :D A mí me cuesta elegir. Todas tuvieron vidas interesantes a su manera independientemente de sus ideologías y todas son divertidísimas. Si en mayo pasáis por Any Amount of Books quizá llegues a tiempo de llevarte las memorias de Jessica (A Fine Old Conflict).

    El teatro lo dejo para el final ;)

    Guacimara: jajaja, me he reído con lo del Marmite que contáis. Es que es repugnante.

    Eso es lo que me pasaba a mí con el libro de Alan Bennett, que puede estar muy bien o ser un bodrio, así que no me decidía a comprarlo. pero tan baratito no lo pude resistir. Ya te contaré cuando lo lea y salga de dudas.

    Elvira: Blogger está raro últimamente, vive su vida ;)

    Me ha hecho gracia lo del zoom. Yo lo indico por si acaso ;) Creo que los de Sony deberían pagarme comisión porque estoy dejando su producto por las nubes (y Rufinito también es de Sony). Y diciendo la verdad y todo ;)

    Ángeles: en la entrada de hoy te he respondido a la pregunta del libro de cocina :)

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