He perdido el don. Por lo visto en la vida sólo puedes estar pendiente de un tipo de telehorno, y como yo hasta julio tengo uno a tiempo completo, el otro es un desastre. La otra teoría es que como no tengo hambre, autoboicoteo la repostería inconscientemente, pero esa teoría es más absurda aun que la primera, que ya es decir.
Sea como sea, no hay forma de dar pie con bola últimamente: las galletas pedrusco, las madalenas de chocolate demasiado hechas y ahora esto. Las madalenas de manzana y canela parecen ser la feliz excepción que confirma la regla.
Entre los libros de repostería dar con este bizcocho fue sorprendentemente fácil. La inspiración no abunda últimamente, pero fue ver este y decidirme al instante. Tenía buena pinta y hacía siglos que no hacíamos nada con arándanos, que además parece que van de la mano con la llegada del buen tiempo. Del ambiente invernal de las manzanas de canela y manzana pasamos de un salto al ambiente primaveral o incluso estival de esta tarta, que además lleva vitamina C (los arándanos) y calcio (la crema agria, hecha con nata, yogur griego y zumo de limón). No hay nada como darse un capricho pensando que además es un poco sano.
Así que nos pusimos a ello el sábado por la tarde. La receta era muy sencillita y en muy poquito rato, sin olvidarnos de ningún ingrediente, todo se fue al horno dentro del molde de cake.
La receta decía que era hora y diez de horneado, a lo que Manuel dijo que seguramente sería menos porque nuestro horno siempre es más rápido. Yo como últimamente no acierto no dije nada más que al ser un molde de cake tardaba más en hacerse, claro.
Fue pasando el rato, subió de forma preciosa, empezó a tomar un color bonito y, cuando me gustó el color adquirido, la tapé con papel de plata para que no se dorase más y fin de telehorno, aunque el horneado continuase.
Al cabo de una hora empecé a pinchar sin mucha fe. La aguja salía un poco manchada per no demasiado. A la hora y cuarto salía limpia, así que lo saqué del horno. Una pena que, con lo bonito que había subido, para entonces hubiera bajado un poco (¿quizá esa era la pista de que algo había fallado?).
Cuando se hubo enfriado Manuel lo espolvoreó con azúcar glas y yo le hice fotos. La pinta, pese al volumen perdido, era buena. Al cabo de un rato decidimos probarlo y... sólo con empezar a cortarlo ya noté que la textura era de crudo. No de poco hecho, no, de crudo. No de faltarle unos minutitos más en el horno, no, de faltarle un buen rato más. Un desastre.
Y he aquí donde se cambiaron los papeles. Manuel, que hasta hace un tiempo, miraba mal los bizcochos que estuvieran menos que en su punto, saboreó dos trocitos con gusto, diciendo que pese a todo estaba riquísimo. Yo, que siempre he sido de rebañar los restos de masa cruda y no importarme las cosas poco hechas, ahora con lo de tener que tomar todo muy hecho (en este caso por el huevo), apenas probé una esquinita un poco más hecha. Justo castigo por haber perdido el don del horneado, aunque la aguja que salió limpia tampoco estuvo muy lúcida.
Conclusión: guardamos el bizcocho en el frigorífico y Manuel comerá lo que pueda hasta esta tarde, cuando tiraremos lo que quede por aquello de que no se ponga pocho. Y ayer por la mañana fue la segunda vez en pocas semanas que Manuel tuvo que buscarme un desayuno alternativo: en vista del éxito del de la otra vez, me volvió a traer un pastelito de crema y hojaldre que estaba delicioso y bien hecho.
En fin, lo dicho, que he perdido el don. Menos mal que siempre nos quedarán los pastelitos de crema.
Más tarde, Carole Lombard amenizó la plancha con su película de 1938 Fools for Scandal (saltamos muchas en el ciclo porque ya las habíamos visto en uno u otro momento), que estaba muy bien, aunque por lo visto en su día fue un fracaso total en taquilla. Eso sí, de nuevo incluía un pequeño número musical. Pobre Carole Lombard, lo mal que cantaba y siempre tan rodeada de música.
EDITADO 12/4/2011: Ayer lunes por la noche vimos que la Bizcochona que pusimos en el bizcocho había caducado hace un mes. ¿Tendrá algo que ver?
lunes, 11 de abril de 2011
Bizcocho de arándanos y crema agria
Publicado por Cristina en 9:35
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
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Mira, tu centrate en tu horno, que para pasteles ya tendrás tiempo!!
ResponderEliminar¡Qué pena que saliera crudo! Esto de los hornos es un misterio.
ResponderEliminarCoincido con Elvira! En mi iniciada vida reposteril (prometo fotos) he hecho el mismo bizcocho tres veces, las dos primeras quedó perfecto, en cambio la tercera quedó aceitoso! Y juro que puse la misma cantidad y los mismos ingredientes! Como somos de poco dulce, nos duran un montón y los dos primeros aguantaron bien casi una semana, en cambio el tercero, a los 3 o 4 días lo tuvimos que tirar porqué se puso agrio! Es un verdadero misterio, aunque seguro que un experto me diría el motivo.
ResponderEliminarTú persevera que seguro que no has perdido tus dotes!!!!
