sábado, 14 de noviembre de 2009

Nella Last's War

Llevaba mucho tiempo deseando "conocer" a Nella Last. Quería los dos tomos de sus diarios desde bastante antes de comprarlos. Y luego, cuando los tuve, los iba dejando por una u otra razón. El caso es que noviembre y el Poppy Day eran la época ideal para, por fin, conocernos con sus diarios de guerra: Nella Last's War.

Antes de todo hay que decir que Nella Last no era un escritora profesional y que los más de dos millones de palabras (de ahí que los diarios sean sólo extractos, una pena) que envió a Mass Observation desde 1939 hasta poco antes de su muerte en 1968 (aunque se ha perdido 1944 entero y parte de 1945, años clave en los que sería una maravilla leer a Nella Last comentando el día D, por ejemplo) languidecieron en los archivos hasta los años ochenta cuando alguien, por fin, se dio cuenta de que esta señora que se presentaba a Mass Observation como "ama de casa, 49 (años)" y que siempre se presentó así con el paso de los años, sólo cambiando la cifra de la edad, tenía mucho que decir desde su pueblecito (con industria de guerra, eso sí) de Barrow-in-Furness en el noroeste de Inglaterra.

De modo que ella, que en varias ocasiones confiesa que le hubiera gustado escribir libros, no pudo disfrutar de su bien merecida fama. De hecho, para cuando se publicó Nella Last's War a finales de los ochenta, sólo uno de sus dos hijos, sus nietos y algunos de los vecinos y amigos de los que se habla en el diario estaban vivos para verlo.

Nella Last era una mujer excepcional y su diario no hace más que reafirmarlo una y otra vez. Es difícil imaginarla antes de la guerra, en una infancia en la que fue inválida no se sabe muy bien por qué, que luego se casó y vivió sólo para su marido y sus hijos, sufriendo por causa de esa abnegación extrema varias crisis nerviosas que la dejaban muy delicada. Pero eso lo vamos sabiendo poco a poco y creyéndolo a duras penas. El diario comienza prácticamente con el médico local dejándole a su cargo un bebé prematuro que ha nacido en una casa donde hay una abuela muriéndose y donde los padres de la criatura están bastante enfermos con gripe. El médico, que considera que las posibilidades de sobrevivir de la niña ya son escasas, cree que en ese ambiente lo son aun menos. Así que no le cabe ninguna duda de que el sitio donde mejor estará es con la señora Last. Y la señora Last obra casi un milagro que sorprende incluso al mismo médico puesto que la niña no hace más que ir a mejor gracias a los cuidados expertos de Nella Last, que se basa en su propia experiencia y en los consejos que le da el médico y que a veces tiene que adaptar a las situaciones. Cuando el médico le recomienda que, a modo de crema, embadurne a la niña con aceite de oliva, Nella Last lo hace mientras tiene aceite de oliva, pero cuando se le acaba no le queda otra que darle aceite de hígado de bacalao y confesar en el diario que la pobrecita huele un poco a pescado. No sabemos qué fue de la niña más allá de cuando al cabo de unos días el médico la recoge bien sana para entregársela a sus ya recuperados padres. Pero conociendo a Nella Last lo más seguro es que viviera muchos años y muy sana.

Y eso es sólo un episodio de los muchos en los que Nella Last da consejos sobre niños que siempre cuenta con gusto lo bien que han funcionado a los receptores. La mentalidad de Nella Last es de esas mentalidades prácticas de las que creo recordar que ya he hablado por aquí alguna vez a colación de algún otro libro (no recuerdo cuál) y cuando al llegar la guerra, el racionamiento, las dificultades y demás sus pequeños trucos cotidianos de ahorro de dinero y tiempo y esfuerzo dejan de ser algo de lo que ella siempre se había avergonzado para convertirse en pasta de buenos y solicitados consejos ella no se lo puede creer. Yo, desde luego, me quedé de piedra y casi sigo sin entender cómo dos bizcochos hechos en junio pueden durar hasta la Navidad y el mes de abril siguientes, pero Nella Last lo consigue.

Con cierta reticencia se une al WVS (servicio voluntario de mujeres) que se ocupan de tejer, organizar actos benéficos, coser y demás para soldados, hospitales, recaudaciones de dinero, etc. Nella Last pronto se vuelve imprescindible con sus muñecos caseros, su labia para las rifas, sus grandes recaudaciones, sus sabios consejos y su simpatía y buenas palabras para todos. Es sorprendente cómo cuenta en el diario alguna pequeña trifulca, algunas veces contra ella, y, salvo en contadas ocasiones, siempre admite tomárselo con humor y y comenta que mejor que tomarse las cosas a mal es hacer un buen chiste y dar por terminada la discusión. Nunca le falta el sentido del humor y quizá eso y sus reflexiones serias, profundas, sean lo que más ameno hace el diario y lo que lo hace tan real como verla a ella en plena acción.

Tal es su éxito y tal su fama de buena y apañada cocinera que pronto le piden que colabore con las cafeterías móviles que se trasladan a aquellas zonas de Barrow donde han caído bombas (porque sin ser el Blitz londinense tuvieron bastantes) o a la cafetería fija donde se atiende a los soldados que están por la zona. Y de ahí a que la Cruz Roja le pida que busque un local para abrir una tienda de segunda mano en la que se recaude dinero para enviar paquetes a los prisioneros de guerra.

