Decir que el jueves por la noche cuando buscaba qué hacer de repostería el sábado estaba poco inspirada es quedarse muy corto; simplemente no tenía ni la más remota idea de qué hacer. Puede que contribuyera el hecho de que aún quedaban panellets: el último se lo comió Manuel el sábado por la mañana, de modo que los panellets 2010 han batido el record de de duración de cualquier repostería antes hecha en esta casa. Y puede que también contribuyera el hecho de que cada vez que daba con una receta apetecible en alguno de los muchos libros que me rodeaban invariablemente llevase algún ingrediente raro que seguramente no encontraría.
Creo que recorrí todos los libros de principio a fin sin éxito. Algunos los volví a mirar y nada. Así que me metí en internet y sin saber muy bien cómo acabé en esta receta: bizcocho de queso philadelphia y limón. Lo del queso philadelphia, tan utilizado para las tartas de queso, me hizo gracia transformado en bizcocho. Se lo propuse a Manuel y aceptó y, por fin, ¡por fin! teníamos repostería seleccionada.
Así que el sábado nos pusimos manos a la obra, es muy fácil de hacer y se nos dio bien. La única diferencia con la receta original es que a mí las cosas que no llevan levadura me dan mala espina, porque el sacar un mazacote del horno siempre me da pánico. Así que le puse un poco de levadura y un poco de bicarbonato sódico y listos. Y, a la vista del resultado final, me alegro de haberlo puesto. No porque aun así haya quedado mazacote, sino porque así creo que ha quedado más o menos de la consistencia ideal.
La pequeña tragedia del día vino por el hecho de que cada vez odio más los moldes ajustables (o mis moldes ajustables, no sé). Así que aunque la masa no era particularmente líquida y el horno estaba bien caliente (y yo hacía tanto que no utilizaba esos moldes que me olvidé de forrar la base con un poco de papel de plata), cayeron unas cuantas gotitas al suelo del horno. ¿Hay algo que dé más rabia que eso? Y aunque alguna vez nos hemos arriesgado y hemos abierto el horno en esos minutos clave, el otro día lo dejamos y al final la cosa se quedó en cuatro gotas contadas, pero igualmente odiosas. Así que al principio la repostería olía a tostada, luego a tostada requemada y por fin a bizcocho, con su olor a limoncito.
Cuando lo sacamos del horno tenía muy buena pinta (no se puede decir lo mismo del propio horno), aunque me olvidé de poner azúcar glas de adorno para las fotos. Y de sabor está bien, no es tampoco nada del otro mundo, pero está rico. Es como un típico bizcocho de limón con un leve saborcillo diferente que le da el queso philadelphia.
Ayer por la noche, después de la plancha, nos dimos el capricho de comer un par de pedacitos, después de ver la fantástica Hail the Conquering Hero (Salve, héroe victorioso), de 1944, dirigida por el siempre genial Preston Sturges (cuando salían los créditos iniciales de la película y no salía ninguno de los actores que conocemos le dije a Manuel que ya era la nueva generación y me dijo que habría un nombre-garantía; era el señor Sturges, claro). En plena guerra, sólo Preston Sturges puede permitirse el lujo de mofarse un poco de los solados, marines y demás. Muy divertida.
Pero no ha sido la única película que he visto durante el fin de semana (no digo hemos porque Manuel siempre ve varias), el viernes, por insistencia de Manuel desde el jueves por la tarde, hicimos una escapada al cine a ver La Bohème. Mi cultura operística es tan, tan limitada que nunca había escuchado esta ópera completa, así que por ese lado estuvo bien, porque las voces y demás están muy bien (yo juzgo hasta donde puedo, pero Manuel también lo decía). Ahora bien, las imágenes son un poco videoclip. La nieve es un poco como la de aquella horrible adaptación de Cumbres borrascosas (nieva y nieva y nieva y el pelo nunca se les moja). Pero bueno, que está bien.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Bizcocho de queso philadelphia y limón
Publicado por Cristina en 9:46
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
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Ese es el molde que has de utilizar si un día te apetece hacer el bizcocho esponjoso de mi abuela. Es muy ligero, riquísimo.
ResponderEliminarEste también tiene muy buena pinta, pero más consistente.
A veces los dulces más sencillos son los que mejor resultado dan. Eso sí, sin levadura a mí también me daría miedito XD Pero veo que el resultado quedó fantástico.
ResponderEliminarsaluditos
Me gustan las dos combinaciones, así que probaré de hacerlo, Yo tampoco me fío de hacer respostería sin levadura, me da la sensación que será un fracaso
ResponderEliminarBesos,
Emma
Te comprendo perfectamente! A mi también me pasa a veces eso de mirar y mirar libros y webs buscando una receta, y que ninguna te convenza o sirva... Y también odio lo de que se escurra algo de masa líquida por las juntas del molde, qué rabia da y qué mal huele!
ResponderEliminarPero salió un bizcocho genial, menudo aspecto tiene esa miga :)
Un abrazo
Elvira: lo tengo pendiente, de verdad que no me olvido.
ResponderEliminarLillu: ¿verdad? A mí me da pánico desde que una vez nos pasó. Nos salieron unos bollitos con los que podíamos clavar clavos en la pared ;)
Emma: pues si te animas ya contarás qué te ha parecido. Pero sí, no dejes de ponerle un poco de levadura por si acaso (yo también puse bicarbonato, como decía arriba).
Akane: me alegra mucho no ser la única que tiene momentos de esos en que ninguna receta convence. Es terrible. Y lo del molde no-hermético es realmente odioso. Grrr.
Sí, quedó bien, la verdad. Y rico.
Muy rico el bizcocho. Hoy me acordé de tu receta y me decidí a hacerlo para una merienda familiar. Ha triunfado jeje. La verdad que queda muy jugoso. Yo también tenía miedo de que quedara tipo "mazacote" pero no.
ResponderEliminarGracias por la receta!
;)
Pilar
¡Cuánto me alegro! :D
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