martes, 13 de mayo de 2008

El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón

Sin duda, lo que más me molesta de leer un llamado best-seller no es que lo sea, sino encontrarme con críticas snob del libro en cuestión por ahí, que es lo que me ha pasado con El juego del ángel. Un vistazo a algunas páginas web que lo reseñan y se me pone un mal humor... Siempre me ha cansado un poco el término "comercial" cuando a fin de cuentas todo es comercial a no ser que se regale. El arte no comercial no existe. Así que me encuentro gente que presume de leer los clásicos, los grandes nombres y despreciar los nombres que están en boca de todos. Sinceramente, para mí la finalidad de un libro es que el lector disfrute de la lectura y me gusta ver a la gente leer (una de mis aficiones "secretas" es curiosear y hacer imposibles para averiguar lo que lee la gente que me rodea en el transporte público, etc.), no me importa tanto que al final resulten estar leyendo La Ilíada o El diario de Bridget Jones. Se entra además en el terreno fangoso de definir qué es lo que hace que un libro sea un buen libro y todo eso. Y una cosa no quita la otra por mucho que la gente lo quiera ver así: leer La Ilíada por suerte no es incompatible con leer El diario de Bridget Jones.

Dicho esto, y entrando ya en detalles, he encontrado un poco irritante que de vez en cuando en El juego del ángel cunda la autocompasión de Carlos Ruiz Zafón. No porque necesariamente esté en desacuerdo con lo que dice, pero sí por la insistencia y por el intentar colar el mensaje en el libro cuando, la mayoría de las veces, se vuelve tal discurso que no cuadra nada en el libro.

El libro de Zafón ni se vende como una obra maestra de la literatura ni creo que pretenda serlo, pero hay gente que no sabe distinguir. El juego del ángel engancha, se lee rapidísimo, entretiene, da miedo, pena, risa... Ayuda a pasar el rato y a hacer músculo si se lleva de un sitio a otro. Después de leerlo no me arrepiento de haber hecho cola para que me lo firmase en Sant Jordi, porque ha resultado ser lo que buscaba cuando esperaba en la fila, ni más ni menos. Y tampoco es que yo sea una lectora particularmente sesuda, pero creo que algún que otro buen libro sí que he leído.

Además, como a los del afán no comercial les gustan los autores sólo mientras no los conoce ni su vecino, yo puedo dejar constancia aquí de que yo leí las obras juveniles de Zafón cuando las acababa de publicar. Por eso cuando salió La sombra del viento a mí ese señor ya me sonaba.

Si tengo una crítica no es a la historia, sino a la edición (primera edición firmada). Con las prisas por sacar el libro a tiempo para Sant Jordi no debió de dar tiempo a editarlo en condiciones, si es que se editó. Así que una se encuentra con cosas como "bien venida" (siempre que se dice está mal escrita), "escritar" (por escrutar) y bastantes más errores tipográficos, plurales y singulares y masculinos y femeninos que no concuerdan. ¡Eso sí que es grave! No sé si cuenta como falta de edición el hecho de que aparezca la palabra "melindros" que en castellano no existe (como yo di fe hace algún tiempo) o que haya un montón de frases y expresiones que rechinen porque, por imposible que parezca, recuerden a malísimas traducciones del inglés (¿cómo se dobla algo "nítidamente"? Neatly folded suena muy bien, eso sí.) También me rechinaban otras construcciones y algunas expresiones que me sonaban poco corrientes para los años 30.

Supongo (más bien espero) que en futuras ediciones se pondrá remedio al asunto, aunque vengo notando que cada vez más las primeras ediciones son un caos tipográfico. No sé hasta que punto las editoriales no confían en recibir las correcciones de los lectores y ahorrarse el trabajo.

Me gusta, eso sí, ver Barcelona a través de los ojos de Carlos Ruiz Zafón. Leer descripciones de sitios que conozco bien o preguntarme si tal sitio o tal otro realmente existen. Creo que El juego del ángel generará aún más recorridos turísticos que La sombra del viento. Y serán recorridos bonitos, eso desde luego. La foto de la derecha la tomé en la cola el día de Sant Jordi. El edificio junto al que firmaba Zafón y que sale en la foto no es otro que el que aparece en la portada del libro.

Otra cosa que me gustó y me sorprendió es que había leído que el libro recordaba en ciertos aspectos a Jane Eyre. Ya no hago mucho caso de esto porque la mayoría de las veces el parecido es minúsculo. Pero después de leer algunas escenas, desayunando, le dije a Manuel que efectivamente había cosas que me recordaban muchísimo a Jane Eyre. Una página más adelante no pude evitar soltar un "¡oh!" y leerle a Manuel en voz alta:

-[...] Pero no más mando y ordeno, ni más numeritos a lo mister Rochester.
-Lo que usted diga, miss Eyre.
-Y no se haga ilusiones, porque no me voy a casar con usted aunque se quede ciego.

Y de hecho luego aparece alguna que otra referencia más. Me encanta encontrarme referencias Brontë en los sitios más insospechados. Y me encanta también encontrarme con personajes como Isabella que, creo, es de lo mejorcito del libro.

Conclusión: que no hace falta, al menos no a mí, encontrar el sentido de la vida en cada libro que leo. Pero sí me hace falta que un libro me entretenga, de un modo u otro, para seguirlo leyendo. Y El juego del ángel me ha entretenido mucho. Creo que ese es el objetivo del autor.

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