Creo que debo de pertenecer a una de las últimas generaciones que escribió cartas y recibió más cartas que las del banco, las de promociones y las de facturas. De ahí que nunca sepa cómo posicionarme en lo de los nativos digitales (aquellos que han tenido siempre las nuevas tecnologías al alcance de su mano) vs. los inmigrantes digitales (aquellos que han llegado a las nuevas tecnologías en algún momento). Yo no nací en un mundo tecnológico, pero la tecnología (léase: ordenadores) llegó tan pronto que no fui consciente de migrar a ella. Con lo cual quizá mi generación debería conocerse como "adoptados digitales" o algo así.
El caso es que como se dice en inglés "old habits die hard", o lo que es lo mismo: que es difícil deshacerse de las viejas costumbres. Así que me cuesta no abrir el buzón con un poco de esperanza. ¿Que luego salen sólo cosas aburridas? Qué le vamos a hacer, pero durante unos segundos hubo un mundo de posibilidades en mi cabeza. Y lo mejor de todo es que hay días en los que abro el buzón y realmente aparece una sorpresa. El otro día un sobre que venía de Valencia me sorprendió con un recorte de la revista Elle y una postal monísima.
El recorte de Elle era un reportaje de Espido Freire, a la que las revistas no paran de enviar a Yorkshire desde que escribió su libro Querida Jane, Querida Charlotte, menudo chollo. Me encantó leerlo y no pude estar más de acuerdo con algunas de las cosas que decía:
No es [Yorkshire] un lugar para amantes de lo fácil, de los viajes organizados o del sol a ultranza. Pero el cielo sobre los páramos aparece dramático y salvaje, y compensa todo. [...]
[Mis] destinos tienen que ver con lo intelectual, y no con los gustos hedonistas: no me atrae el sol, ni la playa, pero sí la historia, las leyendas, las experiencias nuevas. Hago compras, pero no me vuelvo loca [...]
¿Me vuelvo yo loca con las compras? No lo sé, todo lo que me traigo de los viajes siempre me parecen "necesidades básicas".
Mi única pega es un pie de foto que se supone que indica la casa de las Brontë cuando en realidad es una tienda con cartel y todo: "Peters of Haworth for Jewellery·Country·Wear·Antiques".
De la postal que acompañaba el recorte lo primero que me hizo gracia fue la muñequita, que tenía la cara igual que la de unos monigotes que me había traído de Madrid "firmados" por un artista de 4 años. Por si a alguien le interesa yo soy el monigote de abajo a la izquierda, el que tiene dedos larguísimos (y que conste que al natural mis dedos son normales, no especialmente largos).
Lo segundo que me hizo gracia fue el título que le daba la remitente: "Cristina pensando en la tarta que va a hacer a Manuel". Me partí de risa porque recrea el momento a la perfección, sólo falta una pila de libros de repostería al lado y es la viva imagen de la mayoría de los viernes antes de ir a la compra.
Y hoy es viernes, así que ya sabéis como imaginarme...
Bonita carta para encontrarse en el buzón :) Yo también me incluyo en esa generación que intercambió muchas cartas en papel antes de pasarse al correo electrónico. De hecho, guardo una caja con todas las cartas que nos escribimos mi primer novio y yo durante nuestro primer año de relación, que estuvimos separados. A razón de dos cartas por semana durante un año... imagínate :) La emoción de mirar el buzón, de acosar al cartero preguntándole si había algo... ays, eso ya no se puede sentir ahora, jeje.
ResponderEliminarsaluditos!
Yo también guardo una caja con cartas...y, de vez en cuando, escribo alguna. La semana pasada recibí una postal...pero reconozco que las tecnologías llegaron a mi casa para quedarse.
ResponderEliminarY no voy a decir nada de lo que opino sobre la lacia de la Freire y el chollo que ha encontrado porque comparto gustos a la hora de elegir destinos vacacionales...
Yo lo he escrito varias veces en mi blog y a lo mejor me repito, pero es que me encanta la sensación de abrir, mirar dentro, del buzón y ver que te ha llegado una carta. Y como bien dices Cristina, aunque sepas que hay pocas probabilidades que no sea más que una factura, yo también me quedo siempre con el gusanito de la esperanza...
