Sonará un poco egoísta, pero definitivamente lo prefiero cuando Sant Jordi cae en día de trabajo, cuando me da tiempo a escaparme un rato por la mañana, pasear con gente pero sin muchedumbres, ver cosas, hacer fotos de los puestos, las rosas, hojear algún que otro libro, pulular de acá para allá y, en general, respirar. Este año fue un shock encontrar aglomeraciones y atascos de gente desde media mañana, no poder pasear a nuestras anchas, no poder hacer apenas fotos (imposible sacar la cámara de fotos cuando 1) evitaba que la masa espachurrase a Mister X y 2) la masa me llevaba a su ritmo, por lo que no podía pararme a fotografiar nada).
Llegamos a los puestos de la Casa del Libro en Paseo de Gracia a la hora en que se suponía que empezaban a firmar allí Javier Marías y Joaquín Reyes (yo le había regalado el libro Ellos mismos a Manuel por indirectas suyas; también le regalé, ya que Pyongyang le (nos) había gustado tanto Crónicas birmanas de Guy Delisle). Manuel me dejó aparcada en la cola de Joaquín Reyes y se fue a explorar dónde se situaba la de Javier Marías. Al cabo de 20 minutos en sendas colas resultó que ni uno ni otro habían llegado todavía. Manuel me dijo que abandonara la cola de Joaquín Reyes y me fuera a la de Javier Marías, que tenía el honor de ser la cola más cómoda de todas, puesto que la gente que la formaba tenía espacio para respirar y no tenía la necesidad de anclar los pies al suelo para que la masa no se lo llevara a uno por delante. Un lujo.
Por fin llegó Javier Marías y por fin comenzamos a avanzar. Al cabo de un rato Manuel se fue a la cola de Joaquín Reyes y me quedé sola esperando que me llegara el turno y viendo ya a Javier Marías de lejos: me chocó un poco comprobar que el pobre hombre tenía un cigarrillo sin encender en la boca. ¿No le dejan ya fumar? Era un clásico de otras firmas, verle fumar y firmar. No seré yo la que defienda que la gente fume (soy de las que están encantadas de poder entrar en cualquier sitio sin temor a salir con la ropa y el pelo apestando a tabaco) pero en este caso me pareció excesivo que no le dejen fumar (y le den pie a escribir artículos de esos suyos que no me gustan sobre el tabaco en los que no estamos en absoluto de acuerdo). Más tarde, comentándolo, de todos modos, Manuel me recordó que no había defendido precisamente a alguien de la cola que se había puesto a fumar mientras esperábamos. Yo aduje que Javier Marías estaba trabajando, pero no sé si coló.
El caso es que por fin me llegó el turno, me firmó Los enamoramientos (que terminé ayer mismo por cierto), un poco disperso, hablando con dos chicas que había en la caseta, y después le puse encima de la mesa su libro infantil, Ven a buscarme. Fue ahí donde comenzó la confusión. Conversación más o menos textual:
Javier Marías: ¿para quién es?
Cristina: hmmm... es que aún no tiene nombre, pero es un niño.
Javier Marías: ah... ah, ¿es que acaba de nacer...?
Cristina: eeehhh... no, es que... (sin sutileza alguna se señala la barriga).
Las dos chicas de la caseta: (se parten de risa)
Javier Marías: ah... vale, es que no había visto...
Las dos chicas de la caseta: (se siguen partiendo de risa)
Javier Marías: (empieza a poner la dedicatoria y escribe "Para el niño de"). ¿Cómo era tu nombre?
Cristina: Cristina (al ver que Javier Marías no lo oye bien). Cristina. Cristina.
Javier Marías: (hace ademán de recuperar el ejemplar firmado de Los enamoramientos para mirar el nombre, ya que no oye lo que le digo).
Cristina: ¡Cristina!
Javier Marías: ah, es verdad. (Sigue escribiendo: "Para el niño de Cristina, o la niña...".) Porque también puede ser una niña, ¿no?