Y por cierto, tiene un aspecto delicioso!!!!
Hombre, eso de abrir el horno para ponerle el papel de plata no es nada bueno Cristina. Una vez metido en el horno no deberías abrirlo por nada del mundo. ¡Por nada!
ResponderEliminarDeberías poner el papel de aluminio inicialmente y unos minutitos antes de sacar el pastel entonces le quitas el papel y que coja colorcito. Al revés, el 99% de las veces se desinflan y pasan cosas raras...
Bueno, igual Iris tiene razón, yo procuro no abrir el horno aunque a veces lo hago.Ademas si siempre lo habías abierto, que misterios ...
ResponderEliminarEn todas las recetas se dice lo de: x tiempo, pero como cada horno es un mundo y es algo que me hace gracia: mundo-horno.
Como ya hace calorcito, pronto puedes hacer helados, o tartas de fruta fresquitas.
A veces los misterios de la repostería son inescrutables XD Yo hago experimentos continuamente por mi tema de colesterol y he llegado a comerme dulces que el resto de los mortales ni mirarían, jajaja. Todo sea porque me da pena tirarlos! Seguro que la próxima vez os sale bien la receta y no tiene nada que ver con haber perdido el don, jaja, ya verás :D
ResponderEliminarsaluditos
No es que hayas perdido el don Cristina, es que estás viviendo el día de la Marmota. Es broma. Yo no tengo ni idea de repostería, la experta es Ángeles, y siempre me ha dicho que a diferencia del resto de la gastronomía aquí se ha de ser muy exacto, eso quiere decir que la repostería está relacionada con el caos: pequeñas diferencias en las condiciones iniciales dan resultados muy diferentes.
ResponderEliminarBesos
¿Es tuya la pregunta a Javier Marías sobre el libro infantil? Me ha parecido tu estilo. Un beso. Begoña
ResponderEliminarHablando de Javier Marías, en el dominical de La Vanguardia de la semana pasada (el primer domingo de abril, para entendernos) había una entrevista con él. He estado mirando por la web para darte el link correcto y no ha habido manera. A ver si tienes más suerte que yo...
ResponderEliminarQuizá es que faltan truquitos de cocinera pero no creo que hayas perdido el don. Yo he perdido la práctica de hacer scones y últimamente sólo me salen amasijos endurecidos :( ¡Hay que practicar más!
Antes de nada, como puede verse, acabo de editar la entrada porque ayer por la noche descubrimos que la Bizcochona que habíamos utilizado estaba caducada desde hace un mes. ¿Influiría?
ResponderEliminarDina: jajaja, eso haré.
Elvira: ya, yo creía que conocía bien al mío, pero ya no sé qué pensar.
Mar: totalmente cierto lo que dices. Es igual que cuando haces la misma receta y unas veces te sale más cantidad y otras menos cuando los ingredientes, etc. son los mismos. ¡¿Por qué?!
Iris: bueno, yo sé que durante la primera media hora o así no hay que abrir el horno por nada del mundo (aunque una vez lo hicimos y no pasó nada) porque entonces cortas el proceso de la levadura, pero para cuando yo le puse el papel de plata ya llevaba casi una hora. Lo he hecho más veces y no ha pasado nada (debo de estar acaparando esse 1% de éxito que dejas de margen ;)). No pongo el papel antes por varios motivos: 1) el más importante: me quedaría sin telehorno. 2) Una vez lo puse muy pronto y se pegó toda la parte de arriba del bizcocho cuando subió, y eso que lo ahbía puesto bien ahuecadito. Y 3) porque no tengo ojo suficiente como para saber cuánto le queda al bizcocho y cuánto va a tardar el bizcocho en coger color, de modo que lo más probable es que se me pasara el bizcocho esperando a que cogiera color. En fin, que yo cocino a ojo y así me va, claro. Si a eso le añades lo que he puesto ahora de la Bizcochona caducada el pobre bizcocho tenía demasiados elementos en contra.
Ángeles: sí, a ver si llegan más frutas (como ahroa tengo que comer fruta, cosa que normalmente no hago demasiado, empiezo a estar harta de comer siempre las mismas) y hacemos alguna tarta, que a Manuel ya sabes que le gustan. Sobre los helados lo veo más difícil: muchos llevan huevo crudo y lo tengo vetado :(
Lillu: gracias por el consuelo y la experiencia. Me ha hecho gracia imaginarte comiendo experimentos no muy logrados. Ufff... lo bueno es que tú tienes éxito y das con cosas que funcionan incluso guiándote por tus propias ideas. Yo sigo recetas al pie de la letra y ya ves lo que pasa ;)
Enrique: ¡pues a ver cuándo llega la entropía al mundo de la repostería! Iría muy bien y además rima y todo ;)
Begoña: ¿eres alguna Begoña que yo conozco? Tanto si te conozco como si no me has dejado asombrada: sí, era yo, y eso que aún no había mencionado aquí el libro infantil ni nada.
LittleEmily: argh, pues me la perdí. A ver si la busco y tengo más suerte que tú, aunque lo de las búsquedas no es para nada lo mío. Gracias por decírmelo en cualquier caso :)
Oh, qué pena lo de tus scones :( Será lo del caos que decía Enrique más arriba ;)