lunes, 30 de noviembre de 2009

Bizcocho de Coca Cola y chocolate

El nombre del bizcocho quizá requiere el mismo tipo de fe culinaria que el de calabacín y chocolate, igual que mi palabra de que está rico-rico y que no sabe en absoluto a Coca Cola.

Esta semana teníamos sequía de ideas. Queríamos algo que fuera diferente a las galletas y las madalenas de las dos semanas anteriores y si daba juego para estrenar un molde redondo y "fijo" (de no abrir y cerrar, vaya) que había comprado hace unos días mejor que mejor. Pero como siempre y en la metáfora de Alanis Morissette "It's like ten thousand spoons, when all you need is a knife" (es como diez mil cucharillas cuando lo que buscas es un cuchillo). Así que galletas y madalenas las había tentadoras por todas partes, bizcochos redondos y que no fueran repetidos (Manuel es reacio a repetir, aunque ya he cursado la solicitud de repetir el pastel de zanahoria algún sábado de estos) no tantos, por no decir que el único candidato serio era un bizcocho de clementinas que sin tener mala pinta y sabiendo que lo haremos en breve no terminaba de llenarnos de entusiasmo, al menos a mí.

Así que entré en la web de la BBC y fui mirando receta por receta por receta con el optimismo de encontrar - más pronto que tarde - algo más tentador. Y así fue. Una receta que me llevó (no directamente, la búsqueda la hice yo) al vídeo del mismísimo inventor de la receta cocinándola: James Martin y su "chocolate cola cake": bizcocho de Coca Cola (yo uso la marca, ¿para qué engañarnos diciendo cola en abstracto cuando todos pensamos en las mismas letras blancas sobre fondo rojo?) y chocolate. Cuando vi a Manuel después de haberla encontrado y como fanático de la Coca Cola que es, pensaba que le entusiasmaría. Y todo lo que me llevé fue un... "pero el chocolate y la Coca Cola no saben bien juntos". Y ahí fue cuando empecé a predicar de nuevo la fe de que la Coca Cola, igual que el calabacín, pero con otra misión en la vida, lo único que hacía era afectar a la consistencia del bizcocho no al sabor. Él ya se había hecho a la idea de las clementinas pero le traje al lado oscuro (el lado del chocolate y la Coca Cola) explicándole cómo había que hornear la masa de inmediato en cuanto estaba hecha puesto que el bicarbonato sódico y la Coca Cola tenían una reacción química de inmediato. Ahí estuve bien y gané.

En este punto para llevaros a todos al lado oscuro de la Coca Cola y el chocolate si es que la reacción química no os ha terminado de convencer no puedo resistirme a poner una canción cursilísima, pero muy retro que seguro que trae recuerdos a diestro y siniestro (yo, por ejemplo, recuerdo haberla cantado como villancicos de esos de último día antes de las vacaciones de Navidad, con la letra modificada para mayor toque navideño)*.




* (De hecho ahora descubro que el que yo conozco seguro es el de 1990, que no encuentro en la versión española, pero en inglés está aquí, con la melodía de Coca Cola mezclada. Sí, sí, ese es).

El caso es que el sábado nos pusimos manos a la obra y segundos antes de meter al horno el molde comprobamos cómo, efectivamente, a la superficie salían montones de burbujitas de gas. Al horno que fue y por segundo sábado consecutivo toda la emoción de telehorno consistió en la enorme subida de la masa en el horno. ¡Impresionante! Hubo unos breves momentos de ¿se saldrá? ¿no se saldrá? Pero de momento hemos tenido suerte y las masas se han autocontenido. Al rato comenzó una divertida sesión de erupciones volcánicas que había que ver para creer. Y mientras, el pastel crecía y crecía y se hacía enorme. Y olía que alimentaba, claro está.

Al cabo del tiempo marcado y cuando la aguja salía limpia lo sacamos y nos pusimos con la cobertura. Por supuesto lo de esparcirla y demás se lo dejé a Manuel. Definitivamente, como lo de medir y pesar, eso es "lo suyo". Una vez añadida la cobertura, coger el plato con todo listo era como hacer pesas.

Y lo que cuenta de verdad (aunque sólo por el espectáculo de telehorno ya es una receta que merece la pena): lo rico que está. Manuel de nuevo ha sido menos entusiasta de lo que me imaginaba. Le ha gustado pero dice que con tanto gas se lo imaginaba mucho más ligero y eso que no ha quedado nada mazacote. Y, en esto coincido con él, la cobertura sobra y no aporta nada. Pero yo sí que soy entusiasta y la diferencia radica en que a Manuel le gustan los bizcochos que quedan no secos, pero sí más tirando a pan que a tarta. Yo en cambio en eso no tengo preferencia por nada y los bizcochocs que quedan humeditos me gustan mucho. Manuel protesta porque lo tiene que comer con cuchara (que no hace falta en realidad) y yo disfruto con la sensación del bizcocho de sabor delicioso que se deshace en la boca sin necesidad de masticarlo.

