Hay semanas en que la inspiración da gusto. Después de semanas devanándome los sesos para decidir qué repostería hacer el sábado o directamente delegando en Manuel para elegirla, el jueves de la semana pasada de repente se me ocurrió ("ocurrió" es un verbo muy sofisticado para describir estar pensando en otra cosa y que de repente, como salido de la nada, te venga esto a la cabeza) que iba a buscar la receta de un bizcocho de naranja con chocolate. Y no sé si es que yo no supe buscarlo bien (probablemente, dado que buscar nunca suele ser lo mío) o qué, pero el caso es que todas las recetas que encontré eran de bizcochos de chocolate con un poco de naranja. Y yo, pensando que aún teníamos la tarta del diablo muy reciente, quería justo lo contrario: un bizcocho de naranja con un pequeño toque de chocolate.
Así que internet no nos dejó otra opción más que improvisar sobre la marcha. Saqué la receta de aquel bizcocho de naranja tan rico y, cuando lo teníamos todo hecho, añadimos unas cuantas pepitas de chocolate a ojo. Voilà! Una receta hecha a medida y, por lo de echar las pepitas a ojo, irrepetible.
Qué bien olía y qué buena pinta tenía mientras se iba haciendo en el horno. Hubo unos momentos en que tenía pinta de anuncio, sólo que estaba crudo por dentro, claro. El problema de este bizcocho es que yo recordaba que la otra vez, incluso habiéndolo tenido más del tiempo marcado en el horno, todavía había quedado húmedo (y ya he dicho alguna vez que yo con eso no tengo problema, pero Manuel prefiere los bizcochos tirando a secos) y además, aunque no me hubiera acordado, la aguja demostraba que el bizcocho no estaba hecho. Y así el pobre iba tomando color y perdiendo oportunidades de participar en castings para anuncios. Le puse papel de plata por encima y todo para que no se requemase. El caso es que no sé si el problema es del bizcocho o mío: igual su destino es quedar húmedo por dentro a pesar de que yo me empeñe en lo contrario o quizá hay algo que falla y no termina de hacerse. No lo sé, pero el caso es que quedó rico y por lo que yo vi Manuel no le hizo ascos de ningún tipo.
Y la pinta por dentro, con nuestra mezcla improvisada de naranja y chocolate, me seguía pareciendo de anuncio. Qué buena pinta al partir el primer trozo ayer por la mañana y encontrarme con esta deliciosa combinación de colores y sabores.
Curiosamente veo que la otra vez lo clasifiqué como "muy contundente" y ahora estaba punto de escribir que era de contundencia media tirando a ligera. Ha debido de cambiar nuestra tolerancia a la contundencia porque el chocolate añadido no creo que sea precisamente la razón de que parezca más ligero.
El caso es que es de los bizcochos más sanos (ejem) que pueden hacerse: lleva una naranja entera y ¿qué mejor forma de prevenir o salir de un resfriado de esos que ahora acechan a la vuelta de cualquier esquina que debajo de una manta y con un trocito de bizcocho al lado? (Ahora vendrá alguien que me dirá que en la química culinaria las vitaminas de la naranja y todo aquello que la hace sana se pierden en el horneado o algo así. Si es el caso - que no lo sé - yo respondo que el efecto placebo y una mente feliz - manta, bizcocho - suplen a las vitaminas y son igual de reparadores/fortalecedores).
