martes, 6 de abril de 2010

Llegamos a Londres

El jueves llegamos prontísimo al aeropuerto porque, con lo de la huelga de British Airways, yo estaba un poco paranoica con el overbooking.

Al final la cosa se dio bien, salimos puntuales, nos pusieron un desayuno bastante abundante que yo acompañé del Daily Mail que daban antes de entrar al avión. El Daily Mail no se caracteriza ni por la sutileza ni por la imparcialidad, pero a su manera es entretenido y, si no hay más remedio, el medio más apropiado de ir aterrizando mentalmente en el Reino Unido, mientras aún vuelas camino de allí. Nuestro avión era de los que te van indicando en el mapa por dónde vas, así que vimos Francia desde las alturas, cruzamos el Canal con esta preciosa vista de la izquierda y sobrevolamos los alrededores de Heathrow durante veinte larguísimos minutos hasta que nos hicieron hueco para aterrizar.

Como Heathrow está en obras, lo encontramos muy cambiado y observamos que ya no es lo que era. Antes pasabas del avión al suelo enmoquetado y sabías que estabas en Inglaterra. Ahora la moqueta escasea. Por cosas como esa debe de ser por lo que los británicos no quieren europeizarse. Oops, creo que leí demasiado el Daily Mail.

Esta vez me había propuesto poner el práctica el uso de la Oyster card y no sólo conocer sus ventajas en teoría, que es con lo que me conformé el año pasado. Manuel estaba medio escéptico y Heathrow no ayudó teniendo estropeadas todas las máquinas de Oyster Card. Así que pagamos las 4 (¿o eran 6?) libras de rigor por coger el metro desde allí.

Menos mal que en nuestra estación de destino las máquinas sí que funcionaban y después de un rato de prueba y error conseguimos ponerlas a punto. El año pasado la recomendé en teoría pero este año la recomiendo aun más con conocimiento de causa. ¿Qué puede tener de malo una tarjeta que te hace parecer un auténtico londinense (sobre todo cuando descubres que no tienes ni que desdoblar la funda para que funcione) y que hace que la mayoría de los viajes - incluido el de Heathrow salvo en hora punta - te salgan por 1,80 libras? Baste con decir que Manuel, después del primer uso, ya era un converso.

En el hotel no tenían lista la habitación, así que dejamos los bártulos y nos fuimos al centro. A todo esto, cuando bajamos del avión hacía un sol espléndido y casi calorcillo. Fue bajar del metro con la Oyster en mano, pisar la calle y ver unos enormes nubarrones que aseguraban lluvia. Y qué frío. Fuimos gafes, porque durante todo ese día en cuanto nos metíamos en algún sitio dejaba automáticamente de llover y, cuando salíamos, la lluvia reanudaba con mayor fuerza.

Hicimos una parada técnica para comer unos sándwiches (para mí el primero de los muchos que siempre tomo de gambas y mayonesa) en los bancos de Leicester Square, pensando en comerlos rápido y terminamos comiendo a toda velocidad agazapados debajo del paraguas. Vaya imagen. De ahí nos fuimos a Charing Cross en busca de libros y de alguna zapatería donde yo pudiera comprarme unas botas para la lluvia. Con los libros hubo suerte, con las botas no.

Entramos en Any Amount of Books, librería donde yo nunca encuentro nada, sino que Manuel me trae cosas que me interesan. El otro día estaba especialmente poco inspirada hasta que me giré y me topé con The Betrayal, de Helen Dunmore (uno de mis libros esperados de 2010), que supuestamente no sale hasta el 27 de abril. Se lo habían mandado a alguien por adelantado para que lo reseñara y allí lo había dejado, con la carta de presentación de Penguin y todo. Y, lo mejor de todo, en lugar de casi las 20 libras que costará cuando salga, estos lo tenían a 7. ¡Una ganga! No lo solté más, claro.

Y lo habitual: Blackwell's, Foyles... y qué triste ver el local donde estaba Borders todavía con sus carteles y vacío por dentro y una bolsa abandonada de un menú de McDonalds en el escaparate. Compramos libros, como pudo verse en la pila del otro día, pero yo tuve un problema y es que resultó que la mayoría de los que quería eran o muy nuevos (en teoría varios salían el 1 de abril, pero con lo de la Semana Santa se ve que se habían retrasado las entregas) o muy viejos (y, lo mismo que ocurre aquí, las librerías cada vez tienen menos fondo: fuéramos a la que fuéramos tenían los mismos: sota, caballo y rey). Un poco frustrante, la verdad, sobre todo cuando una se ha imprimido su wishlist de 8 páginas y ha marcado en amarillo los "libros sin los que no puedo volver" y varios de ellos no aparecen ni debajo de las piedras.

Con las botas pasaba un poco lo mismo, salvo que no veíamos ninguna zapatería (la búsqueda nos llevó a una pequeña incursión no planeada en Chinatown), y mientras pasaba eso de que entrábamos en una librería: paraba de llover; salíamos: volvía a llover. De ahí las pocas fotos de estas primeras horas londinenses.