Cristina: bueno, es que ya se sabe que es un niño.
Javier Marías: (bastante confuso, el pobre) ah... (continúa escribiendo: "o la niña que no será"). Es que nunca me acuerdo que ahora se puede saber muy pronto... (Termina de escribir: "con mis mejores deseos").
Nos despedimos y fin de la conversación. Nunca imaginé que una firma de un libro con Javier Marías pudiese desembocar en tal grado de surrealismo. Pobre hombre, creo que le hice pasar un mal rato.
Después de eso, aunque le había dicho a Manuel que le esperaría en algún espacio más o menos abierto, como había visto que Joaquín Reyes se tomaba cada firma con calma, decidí aventurarme a curiosear y esperar allí. Además verle firmar era un show, no sólo por lo que hablaba, sino por cómo entregaba los libros, cómo dibujaba (a los que no sabemos dibujar siempre nos fascina la visión de conjunto que hay que tener para que cuatro rayas que no sabemos qué van a ser acaben siendo algo claramente), etc.
Y además así pude presenciar cómo Elvira Lindo se le acercaba, le saludaba y se hacían amigos ipso facto.
Aprovechando que Elvira Lindo se quedó allí cerca esperando a irse, no pude contenerme y me acerqué a darle las gracias por sus artículos dominicales en El País y a comentarle eso de que Manuel dice que nos "mimetizamos" artículo tras artículo, cosa que parece que le hizo gracia. Le di las gracias de nuevo, me dio la mano y nos despedimos: estuvo bien.
Volví a Joaquín Reyes, que seguía al pie del cañón mientras alguien de la caseta le recordaba que tenía que irse a comer, que fuera concluyendo. Ante las protestas de los que quedaban en la cola, Joaquín Reyes dijo que él no se movía de ahí sin haber acabado de firmar. La de la caseta le dijo que bueno, pero que ya sólo quedaban firmando Javier Marías y él, ante lo que Joaquín Reyes miró hacia donde estaba Javier Marías con cara un poco de susto y dijo "que no me vea" (supongo que por esto).
En fin, por fin le llegó el turno a Manuel, Joaquín Reyes firmó muy amablemente con dibujito incluido y por fin pudimos salir de la zona de casetas, ahora ya un poco más despejada por aquello de ser la hora de comer.
Fue entonces momento de adquirir mi rosa. Manuel me dijo que eligiera el puesto que yo quisiera y la rosa que yo quisiera (otros años ya la trae él), cosa que fue un poco apabullante porque había miles donde elegir, claro. Al final escogí una y nos fuimos a comer, cosa que resultó casi imposible porque todo estaba abarrotado de gente.
No me entra en la cabeza qué mente pensante había calculado que este Sant Jordi sería de pocas ventas.
Después de comer no nos apeteció luchar contra las multitudes así que nos volvimos a casa. Un Sant Jordi un poco breve, pero agotador e intenso. En casa seguí regodeándome en mis dos libros nuevos, que Manuel me había dado antes de salir por la mañana:
A Room with a View (Una habitación con vistas) (con una portada preciosa), de E.M. Forster (en honor de nuestro ciclo Forster, claro) y Oscar and Lucinda (Oscar y Lucinda), de Peter Carey, como la sugerencia innovadora de este año (Manuel por Sant Jordi siempre me regala libros que piensa que yo no compraría por mis propios medios), que tiene muy buena pinta (Manuel conoce la historia porque hay una película) y que pienso empezar hoy mismo.
En fin, que estuvo bien Sant Jordi.
Aunque no te lo he dicho en el comentario de la entrada anterior: Bienvenidos!!!
ResponderEliminarYo también tuve un Sant Jordi un poco raro este año. Los libros nos los dimos el jueves, que además era jueves santo, y la rosa la compramos juntos! Pero como siempre, un gran día!!
