El nombre de este bizcocho, que es la versión casera del Devil's Food que hicimos una vez gracias a Betty Crocker, lo dice todo: el diablo entra en tu cocina y pone un montón de chocolate sobre la mesa y después se niega a irse, se pasa las horas, los días, tentándote con la idea de comer un pedacito más, supongo que hasta que se acabe. Y luego una vez acabado supongo que no te deja olvidarlo hasta que repites y vuelves a empezar. Vamos, que es la versión repostera de venderle tu alma al diablo, sólo que aquí es todo evidentemente mucho más mundano y, sobre todo, corpóreo.
El bizcocho es contundente, sí, pero tan delicioso que cuesta mucho, muchísimo, parar. Aun así diré en nuestra defensa que el bizcocho está hecho desde el sábado por la tarde y aún queda bastante más de la mitad. Era eso o apalancarnos ayer todo el día inmovilizados en el sofá, cosa que no habría estado del todo mal, con un buen libro al lado, siempre que cosas como la plancha o el teletrabajo se hubieran hecho solas. Y como de momento no domino la técnica de la teleplancha ni el tele-teletrabajo, pues hubo que renunciar a que la tarta del diablo nos saliera por las orejas.
Últimamente tengo un bloqueo mental repostero y me cuesta horrores elegir nada: no sé si es que cada vez me abruman más las recetas que me gustaría hacer pero llevan ingredientes que no tengo y no puedo encontrar fácilmente (algunos de ellos dudo que los pueda encontrar directamente; seguro que hay sustitutos y cosas, pero eso me da casi más pereza) o simplemente la falta de inspiración, el caso es que le pregunté, como siempre, a Manuel el formato de receta que quería, respondió bizcocho y le di el libro de 500 recetas de bizcochos con la esperanza de que él estuviera más inspirado. Tuvo que lidiar con alguna que otra receta apetecible pero con ingredientes complicados hasta llegar a esta que no sé muy bien por qué eligió, ya que al día siguiente mientras la hacíamos dijo que las tartas de chocolate solo no eran lo suyo. Claro que a la vista de la reacción ante el resultado final creo que el chocolate solo le produce la misma reacción teórica que la canela y que luego la práctica es claramente diferente.
La receta es de las que piden que hagas dos bizcochos por separado de forma que luego los unas con una capita de glaseado en el centro. Como ya tengo bastantes trastos en la cocina sin necesidad de tener moldes repetidos, mi sugerencia fue hacer todo en un único molde y luego, en todo caso, cortarlo por la mitad, untar y pegar. Estuve especialmente lúcida - perdón por la falta de modestia, pero teniendo en cuenta la cantidad de casi-catástrofes culinarias a las que nos enfrentamos la mayoría de los sábados que lo diga una vez no parece excesivo - y puse la alfombrita de silicona debajo del molde, que estaba bien llenito ya de entrada, por lo que pudiera pasar. Al final la lucidez me sirvió de poco porque, aunque muy emocionante, el bizcocho subió de forma moderada y totalmente de acuerdo a las leyes de la física que hacen que sea muy difícil que se desparrame al cabo de un rato. Supongo que las leyes tendrán un nombre y una explicación mucho más clara pero una es de letras y no da para más. No exagero y soy consciente que lo de "ser de letras" es una excusa pésima, es como si alguien "de ciencias" escribiera con millones de faltas de ortografía y se excusara en "ser de ciencias", pero no exagero porque sólo hace unos días deslumbré - por decirlo de alguna forma - a Manuel preguntándole "¿verdad que una fracción 4/3 es imposible?" Resulta que no, que es tan imposible como que haya números superiores a 1. En fin, no es excusa, pero sí realidad.
En el eterno símil de las tartas y las fracciones resulta que 4/3 es tener una tarta que divides en tres y además coger un pedacito de otra tarta (¡ah! ¿pero de dónde salió la otra tarta? Mi yo de letras exige un poco de contexto: las tartas no salen de la nada). Nuestra tarta del diablo va camino de por lo menos tener 20 pedacitos o más y por nuestro bien será mejor que nadie venga con una tarta adicional que nos haga sobrepasar ese número. 20/20 (o el número de pedacitos final que sea) será suficiente incluso si la posibilidad de que haya más tartas existe, gracias.
El caso es que nuestros pedacitos bicolores (misterios de la química culinaria, otro berenjenal que mejor miro sólo desde la verja) y nuestro glaseado (al final nos dio pereza lo de cortar la tarta e hicimos sólo la mitad de glaseado para cubrir por encima y así aligerar mínimamente) creo que quedaron de aspecto casi profesional (hoy la modestia me la he dejado por ahí) y el sabor, ya digo, delicioso, digno del nombre.
Ayer, con los votos depositados en la urna y el periódico dominical sobre la mesa, nos deleitamos con la tarta y con algunos artículos. Fantástico este pequeño recuadro sobre el doblaje, por ejemplo. Y después, con el estómago y la mente bien alimentados, a recuperar la vieja costumbre de planchar por la mañana y ver la película clásica a la luz del día: ayer tocaba la despedida definitiva de la saga del Thin Man, Song of the Thin Man (La ruleta de la muerte), de 1947, con William Powell y Myrna Loy y, aunque la anterior no me había parecido que estuviera del todo a la altura, en el caso de esta sí que puedo decir que se despidió dejando el pabellón bien alto.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Tarta del diablo
Publicado por Cristina en 9:22
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
jajajajaja. creo que el otro día hice exactamente la misma receta, sólo que la mía se llama Death by Chocolate. Mira a ver si son los mismos ingredientes:
ResponderEliminarhttp://inthedessert.blogspot.com/2010/11/death-by-chocolate-or-my-first-cake.html
Death by chocolate es desde luego un nombre adecuado. Voy a mirar a ver si son iguales o podemos probarla ;)
ResponderEliminarOstras, que buena pinta tiene el condenado, te entran unas ganas de pasarle primero el dedo por encima para coger todo el chocolate posible y luego partir un buen trozo para zampártelo.
