jueves, 22 de mayo de 2008

Al alcance de la mano

En estos días en los que no hace ni frío ni calor, ni sol ni lluvia sino todo lo contrario, llego siempre a coger el tren muerta de sed.

Hace unos días iba sedienta pero mentalizada de que no tenía suelto y no podría sacar una Coca Cola fresquita de la máquina (es llegar el calor (los ratos que lo hace) y pedirme el organismo Coca Cola fresquita). Lo sobrellevé como pude y deseé no tardar mucho en llegar a casa. Al día siguiente hice lo posible para generar suelto. Así, llegaba yo tan feliz a la máquina, sacando el monedero sin recordar que había hecho un gasto en calderilla de última hora que me había dejado otra vez sin nada suelto. En esta ocasión el golpe fue más duro porque no sólo no estaba yo mentalizada como el día anterior, sino que encima había ido concentrada en la botella en cuestión todo el santo día, independientemente de la sed, sólo por resarcirme. Me llevé tal chasco que estuve un rato mirando al suelo discretamente por si encontraba alguna moneda que complementara mi escasa chatarrilla. No hubo suerte, claro. Al día siguiente, para evitar dramas entré en un supermercado, compré cosas que necesitábamos y, entre ellas, una botella de Coca Cola. Pagué con tarjeta sólo por darme el gusto de evitar el drama de pagar en metálico.

Hoy me he puesto la chaqueta que he llevado todos los días esta semana. La chaqueta que ni da mucho frío ni da mucho calor ni se estropea si llueve ni desentona demasiado si hace sol. Hoy, como todos los días, me he metido el iPod en el bolsillo al salir de casa. Hoy he encontrado dentro de ese bolsillo en el que meto la mano todos los días una moneda de un euro que yo no he metido ahí recientemente y que me hubiera sido de lo más útil en mis dramas de la calderilla. Siempre hace ilusión encontrarse dinerito inesperado en el bolsillo, pero hoy me ha dado hasta rabia. Eso sí, la he dejado ahí, para emergencias de sed.

1 comentario:

  1. Qué maravillosos son esos pequeños hallazgos inesperados. Es como descubrir sorpresivamente un olvidado tesoro enterrado.

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