Empezó a llover con fuerza y nos refugiamos en un viejo conocido: el café de la cripta (al lado/debajo de St Martin-in-the-Fields). Allí tomamos un afternoon tea un poco cutre que al menos nos ayudó a entrar un poco en calor y a secarnos. Hacía frío y yo notaba los pies mojados como si fueran de cristal.

Salimos de nuevo y de nuevo empezó a llover. Bajamos al Strand y la predicción de la BBC del sleet se cumplió a rajatabla: una lluvia fuerte y helada acompañada de rachas de viento. Los londinenses impasibles en su caminar ultrarrápido, nosotros con el paraguas descontrolado y, en mi caso, los pies hechos una sopa. Por si eso fuera poco, otra predicción - aunque para el día siguiente - de la BBC se cumplió y empezó a haber rayos y truenos. Lovely. En Strand se nos apareció una papelería Paperchase (me encantan) y allí nos refugiamos un rato. Como agradecimiento les compré una cosa que andaba buscando desde hace tiempo: un cuaderno de recetas (chulísimo además, con sobrecitos de plástico, compartimentos, etc.) y una postal que decía Rain muchas veces y que describía nuestro estado a la perfección. Salimos y siguió el diluvio y ninguna zapatería a la vista.

Nos acercamos a Covent Garden en busca de alguna zapatería y nada, sin éxito, pero al menos de repente despejó, y con nosotros en la calle. No hubo botas ni nada que se les pareciese, pero una vuelta por Covent Garden siempre resulta curiosa, no sólo por las tiendas sino por placas como esta, que, como la moqueta, no dejan lugar a dudas de que uno está en Inglaterra: ¿en qué otro sitio si no van a ponerles una placa a los burros que durante siglos transportaron las mercancías del mercado?

Entramos a curiosear en la tienda del London Transport Museum (con calefacción), que resultó tener cosas muy chulas. Me conformé con unas postales de carteles antiguos de los que me gustan y un imán de Leicester Square (que es el sitio al que primero vamos de Londres siempre).

Seguimos pululando y dimos con Saint Paul's Church (iglesia, no catedral), que Helene Hanff mencionaba en su libro como la iglesia de los actores. No entramos (creo que estaba cerrada), pero miramos el patio y una inscripción que decía que el primer espectáculo de Punch y Judy había tenido lugar por allí y que por lo visto el señor Samuel Pepys lo había presenciado y, por tanto, registrado en su diario.

Para entonces las tiendas ya iban cerrando y las posibilidades de encontrar botas escaseaban aun más. Callejeamos un poco y fuimos a parar al Strand de nuevo, allí dimos con una tienda de cosas de cocina y compramos por fin las famosas baking beans para poder hacer tartas de frutas.

Más callejeo y como de nuevo amenzaba con lluvia, nos refugiamos en la National Portrait Gallery, otra vieja conocida donde visitamos, de nuevo, a Jane Austen y fuimos a nuestra sala preferida donde nos sentamos un rato (como tantas otras veces) frente a las hermanas Brontë. En la misma sala están también los retratos de Elizabeth y Robert Browning y la "escultura" (si a algo tan pequeño se le puede llamar así) de sus manos en bronce. Podría estar en esa sala siglos, más si como el otro día tengo los pies mojados y helados y hay calefacción en el edificio.

Lo de que Leicester Square sea el primer sitio al que vamos es por la taquilla de entradas de teatro a mitad de precio (ojo: la oficial, hay otras pero son un poco un timo). Habíamos sacado entradas para algo de lo que ya hablaré más adelante y fuimos yendo hacia allí, de nuevo por Charing Cross, donde curioseamos en Cecil Court y vimos la tienda donde Javier Marías compró su famosa figurita. Es una calle llena de tiendas de llámense antigüedades llámense objetos kitsch en la que además nos encontramos una tienda de ropa que nos recordaba que "nunca es pronto para preparar Ascot".

Con eso en mente, nos metimos en el teatro.

Y al salir, por fin al hotel, no sin una parada técnica en nuestro Marks & Spencer (que cierra tarde). Allí compramos, entre otras cosas, los "hot cross buns" típicos del Viernes Santo y alrededores y que yo había recordado gracias al Daily Mail, que traía una comparativas de los que vendían en los distintos supermercados. Tuvimos la suerte de que los de Marks & Spencer se llevaban un 10/10.

Estaban ricos desde luego y llenos de pasas. Yo odio las pasas, como Garfield, y normalmente las voy quitando, pero estos bollos tenían tantísimas que quitarlas era quedarse sin bollo. Dice mucho del bollo en sí y de su 10/10 que yo lo comiera a pesar de eso. Al día siguiente repetimos incluso.

Y en el hotel habían cumplido su palabra del "paquete de Semana Santa" y nos habían dejado un plato de fruta (que viniendo de España no decía gran cosa, la verdad), un huevo que no comimos allí y seguimos sin haber comido aquí y una botella de vino australiano (!).