El caso es que mientras yo me zampaba mi trozo del desayuno aún no había llegado al sofá, sino que me había quedado pegada a la silla y a la mesa leyendo la columna de El País Semanal de Javier Marías. Diría que vitoreaba y aplaudía mentalmente pero por los comentarios de Manuel - que a su vez intentaba leer alguna otra cosa del periódico - debo confesar que los aplausos y comentarios eran también externos. Y es que había cosas con las que no se podía hacer nada más. Yo una vez ya protesté porque la entrada de la wikipedia sobre "novela romántica" era un batiburrillo de autoras mezcladas únicamente por el mero hecho de ser mujeres y con poca atención a si realmente escribieron novela romántica. (Ahora que lo compruebo, eso sí, debo felicitar a los duendecillos de la wikipedia, que han eliminado esa odiosa entrada y ahora hay una sobre novela rosa, que incluye a autores verdaderamente del género, y otra entrada sobre el Romanticismo (con R mayúscula, gran diferencia marcada por esa sola letra y si va en minúscula o mayúscula) que incluye a otros autores. Y las otras autoras que antes estaban en la entrada batiburrillo ahora se han redistribuido por sus correspondientes categorías y han dejado de estar condensadas en una sola entrada sólo por ser mujeres). Pero volviendo a Javier Marías:
Me consta que a la gran mayoría de los actuales académicos no se les escapa, con todo, el enorme desequilibrio de la situación, y tienen voluntad de remediarla, "dentro de lo razonable". Por desgracia, ya es irremediable que no formaran parte de esa institución la admirable María Moliner, o Emilia Pardo Bazán, o Rosalía de Castro, o Rosa Chacel o Carmen Laforet (en el caso de Carmen Martín Gaite hay que recordar que fue ella quien no quiso que su candidatura fuera presentada, pese a las insistencias, como tampoco lo han querido un puñado de escritores varones notables, como Ferlosio, Marsé, Mendoza o Savater, y contra eso la RAE nada puede hacer). Pero no por "compensar" a quienes ya es imposible compensar se va a elegir a meras congéneres suyas, que no han escrito los mismos libros o diccionarios. Eso sería tan idiota como elegir a diez autores gallegos para compensar la imperdonable ausencia de Valle-Inclán en su día.
Pero lo más preocupante de estos artículos quejosos, y a veces vituperadores, es el terrible y quizá involuntario machismo que rezuman, bajo su apariencia feminista. Uno de los escritos más airados lo firmaba en este diario una catedrática de Lengua y Literatura, y en él se leía: "Esta desconexión de la RAE con los tiempos que corren la paga toda la sociedad española, que recibe una proyección de lo humano cercenada. Pues se nos hurta la particular mirada de la mujer ..., lo que deja a oscuras ciertas zonas de nuestro mundo: cierta sensibilidad, ciertas emociones, ciertas vivencias, ciertas sensaciones ... En realidad, esta situación consiste en dejar fuera de la RAE a la mitad de la población, con su mundo y conocimientos particulares". Es difícil incurrir en un mayor desprecio y cosificación de la mujer. Según estos párrafos -y según tantos otros, igualmente llenos de lugares comunes-, las mujeres no son individuos con su propia inteligencia y sus propias características intransferibles e irrepetibles, sino que son homogéneas, monocordes e indistinguibles. ¿Qué quiere decir, si no, que "se nos hurta la particular mirada de la mujer", como si todas ellas compartieran la misma? ¿Qué significa "la mitad de la población, con su mundo y conocimientos particulares", como si el mundo y los conocimientos de cada mujer no fueran únicos y no divergieran los unos de los otros tanto como los de los varones? ¿Y cómo es que lo que se "deja a oscuras" son "cierta sensibilidad, ciertas emociones, ciertas vivencias, ciertas sensaciones" -atención a la lista de cosas más o menos epidérmicas, intuitivas, "interiores" o sensoriales, justamente las que el tópico más rancio atribuye a la literatura "femenina" y a la mujer en general-, y no, por ejemplo, cierta inteligencia, cierto pensamiento, cierta capacidad narrativa o reflexiva?
Suponer que las mujeres, por el mero hecho de serlo, tienen afinidades inevitables e irrenunciables me parece, como he dicho, su absoluta cosificación o animalización, en todo caso algo ofensivo. Tan distintas son entre sí como los hombres llegan a ser opuestos, y no serán pocas las que se sientan más próximas a algunos de éstos que a tantas de su propio sexo, como yo me siento más cercano, como escritor -o eso quisiera-, a Isak Dinesen, Emily Brontë, Rebecca West, Ajmátova, Catherine [sic] Mansfield, Hannah Arendt, Flannery O'Connor, Patricia Highsmith o Alice Munro que a Cela o Zola, Bukowski o Philip Roth.
Recomiendo leer el artículo completo, y eso que yo ya he citado un buen trozo, que supongo que será de los que traerán cola y acabarán con alguna gente llamando machista a Javier Marías (no porque venga a cuento, creo yo, sino porque muchas veces ya es un reflejo involuntario de muchos), pero a mí me parece que tiene toda la razón y que la ha expresado a las mil maravillas.