Y lo que decía, por si hay por ahí escépticos de la Coca Cola: no sabe en absoluto a Coca Cola. Sabe al cacao que lleva y, sin ser especialmente ligero, tampoco es particularmente pesado. Muy comestible y me atrevería a decir que para todos los gustos.

Aseguro que no estoy patrocinada - ¡ya me gustaría! - por Coca Cola ni nada parecido. Y eso que cuando estaba enfrascada en telehorno me di cuenta de que la tarde realmente estaba patrocinada - de forma gratuita, eso sí - por Coca Cola puesto que mi camiseta de estar en casa era de propaganda de Coca Cola también. ¡Ni hecho a propósito!

(Nota para los señores de Coca Cola que puedan estar leyendo esto: me conformo con pagos en especie en forma de Coca Cola de vainilla, que ya sólo nos queda la última y triste botella parisina. De hecho me conformo incluso con que la comercialicen aquí, aunque la tenga que pagar de mi bolsillo. ¿Trato hecho?)

Bueno, lo dicho, que muy recomendable.

Y por la noche en la sesión de cine clásico: Small Town Girl (Una chica de provincias), de 1936, con Janet Gaynor y Robert Taylor y James Stewart en un papelito minúsculo. El principio me hizo gracia porque aunque aquí fuera contado en plan comedia si se hubiera escrito con otro tono podía haber sido todo un dramón.

9 comentarios:

  1. La canción del anuncio de Coca-Cola que has puesto, ¿ya existía antes o la hicieron expresamente? Es que me suena muchísimo y yo de la TV de los 70 no recuerdo nada porque nací en el 78.
    La que cantaba a veces como villancico era la canción de "Las muñecas de Famosa se dirigen al portal..."
    Un saludo,
    Tanakil.

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  2. Bueno, yo soy del 81 y la recuerdo, supongo que porque en alguna campaña posterior volvieron a usarla.

    La canción en inglés, la original, se escribió para Coca Cola, pero luego tuvo éxito por separado.

    De hecho gracias a la Wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/I'd_Like_to_Teach_the_World_to_Sing_(In_Perfect_Harmony)) me he enterado de que el que yo conozco es el que luego hicieron en 1990: http://www.youtube.com/watch?v=T1SCYBgBUyE Verás cómo es también el que tú dices.

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  3. Añado que el vídeo que he encontrado es del anuncio original de 1990 en inglés. Seguro que lo tradujeron también pero no parece estar por ahí, o al menos yo no doy con él.

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  4. Pues yo sí que me imagino los dos sabores juntos. Original, desde luego. A mí me gustan más los bizcochos bien hechos, un pelín secos incluso. Si me da la sensación de crudo, no me gusta nada.

    Ese anuncio es cursi pero tiene gracia. Hay cosas cursis que no se pueden aguantar, jaja!

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  5. Bueno, lo de las consistencias ya veo que es algo personal e intransferible, pero aclaro que en este caso no era crudo, sino que queda así. El sabor en este caso por ejemplo, a pesar de la consistencia más húmeda, no es de aquellos que saben a harina sin hacer. ¡De verdad! ;)

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  6. Que rico!!! Esta va a ser mi eleccion para mi siguiente visita a Barcelona!!! Incluso lo podriamos hacer con Fritz-kola!!

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  7. No soy capaz de imaginarme los dos sabores juntos: imaginación en la cocina tengo muy poquita. Ni para combinar sabores. Eso sí, me uno a la campaña para pedir que los señores de la Coca Cola nos traigan C. C. de vainilla, que debe estar muy buena.

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  8. LittleEmily: tranquila, porque de verdad que no hace falta que te los inventes juntos puesto que el bizcocho sólo sabe a chocolate, no a Coca Cola.

    A mí lo de los sabores se me da también fatal. Me sorprende mucho esa gente que describe - y acierta - los sabores que incluye un plato o, mejor aun, un vino o un té. Yo soy incapaz de separar lo que ya se ha juntado ;)

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  9. B: lo de que sea tu elección me parece muy bien. Lo de la Fritz-kola me parece una locura. Con tanto gas y cafeína acabaría explotando el horno o el bizcocho o alguna otra calamidad.

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