ResponderEliminar¿Verdad? Es el diablo hecho tarta, no hay duda.
ResponderEliminarEso sí, en las fotos el glaseado de chocolate aun estaba reciente y se podía hacer lo del dedo que decías, pero ahora se ha solidificado, así que hay que comerlo todo junto ;)
Desde luego que el nombre está muy bien puesto. Es el diablo ese que se te sienta en el hombro y te va diciendo a la oreja: coje un trozo más, coje un trozo más. Y el ángel del otro hombro te dice: deja algo para mañana que ya te has comido la mitad del pastel. Jejeje
ResponderEliminarMe encanta el chocolate negro y esa covertura que dan ganas de hasta bañarse en ella.
Besos
intentaré hacer un mix entre la tuya y la mía echando cacao en polvo en lugar de chocolate negro de cobertura por todas partes...jajajaja.
ResponderEliminarEnrique: sí, el diablo sentado en el hombro sí que estaba, pero el ángel más que en el otro hombro creo que estaba en el estómago gritando ;)
ResponderEliminarBonitta: si la haces como nombre sugiero directamente death by the devil ;)
tiene pinta de dejarte para el arrastre!!
ResponderEliminarMe he tenido que reír con las fracciones y el contexto de la tarta.
ResponderEliminarEsta tarta tiene buena pinta tenga los pedacitos que tenga y en cualquier contexto, qué delicia tanto chocolate. Si la hiciera yo, el glaseado nunca llegaría a la superficie de la tarta. :)
Jeje! El nombre le viene ni que al dedo. Aquí también la llaman Muerte por chocolate.
ResponderEliminarPuedes decirlo bien alto: esta semana os ha quedado de profesional!
Yo misma soy pésima para la ortografía pues soy "de ciencias" y conozco varios ingenieros que no ponen ni un acento y ni una triste coma, entre otras cosas más graves.
Ha sido ver tu pastel esta mañana y pasarme por unos grandes almacenes muy famosos donde la primavera todavía no ha llegado para comprar unas cuantas dosis ;)
ResponderEliminarEn lo del doblaje nunca nos pondremos de acuerdo, creo yo.
Sin duda, el diablo tiene que estar en el chocolate, sino hay muchas cosas que no me explico!! Jaja, tiene una pinta impresionante esa tarta!
ResponderEliminarsaluditos
Andrea: ¡acertaste! :D
ResponderEliminarMasanobu: nos sobró un poco de glaseado que aún está en el frigorífico. ¿Dónde te lo mando? ;)
Guacimara: creo que no es igual. Es lo que comentaba con Bonitta más arriba. Muerte por chocolate - al menos la que ella hizo - no lleva harina, por ejemplo, y esta sí. Son distintas pero, vamos, diablo o muerte lo dicen todo ;)
No protestaré por lo de lo ingenieros después de mi confesión de las fracciones. Igual a ellos les pasa igual pero al revés: necesitan fórmulas numéricas para recordar las normas de escritura ;)
LittleEmily: es un bizcocho muy, muy fácil y el otro día leí en el blog de Guacimara que decías que querías retomar la repostería casera. Si quieres la receta dilo. Créeme, queda mejor - y más sano por paradójico que suene - que cualquier cosa comprada por ahí.
No entiendo bien lo del doblaje que dices: ¿te refieres a ti y a mí o a la gente (nosotros) en general? ¿Estás a favor del doblaje? (Suena un poco amenazadora la pregunta, pero es simple curiosidad).
Lillu: ¡jajaja! El chocolate es desde luego un buen escondite, sí :D
Pero ¿ por qué me haces esto? JAjajajaMe han entrado unas ganas tremendas de comer tarta de chocolate y ahora no pararé hasta hacerla.
ResponderEliminarLa trata, el libro y la mantita son los mejores complementos para esta tarde
Besos,
Emma
La respuesta es un poco vaga: en realidad, me refería a tí y a mí (había leído tu posición en tu post sobre series, creo) pero también se puede aplicar a los que están a favor y los detractores del doblaje. Yo estoy a favor pero con ciertos matices que ahora no se cumplen demasiado.
ResponderEliminarEmma: pues nada, hazla y quítate la espinita. Verás cómo la disfrutas y más si la complementas con el libro y la mantita.
ResponderEliminarLittleEmily: me has dejado con curiosidad acerca de los matices que no se cumplen.
El tema doblaje me gusta desde hace años, lo que pasa es que cada vez más, encuentro que, como en todo, se tiene que tener hecho para ayer, de manera que hay menos cuidado y más prisa en la traducción, los actores tienen menos tiempo para ensayar, etc. Lo de los impostores me parece una exageración.
ResponderEliminarPor cierto, en lo del chocolate de la receta también me expresé mal: no quería decir pasteles ni nada de eso, si no yogur y tabletas, que me encantan.
Ah, vale, ya entiendo (pero no comparto ;)) tu postura con lo del doblaje. A mí lo de impostores no me parece una exageración y además encuentro muy confuso que el mismo doblador - con contadas excepciones - luego ponga voces a un montón de actores. Me paso el rato preguntándome de qué me suena su voz en las contadas ocasiones que tengo que ver las cosas dobladas (House, por ejemplo).
ResponderEliminarY perdona, entendí mal lo del chocolate. ¡Buena alternativa entonces! :)