Y después, para bajar el bizcocho, un poco de plancha acompañada por una divertidísima película (tronchante sería más apropiado: creo que midiendo en la escala de veces que me hacen soltar la plancha para reírme a mis anchas esta es de las que más - si no directamente la que más - veces me ha hecho abandonar la plancha y partirme de risa): I Was a Male War Bride (La novia era él), de 1949, dirigida por Howard Hawks y con un grande, grandísimo, Cary Grant. Es de esas películas que te hacen exclamar que ya no hay películas así.
MUY BUENO. El bizcocho, lo adivino, y el artículo de Javier Marías, lo constato. Estupendo.
ResponderEliminarSoy poco dada a la repostería, pero la verdad es que este bizcocho dan ganas de hacerlo, tiene una pinta estupenda. Y recuerdo perfectamente esa tronchante película "La novia era él". Efectivamente, ahora ya no se hacen películas así. Y si la hicieran ahora, igual se la cargaban por machista.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leer parte del artículo que debe ser muy interesante.
ResponderEliminarMe encanta esa forma de tomar vitamina C, ideal para esta época
Besos,
Emma
Mmmm vaya pintaza estupenda, menos mal que ya he cenado... y aún asi, creo que me lo comería de postre.
ResponderEliminarTengo que leer el árticulo despacito, que a estas horas ya no soy yo.
ResponderEliminarElvira: gracias por la parte que me toca y me alegro de que te gustara el artículo de Javier Marías.
ResponderEliminarElena: sí, ahora se la cargarían por algo, no hay duda, aunque yo no la veo machista (pero bueno, yo hay muchas cosas que no veo especialmente machistas y hay gente que sí, y otras cosas, como dice Javier Marías, las encuentro muy machistas y hay gente que no). Pero es el problema de nuestros tiempos, que todo por lo visto tiene que tener unas intenciones y hacer propaganda - clara - de algo. Antes las películas se hacían y que cada uno sacase sus conclusiones, si quería. Ahora muchas te las imponen.
Emma: como de momento nadie ha confirmado/desmentido lo de que las vitaminas se evaporen, pensaremos que se conservan y que cada trocito de bizcocho incluye vitamina C.
Ángeles: anímate a hacerlo: es bien fácil y merece la pena. ¿O sigues de régimen? Cuando puedes leete el artículo, que de verdad merece la pena.
Bien te cuento, acabo de encontrarte buscando qué ver y hacer en NY? y llevo como hora y media leyendome tus post.Me quedo por aqui sin duda, adoro a las Brontë y NY
ResponderEliminarUn saludo
El artículo esta muy bien, sin duda. Y espero que no se le echen encima. Pienso que ante todo somos personas y desde mi espacio lucho por la igualdad en todos los sentidos...y como él me gusta leer tanto a mujeres como a hombres, pero no sé por qué...leo a bastantes más mujeres...y además bastante más mayores que yo.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Dina: muchas gracias por la visita y el comentario. ¿Tienes un viaje a Nueva York a la vista? Si es así me das mucha envidia..
ResponderEliminarMaría: me alegra que te haya gustado el artículo. Ya veremos si alguien protesta.
Como a ti te pasa, yo también leo muchísimo más escrito por mujeres que por hombres y generalmente también mucho mayores que yo. Pero creo que ni tú ni yo elegimos esos libros que leemos por el sexo del autor (¡ni por la edad!) sino porque, simplemente, nos atraen más los temas que tratan. Si un hombre escritor trata temas que me gustan no tengo problema alguno en leerlo y tampoco me voy a empeñar en leer a una mujer escritora por el mero hecho de que lo sea si trata un tema que no me interesa.
Completamente de acuerdo!! Hay mujeres que no podré leer nunca por lo que escriben y no en función de su sexo.
ResponderEliminarAuinque...sí que puede ser que a veces me sienta condicionada por su sexo y por lo que escriben, como protagonistas del mismo. Pero no todas las mujeres (por el hecho de serlo) transmiten igual por el hecho de ser protagonistas...Vamos!! Pero esto me pasaría igual con los hombres...Hay historias de hombres que me sí me condicionan por el hecho de serlo y su forma de contar la experiencia...
Bueno me estoy liando...Espero que se me entienda.
Un abrazo!!
Se te entiende perfectamente o yo por lo menos, porque más o menos mi orientación lectora va por ahí también.
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