Así, de vivir sólo para su familia, salir sólo para recados domésticos y nunca sin su marido, pasa a entrar y salir de casa constantemente, a ir de acá para allá, a no tener tiempo para limpiar tan a fondo como antes (luego termina por reconocer que el grado de obsesión por la limpieza al que había llegado en años anteriores era malsano), en definitiva a sentirse útil como nunca y a debatir internamente cómo una guerra puede haberle cambiado la vida para bien.

Eso no quita, sin embargo, que ella no sufra muchísimo con las noticias de la guerra. Su hijo mayor, Arthur, es funcionario y no está obligado a ir al frente, pero su hijo pequeño (Cliff Last, luego un escultor moderadamente famoso) sí y vemos a través de Nella los pasos que sigue hasta que, cansado de tener un puesto seguro en Inglaterra, pide que le envíen al frente. Ahí es cuando Nella Last impresiona al lector y a su marido. Su marido repite a Cliff una y otra vez que lo que ha hecho es una locura, que él quiere que esté a salvo, que se lo piense mejor. Y Nella Last no se muerde la lengua a la hora de decir que aunque supiera que su hijo va a morir seguro no le pararía los pies, que es preferible que haga su vida tal y como considere preciso, en lugar de luego, como les pasó a muchos en la Primera Guerra Mundial, tener remordimiento de conciencia por lo que no se hizo. "¿Tan bien crees que te ha ido tu vida que te das el lujo de organizar también la de los demás?", le pregunta a su marido. Y son cosas como esta las que, como ella misma dice, hacen darse cuenta del cambio que está sufriendo. Y para el lector son cosas como esa las que, en general, le hacen darse cuenta de la mentalidad sorprendentemente moderna de esta mujer.

Al final, Cliff sufrió heridas menores al cabo del tiempo, volvió a Inglaterra muy cambiado, como volvían los soldados del frente y Nella Last, en lugar de compadecerle, que también, le echa una impresionante charla.

Y por fin, con la excepción de los años perdidos en los archivos que comentaba al principio, llega el final de la guerra y la reacción de Nella Last es similar a las anteriores que había leído y que comenté el Poppy Day.

Me ha gustado y sorprendido tanto Nella Last que no puedo evitar hacer una excepción en mi regla no escrita (porque no suele terminar bien) de no leer dos libros del mismo autor seguidos. Ya he empezado el siguiente tomo de sus diarios, el de la paz y la sofocante austeridad de esos años (de 1945 a 1948). Conociendo a esta mujer es impensable que defraude. Y ya me froto las manos esperando a que el año que viene salga el siguiente volumen, el de los años cincuenta.

Espero, eso sí, que la edición de la paz y la de los años cincuenta, sean mejores que este primer volumen. Por lo pronto el de la paz ya me parece mucho mejor, menos mal que son otros editores. Es que este, si no fuera porque Nella Last puede con todo, es un poco desastroso. Puede ser que la política editorial haya cambiado mucho desde los años ochenta, pero le falta un hervor. Me parece bien que te aclaren que no han podido dejar el texto tal y como ella lo escribía puesto que para ella los párrafos no existían y su puntuación dejaba un poco que desear. Aun así, hay errores tipográficos, los comentarios sobre qué estaba pasando en ese momento en la guerra son repetitivos hasta la saciedad, y el ejemplo que ponen de texto original y texto editado preferiría no haberlo leído porque me parece que han modificado más de lo que deberían. En fin, que el libro daba para mucho más y no lo supieron hacer. Tiene fotos, eso sí (alguna con error en las fechas, al hijo mayor lo casan en un pie de foto años antes de la realidad), y un pequeño epílogo escrito por Cliff.

Existe también una adaptación de los diarios de la ITV llamada Housewife, 49, que vimos ayer viernes y de la que ya hablaré la semana que viene.

El caso es que Nella Last ha tenido el honor de inaugurar la temporada de manta y lectura como se ve en la foto, pero en realidad cuando estás leyendo el libro casi te sientes sentada delante de su chimenea de color miel y oyendo cómo ella te cuenta las cosas en persona.

Y así seguiremos durante unos cuantos días más, con mucho gusto.

5 comentarios:

  1. Cuidado y no te pongas una manta demasiado gorda que el tiempo está loco!! Aún pasarás calor!!
    Como siempre, una recomendación muy, muy, apetecible.¡ Qué mujeres, aquellas! ¡Qué capacidad!

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  2. Saludos Cristina, soy una gran admiradora de tu blog :) y que interesante el libro sobre Nella Last. Además la foto con la mantita que apetecible, por fin hace frío! jeje

    Un Saludo!

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  3. Samedimanche: ¡qué razón tienes! Con este tiempo no hay forma de acertar...

    Starlight: ¡bienvenida! Ahora me paso por tu blog a conocerte :) Gracias por el comentario.

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  4. Impresionante mujer!! Me ha gustado muchísimo esta entrada, Cristina. Cómo la cuentas, lo que el libro te ha transmitido, y...tengo ganas de saber más de Nella...entiendo perfectamente que te saltaras tu regla y fueras directa a por más libros de ella.
    La vida con humor, y por qué no...y dejando ver lo mejor y lo positivo de cada instante. Ojala supiera suficiente inglés como para entregarme a la lectura de este libro!!!

    La mantita, es como la que tengo en esta época...verde. Dentro de poco las pondré más navideñas, jeje. Se te ve de un agustito, y transportada, desde luego, en el tiempo. Con Nella. (El marcapáginas es precioso, por lo que se deja entrever)
    Mil bssss!!!

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  5. Gracias, María. Ya ves que hoy he hablado de la continuación. Y sí, me he alegrado de saltarme mi propia norma no escrita. A veces sale bien.

    Es una joya de libro, desde luego.

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