Y con la BBC y un bizcocho (el hot cross bun) hasta el día siguiente a las ocho (literalmente).

Que entrada más laaaaaaarga.

9 comentarios:

  1. NAda de laaaarga, leer de Londres y con tantas cosas que cuentas se hace cortito la verdad.
    Ays, tengo que volver!!! Pero creo que lo haré en verano, o su invierno verde ! LOL

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  2. Bonita crónica! Me encanta leer acerca de los viajes de los demás y así tomo nota para cuando yo pueda ir a esos sitios, jeje!! :D

    saluditos

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  3. Tu no te preocupes por la extensión, que así es como si nosotras callejeásemos también.
    Viva la Oyster Card y viva la NPG!! Yo también me tiro las horas frente a las Brontë...además, es una salita tan de madera, tan acogedora...

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  4. Larga? Pero si se acba que ni se da cuenta una! Quiero más, más! Ya he dicho otras veces que me encanta tu manera de relatar y si se trata de Londres aún más! Genial la anecdota de Javier Marias y su señorín y la bailarina jeje! Apunto la MPG para mayo, pues no entré nunca.

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  5. ¡Qué amables todas, con eso de que no se os había hecho larga!

    Rosa: vuelve sin dudarlo.

    Lillu: sí, a mí también me gusta eso.

    Samedimanche: sí, coincido en lo de la sala acogedora. y con el banquito ese tan bien situado :)

    Guacimara: la NPG es curiosa porque ves retratos al natural que has visto siempre. Ver el de Jane Austen, por ejemplo, es muy impresionante de delicado que es.

    Y los de las Brontë impresionan porque son como ellas, han pasado por un montón de cosas que habrían acabado con cualquier cuadro y sin embargo, con sus cicatrices, sí, pero ahí siguen :)

    Y muchos más, claro.

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  6. Cuántas cosas! Nunca he entrado en la NPG y veo que Guacimara ya se ha fijado, caerá una pequeña incursión seguro.
    No sabía que Borders había cerrado, pero ¿sólo la de Charing Cross o todas? Es una pena, me gustaba mucho. Y Cecil Court debe ser precioso, me lo apunto para mayo.

    No te preocupes por la extensión, es como si estuvieramos todas callejendo por Londres con vosotros.

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  7. Entrad porque merece la pena. Quizá ir sala por sala se haga un poco pesado, pero ir a tiro hecho y ver a gente conocida es muy curioso.

    No sé en Estados Unidos, pero Borders ha cerrado en toda Inglaterra, de ahí que el año pasado el lema de nuestro viaje fuera "salvar Borders" ;) pero no funcionó.

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  8. Cristina, las fotos son preciosas!! Las del canal de la Mancha, también tengo algunas desde el cielo y de cerca (pero en foto). La primera vez que fui a Londres, lo hice como antaño; en barco. Crucé el canal de la mancha desde Cale hasta Dover y no me canso de recomendarlo. Sé que son varios días...pero merece la pena ir viendo el cambio de paisaje.
    Tu entrada me ha gustado muchísimo!! No conozco el NPG, pero sí hay una sala donde reunen a las hermanas Brontë, Austen y más...¡¡tendré que ir en la próxima ocasión!!
    Las fotos de la placa del burro y la del "patio" de Saint Paul...son una maravilla!!
    También pensé en Helenne Hanff cuando fui a Saint Paul...y me senté en un escalón deseando que fuese aquel en el que la reina (creo qu Elizabeth) se negó a entrar.
    ¿La has visto alguna vez por dentro? Yo estuve en la entrada, un par de veces...y me gustó aunque algo recardada de cuadros para mi gusto.

    Creo que por hoy voy a tener que dejar de leerte...pero MAÑANA sigo!!! Bsss!!

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  9. ¿Llegaste en barco la primera vez? Qué chulo, aunque no sé si es para mí, yo para los viajes soy muy impaciente y prefiero llegar a los sitios lo antes posible, creo que se me haría pesado a pesar de las, seguro, preciosas vistas.

    Visita la NPG, está muy bien, pero las Brontë y Austen están en diferentes salas (pisos, de hecho), al ser de distintas épocas. Austen no tiene banco donde sentarse (creo) pero las Brontë ya digo que sí y da gusto pasarse allí un rato.

    Bueno, el Saint Paul de esta foto no es la catedral, sino una iglesia pequeñita, la iglesia de los actores. Y si no me equivoco, el escalón donde se sentó Isabel I no fue en Saint Paul (ni la iglesia ni la catedral) sino en la Torre de Londres, accediendo a ella desde el río. Isabel, con razón puesto que a su madre la habían decapitado allí, no quería ver la Torre de Londres "ni en pintura".

    Saint Paul - catedral - sí la he visto por dentro. A Helene Hanff le llamaba la atención la catedral puesto que era donde había predicado su querido John Donne. La Torre de Londres no la conozco por dentro, porque me parece una carería entrar.

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