Ya comenté lo mucho que me habían gustado las dos recopilaciones de entradas de diarios de Nella Last anteriores a esta: Nella Last's War y Nella Last's Peace, y por eso estaba deseando "hincarle el diente" a Nella Last in the 1950s, porque sabía que Nella Last no me iba a defraudar. Y, efectivamente, no sólo no me ha defraudado sino que se confirma como una de mis heroínas, lo que también me lleva a concluir definitivamente que para ser una heroína no hace falta salvar el mundo ni similares, basta con afrontar el día a día con la valentía, la entereza y el buen humor de Nella Last. Y esto es digno de admiración no sólo porque lo sea y punto sino porque a Nella Last a veces las circunstancias no se lo ponen fácil y sin embargo ella es la definición andante de "hacer de tripas corazón" y otra cosa no, pero el corazón de esta mujer es grande como una catedral.
Nella Last descubrió en la guerra todo su potencial, destacó por su capacidad de hacer frente a las cosas y fue incansable en todos sus esfuerzos, por eso en Nella Last's Peace se la veía tan desanimada. Mujeres que durante toda su vida se habían dedicado a cuidar de su marido, sus hijos y su casa, descubrieron durante la guerra una causa que le daba otro color a sus vidas. Nadie quería que la guerra continuara, pero cuando terminó y tuvieron que volver a refugiarse en sus casas y a intentar retomar la vida de antes de la guerra, se sentían un poco frustradas, no porque le restaran importancia a sus tareas domésticas sino porque, simplemente, se habían dado cuenta de que había mucho más que se podía hacer.
Así que después de la guerra y en los primeros años de la década de los cincuenta - que son los que ocupan este libro - Nella sigue perteneciendo a organizaciones como la WVS (servicio de mujeres voluntarias) y hace cursillos de defensa civil, pero todo, con alguna que otra excepción, es sobre el papel. Una de las excepciones es cuando la noche del 31 de enero al 1 de febrero de 1953 hubo unas enormes inundaciones en el sudeste de Inglaterra y ahí de nuevo Nella Last saca todo su potencial, se vuelca en la causa y canaliza toda la ayuda que puede, hasta el punto de que la gente le entrega a ella la ropa y demás que donan en lugar de llevarla a las oficinas de la WVS. Nella, que es fantástica y no entiende que la gente no lo sea, lava la ropa que no está limpia, cose botones, hace remiendos y cambia los cordones de las botas antes de llevar la ropa a las oficinas: sacos y más sacos de ropa perfectamente doblada para evitar que se arrugue demasiado, según ella misma dice.
Pero eso es un hecho puntual. El resto del tiempo, desde que su marido vende su carpintería para jubilarse por una enfermedad incipiente desde 1950, se dedica a sus hijos (que salvo por visitas puntuales viven fuera: Arthur con su mujer y sus hijos en Belfast (aunque después se trasladan a Londres) y Cliff en Australia), a sus amigas, a sus vecinos, a la comunidad en la medida de lo posible, a su casa, a su cocina y, sobre todo, a su marido, que sufre de una "enfermedad nerviosa" que yo no sé cómo llamaríamos hoy en día, ¿depresión? ¿ansiedad? El caso es que nada puede afectarle y el problema es que lo más mínimo le afecta, de modo que Nella se pasa los días tratando de mantenerle en una burbuja al tiempo que trata de mantenerse paciente y no explotar, cosa que con gran frecuencia es totalmente admirable. El marido, Will, acude al psiquiatra con cierta regularidad pero, como la propia Nella confiesa, las visitas parecen dejarle más alterado que beneficiado y casi siempre sale de ellas en un estado de nervios tal que tienen que esperar sentados en el coche a que pueda conducir. El caso es que la pobre mujer se las ve y se las desea para mantenerlo entretenido pero sin alterar: se devana los sesos para dar con libros que le puedan interesar pero cuyo argumento sea inocuo, le lee el periódico filtrando las noticias que pueden afectarle, ponen la radio para escuchar sus programas favoritos, pero con mucha precaución, sale de casa sola lo justo y necesario (y si se retrasa ya sabe el panorama que le espera), filtra las visitas de sus amistades, etc. En el diario confiesa que esto es agotador, frustrante y muy difícil de llevar, pero al mismo tiempo dice que su "oración constante" es sobrevivir a su marido puesto que no sabe qué será de él sin ella. (Por desgracia la oración constante no se cumplió: Nella murió en 1968 y su marido vivió 11 meses más).