ResponderEliminarTodavía tengo en casa de mis padres dos cajas enormes llenas de cartas que intercambié con mis amig@s de aquí el año que viví en Inglaterra y posteriormente con los que allí hice. De vez en cuando pienso que debería tirarlas pero no lo hago: ni quiero abrirlas ni quiero deshacerme de esas cartas. No sé, es un sentimiento extraño.
ResponderEliminarAh, y me encantaba que el cartero me conociera...
Me ha gustado verte sentada en ese sofá rojo pensando en la tarta, jaja! Y para que te envíen a Yorkshire... ya sabes lo que tienes que hacer. :-)
ResponderEliminarQué chula la postal y los dibujitos del nene/a de 4 añitos!
ResponderEliminarComo sabes sigo emocionándome al recibir paquetes y cartas personales. Es una pena que hayamos dejado ese hábito tan bonito... Este año pedí a los reyes de León un sello de cera con mi inicial pero lo he utilizado poquísimo... bueno, por lo menos sigo enviando postales a mis amigos y familiares cuando viajo, pero raramente recibo de ellos alguna postal... snif!
Y también guardo dos cajas llenas de cartas de infancia y adolescencia...
ResponderEliminarLillu: yo también almacené muchas cartas (algo más desordenadas, eso sí), que supongo que aún deben de estar en algún rincón de casa de mis padres en Madrid.
ResponderEliminarSamedimanche: sí, a mí me pasa lo mismo con la tecnología: un quiero y no puedo. Me gustan las crtas, pero al final siempre es mucho más cómodo un correo electrónico o un sms.
A mí Espido Freire me gusta según lo que escriba. Hay cosas suyas que no me llaman nada la atención y otras que me resultan entretenidos (su último libro de ficción, Soria Moria, me gustó). Dicho eso, mi copia de Querida Jane, Querida Charlotte está llena de post-its con correcciones de cosas que se sacó de la manga ;)
Iris: sí, el momento de abrir el buzón siempre es magnífico. Y lo bueno de que tengamos tan poca comstumbre de recibir cosas es que aunque lo que salga sea una carta del banco no te llevas tampoco un chasco ni nada.
Crafty-Marta: sí, aunque no las leas, tirarlas o destruirlas da muchísima pena. Como ya lo habéis comentado dos, yo debo decir que nunca conocí al cartero y, diría, que el cartero tampoco a mí.
Elvira: me temo que por el momento si quiero ir a Yorkshire tendré que costearme yo el viaje ;)
Guacimara: el artista de los dibujos es un niño. Me hace gracia lo de las postales que dices porque a mí me pasa lo mismo: yo las envío (igual que las felicitaciones de Navidad), pero pocas veces las recibo. Pero en fin, que no funciona así y yo no las mando para que me las devuelvan, así que no me quejo (mucho).
Todavía guardo un montón de cartas de las que recibía cuando era más pequeña: durante una época me dio por coleccionar postales y me enviaban postales. Además, me hace mucha ilusión el abrir el buzón y encontrar algo que no sean facturas...
ResponderEliminarPues entonces tendrás una buena colección de postales, qué chula :)
ResponderEliminarMe encantaría encontrar el libro de Espido Freire, "Querida Jane, querida Charlotte" (creo que era así el título)...y pasear por los paramos de nuevo y por el sur de inglaterra. En su momento lo tuve entre manos, pero no pensé que me fuera a gustar.
ResponderEliminarEl buzón sigue siendo un lugar donde encontrar retazos de viajes, saludos, muestras de cariño...no es como hace unos años, pero aún sigo recibiendo alguna que otra postal, o un precioso paquete...es maravilloso mirar el buzón y encontrar cartas que no sean del banco ;)
¿No lo tienes? Pues con sus errores y sus cosas, es una buena lectura, mucho mejor la mitad dedicada a Austen que la dedicada a las Brontë, eso sí. A ver si lo encuentras por ahí y te lo llevas a casa. Yo creo que, con alguna pega que otra, lo disfrutarías.
ResponderEliminar