Me ha hecho gracia el encuentro con Javier Marías XD Cuando Mister X sea mayor tendrás que explicarle lo de "la niña que no será" y la cosa se convertirá en una buena anécdota para contar a sus amigos, jajajaja.
ResponderEliminarA mí también me sonaba la película de "Oscar y Lucinda", pero no el libro.
saluditos!
jajajaja a mi también he ha echo gracia el encuentro con Javier Marias.
ResponderEliminarYo al final no estuve en Sant Jordi, me dio mucha rabia pero mi hermana se pasó para que Laura Gallego firmara dos ejemplares de su obra.
Que bien conocer a Elvira Lindo!!!Y Joaquin Reyes tiene q ser un puntazo de persona, la pena la aglomeración....pero por lo menos fuiste a una feria del libro,cosa q yo no he podido hacer
ResponderEliminarPues yo he podido disfrutar de un Sant Jordi plenamente en años. Esto de ser bibliotecaria me boicotea la fiesta año tras año, pero por fin he podido salir (muy muy pronto) y ojear aquello que me gustaba e incluso comprar.
ResponderEliminarMe ha gustado tanto que a partir del año que viene siempre me pediré fiesta el día de Sant Jordi... :)
Pues nosotros sí que pasamos un Sant Jordi de lo más atípico. Estuvimos visitando la Alhambra toda la mañana. Y es que, cuando por fin cae en festivo, pues eso de las aglomeraciones lo venimos viviendo los últimos años y es horrible, resulta que estamos fuera. En fin que el próximo año volverá a caer en lunes, pues es bisiesto. Desde aquí reivindico Sant Jordi fiesta nacional. Nosotros lo que solemos hacer en el caso de que caiga en festivo, es salir por la mañana que es cuando hay menos gente y pasear hasta la hora de comer. Comemos por ahí y luego volvemos a casa.
ResponderEliminarLo de Javier Marías es muy gracioso, pero debió pasar un mal rato.
Besos
Este año he echado de menos un Sant Jordi normal... pues no hemos tenido ni libros ni rosas. Aunque no puedo quejarme, pasamos un precioso día soleado entre tulipanes y con cena romántica en un canal de Utrech.
ResponderEliminarJavier Marías debió pasar un poco de apuro, pero así tienes una nueva "batallita" que explicar a tu "niña que no será" jeje!
Un beso.
Estoy contigo: mejor un Sant Jordi en día laborable, con poco estrés por la mañana ni esos gentíos. Todavía me sorprende ver a alguna madre que se atreve a sacar el carrito de su hijo y dejarse arrastrar por las multitudes, espero que no le hagáis lo mismo a Mister X... que se reirá mucho cuando le contéis la historia de la firma de Javier Marías.
ResponderEliminarEste año he aguantado todo el día fuera de casa, que tiene mérito, pero sigo sin recibir una rosa de verdad. Nadie se atreve :D
Yo no puedo con las masas, me pongo literalmente mala. Así que solo paseé por mi barrio, que estaba de lo más muerto.
ResponderEliminarMe encantó A Room with a Wiew, soy bastante fan de E.M. Forster.
Cada vez estoy más convencida que Sant Jordi es el peor día para comprar libros! Por Tarragona también ha sido excesivamente multitudinario; lo único, que no tenemos autores "mediáticos" que firmen, sólo los locales, que consiguen resultados más modestos en sus colas :P
ResponderEliminarY como a mí siempre me toca trabajar para Sant Jordi, por mí ya puede caer en el día de la semana que quiera!
Mar: bueno, entonces el día fue inusual pero no estuvo nada mal, si hubo libros y rosa :)
ResponderEliminarLillu: sí, sólo para la dedicatoria inicial el pobre niño necesitará más comprensión lectora que para el resto del libro ;)
Amelia: qué bien lo de los libros firmados, siempre hace mucha ilusión :)
Dina: sí, pese a las aglomeraciones tampoo me quejo. Eso sí, me has hecho darme cuenta de que este año nos perdemos la Feria del Libro de Madrid :(
Iris: me alegro mucho por ti, pero si a partir de ahora te tomas el día libre verás que en laborable es aun mejor.