Si a eso se le suma que en esos años el coste de vida se disparó (sólo en 1951 los precios subieron un 12,5%), que se mantenía el racionamiento de algunos productos básicos, que Nella y Will vivían "de las rentas" de los ahorros de toda una vida y que nunca habían sido especialmente derrochadores, la austeridad y frugalidad de su nueva forma de vida - sumada a la enfermedad de Will - es impresionante y, obviamente sin querer implicar que nadie tenga por qué llegar a esos extremos, un ejemplo para la situación actual. Sus únicos caprichos son el coche, que Nella claramente ve que no se pueden permitir pero que es la única fuente de interés de su marido (por las maravillosas escapadas que hacen en él al Distrito de los Lagos, tan cerca de su ciudad, Barrow), y, en el caso de Nella, la quiniela de fútbol. Nella, como la ficticia Ada Harris, no sabe nada de fútbol (y de hecho marca las casillas en función de las ciudades que ha visitado; cuando intenta ser rigurosa y lee sobre fútbol en el periódico dice que es cuando menos acierta) pero dice que el chelín semanal invertido en la quiniela le hace pasar los mejores momentos de la semana. Como a la mayoría, a Nella nunca le toca gran cosa y, como la mayoría, Nella no se cansa de repetir que ella no quiere que le toque una fortuna, que con cualquier premio modesto se conformaría.
Y es ahí donde reside, creo, el encanto de Nella, en lo normal y lo extraordinaria que es al mismo tiempo. Ella siempre confiesa que le habría gustado ser escritora de novelas y que todos los diarios escritos para Mass Observation probablemente ya ocupan el tamaño de varias novelas (se calcula, de hecho, que desde que empezó a escribir para Mass Observation en 1939 hasta que lo dejó en 1967 escribió como mínimo 10 millones de palabras) y siempre se pregunta qué interés pueden tener para nadie los comentarios de una persona tan "normal" con una vida tan "aburrida". Y, sin embargo, aquí estamos en pleno siglo XXI leyendo sus comentarios y deleitándonos en ellos y en la persona que los escribió y que, por desgracia, salvo por los extractos anónimos que publicaba Mass Observation, nunca vio nada suyo impreso (Nella Last's War se publicó en 1981 por primera vez).
Si tengo alguna pega es a dos cosas de la edición: 1) la portada, que no está mal, pero que, investigando de qué era (ya sabía que no era Nella Last) resultó ser de una médium de la época y aunque Nella no era una escéptica en esos temas y aunque le habría encantado el gato, no me termina de convencer. Y lo segundo es el título un poco engañoso: Nella Last en la década de los cincuenta en realidad es Nella Last de 1950 a 1953, apenas tres años de una década. Y lo peor es que no me queda muy claro si los editores piensan seguir editando selecciones de Nella Last. Parece ser que sólo valoran sus comentarios cuando están escritos muy bien (Nella escribe a veces, sobre todo cuando describe sus querido Distrito de los Lagos y cuando evoca su pasado o reflexiona sobre algo, de maravilla) y, efectivamente, eso ayuda a la lectura, pero yo podría leer a Nella Last aunque escribiera tipo telegrama. Los editores dicen que después de 1953 los escritos de Nella van un poco de capa caída y dan a entender que no merece la pena publicarlos. Espero que no sea así. El mundo - o yo por lo menos - necesita de la experiencia, la sabiduría, la calma, el saber estar y el buen humor de la gran Nella Last.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Nella Last in the 1950s
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Gracias Cristina. Este post tuyo abre el apetito de más Last, pero también sacia nuestra curiosidad hasta que llegue e momento...¡qué gran mujer! Tenemos que impedir que figuras como esta se pierdan. Son una inspiración. Cuando tenga un día malo pensaré en qué haría Nella... me animo seguro.
ResponderEliminarY me ha encantado la historia de la portada. ¡Nada menos que una medium!
Miña pobre, que buena gente.....la verdad esq lo has contado tan bien que dan ganas de lanzarse a leer
ResponderEliminarUna vida digna de llegar a nuestros dias desde luego, vaya capacidad de superación.
ResponderEliminarSamedimanche: yo desde luego sé que devoraré todo lo relacionado con Nella Last que se cruce en mi camino (o ya haré yo por cruzarme con ello). Es una mujer que por mucho que se la alabe realmente todo lo que se diga se queda corto. Yo estos días muchas veces cambiaba el famoso "What would Jane do?" que tanto se aplica a Jane Austen por un mucho más práctico "What would Nella do?"
ResponderEliminarDina: si tienes oportunidad de leerlo desde luego no te lo pienses dos veces :)
Ángeles: la capacidad de superación, como tú bien dices, es impresionante, pero es que no es sólo una mujer empeñada en en eso, es que encima lo hace con tal elegancia y tal entereza que es aun más sorprendente.