Enrique: ¡es bisiesto, tienes razón! Y Manuel y yo todo el día de Sant Jordi convencidos de que el año que viene caería en domingo y sería del estilo a este. Me has dado una alegría.
Yo normalmente hago eso que dices: salir pronto por la mañana, pasear hasta la hroa de la comida y volver a casa cuando la gente empieza a salir del trabajo y comienzan a formarse masas humanas, pero te aseguro que este año, la masa humana estaba presente desde bastante antes de la hora de comer.
Guacimara: vaya, veo que muchos habeis tenido un sant Jordi atípico con eso de ser Semana Santa, pero por muy atípico que fuera creo que no te puedes quejar en absoluto, ¿eh? :)
LittleEmily: precisamente Manuel y yo comentamos lo de los cochecitos. Ahora que sé que caerá en lunes, salir un rato por la mañana lo veo más factible que si cayera en domingo, pero habrá que ver. Igual si viene Javier Marías no me resisto a presentarle a la niña que no fue ;)
Elvira: no me extraña que tu barrio estuviera medio muerto, es que creo que todo el mundo estaba en el centro: yo nunca había visto un gentío así, lo digo de verdad.
Zarita: bueno, yo otros años sí que he comprado libros en Sant Jordi y este año quería haberle comprado alguno a Mister X, pero visto lo visto este año te doy la razón con eso de que fue imposible (o al menos impensable) ponerse a hojear ni comprar nada.
Te va a gustar Oscar and Lucinda. La leí hará 10 años y tb tengo la película de esa época en VHS. Tengo más cosas de P. Carey en casa aún sin leer. Saludos
ResponderEliminarPues de momento llevo muy poquito pero pinta muy bien, sí.
ResponderEliminarSi lees más de Peter Carey ya contarás qué tal.
Mi cosecha fueron las firmas de Elvira Lindo (¡qué encanto de mujer!) y Laura Gallego (petición de mi hermana, no he leído nada pero la chica es una santa, qué cola tuvo que soportar...).
ResponderEliminarComer fue una pesadilla. Bajamos andando desde El Corte Inglés de Francesc Macià hasta Urquinaona, haciendo mil vueltas y encontrándonos nada más que con colas interminables. Acabamos cogiendo el metro y comiendo en el centro comercial Badalona, que es donde habíamos dejado el coche... Nunca había visto tantísima gente en Sant Jordi. ¡Me sumo a la reinvidicación egoista! XD
Me has dejado impresionada con el recorrido que hicisteis buscando dónde comer, porque cuando nosotros dudábamos de adónde ir, una de las zonas que teníamos en mente era precisamente Francesc Macià o L'illa. Qué cosas...
ResponderEliminar¡Qué Sant Jordi más disfrutado!
ResponderEliminarLa foto de Reyes con Lindo es impagable! :D
Es la primera vez que caigo aquí, pero me ha encantado tu entrada sobre Sant Jordi. Soy lector apasionado de Javier Marías y seguidor del humor de Joaquín Reyes. Google hizo el resto, jaja.
ResponderEliminarEste año he celebrado Sant Jordi por primera vez en mi vida, desde Madrid, y ha sido una experiencia preciosa que ahora recuerdo de nuevo en tu blog.
Vendré por aquí más a menudo, más si cabe teniendo en cuenta que adoro la ciudad desde la que escribes.
¡Un saludo!
Mar: no había visto tu comentario. La foto refleja sólo parte del encuentro, pero verlos juntos en vivo y en directo fue genial :)
ResponderEliminarAlejandro: gracias por lo que dices y me alegra que te haya gustado el blog :)