Pues ya estamos de vuelta, aunque no habríamos tenido ningún problema en quedarnos para siempre en Nueva York.
Y he aquí una foto con la mayor parte del botín que, como puede observarse, son casi todo libros, 15 (quince) para ser exactos (si se agranda la foto se ven mejor los títulos), dos de ellos londinenses, porque hacer escala en Londres es lo que tiene (eso y el sándwich de gambas y mayonesa de rigor (me alimentaría feliz sólo de eso y de hecho cuando vamos a Inglaterra prácticamente es lo que hago) acompañado por la cara de medio asco de Manuel). Un par de tazas (una de Starbucks y otra de Bloomingdale's), un par de números de The New Yorker y un par de camisetas que no salen en la foto. Yo iba con la idea de comprar algo de ropa, la verdad, pero teniendo tantísimas cosas que hacer fuera ni se me pasó por la cabeza el meterme en ningún probador.
Y algunos dulces que tampoco se ven: nubes, jelly belly de vainilla* (los únicos que no encuentro aquí), M&M's comprados en una tienda enooooorme de Times Square (más sobre la tienda en alguna futura entrada) y chocolate Hershey's. Más todos los engullidos in situ, porque si algo hemos hecho ha sido comer un montón (menos mal que también hemos caminado muchísimo, así que creo que se compensan entre sí). Pero es que las pastelerías, los puestos de la calle, las tiendas... tenían productos irresistibles y/o que daban ganas de probar sólo por lo raros que se nos hacían (lo mismo, más en futuras entradas).
Y desde este momento considero el jet lag casi una leyenda urbana, al menos en el trayecto Barcelona-Estados Unidos y viceversa. Pensaba que lo iba a pasar fatal y a la ida ni lo noté y eso que no dormí en el avión ni nada. Y a la vuelta en el vuelo largo no dormí gran cosa, pero sí que di cabezadas en Heathrow (después de los libros y el sándwich inevitables) y en el avión Londres-Barcelona. Nada que dure días y que no se pueda sorportar, que es lo que te pintan por ahí.
Como he dicho antes, en los próximos días iré comentando cosas neoyorquinas acompañadas de fotos, pero mientras, y para abrir boca, dejo una foto de la vista desde nuestra ventana del hotel:
En grande se aprecia mejor que es nada más y nada menos que Times Square, con todo su bullicio y todas sus luces.
* Para qué dejar una de las anécdotas más divertidas para más adelante. Aparte de los jelly belly de vainilla, a la vuelta en el duty free compré un botecito con los 49 sabores. Cuando fui a pagarlo, la cajera me decía con una voz muy nasal algo que yo entendía como: "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate". Como veía que no entendía de qué me hablaba me lo repetía una y otra vez: "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate", "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate", "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate", "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate"...
Ya al final, cansada de hacer el rídiculo decidí decir que sí, que lo entendía y me inventé que me estaba diciendo que no me los podía comer hasta la boardinnnnnn' gaaaaaate (explicación ridícula producida por un cerebro cansado, eran las nueve y pico de la noche de un día muy largo), pero ella sabía que no me enteraba así que me soltó otra sarta de "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate" e incluso hizo una pausa para dejarme pensar mientras seguramente comentaba con sus compañeras la estupidez implcable de la plasta de los jelly belly (no lo puedo decir con seguridad porque no entendí tampoco ni una palabra). En ese momento ya me giré a Manuel, que básicamente se dedicaba a reírse de mí y mi estado de GRAN confusión, que me dijo "que te dice que lo recoges allí". Mi cerebro tampoco dio de sí para comprender dónde era allí, así que pasé de los dos, pagué mis diez últimos dólares e hice ademán de coger mi botecito de jelly belly de una vez. A la dependienta le faltó darme un cachete en la mano antes de empezar de nuevo su "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate", "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate", "jsfsgfhs jfuetryur geutytre jdhfsgfdjhsgf boardinnnnnn' gaaaaaate". Así que me fui sin jelly belly, pregúntandome si me estaban timando.
Al final, y después de grandes esfuerzos mentales logré enterarme de que las compras del duty free las entregan después de pasar la puerta de embarque, en el camino hacia el avión. Así que mientras otra gente recogía sus licores y sus perfumes caros yo recogía un mísero bote de jelly belly que, por suerte, iban en bolsa. Aún me río mucho cada vez que me acuerdo de mi estado total de confusión y siento mucha vergüenza de mi oído poco receptivo al inglés extranasal.
Ai, Cristina, ahora mismo creo que te mataría de la envidia que siento... Yo también volví de mi primer viaje a NYC con una maleta llena de libros. ¿Fuiste a Strand? Espero que sí porque a una amante de los libros como tú le tiene que gustar tanto como a mí... Si vuelves dame un toque que te pasaré direcciones bibliófilas!
ResponderEliminarJajajaja!!! Tia, que guai!! Se me olvido decirte que tb me trajeras cositas ricas y dulces que no haya por aqui (yo tb como muchisimas porquerias cuando voy de viaje, que cosas) pero bueno, como no se cuando te voy a ver mejor que los souvenirs sean cosas perdurables. Me habras traido alguna postalita, no?? O tengo que mirar el correo?? La foto es preciosa, estabais justo debajo del musical de Wicked!
ResponderEliminarTe he robado la foto para mi fotolog. El copyright ya lo negociamos...
ResponderEliminarIris: Manuel ya había estado antes en Nueva York así que ya teníamos direcciones bibliófilas. Por supuesto que fuimos al Strand y a muchas otras librerías (y bibliotecas) estupendas a las que dedicaré protno una entrada.
ResponderEliminarB: Eso, eso, ya negociaremos el copyright, a ver si hay suerte y las negociaciones dan para otro viaje a Nueva York :P
Tuve algún dulce en la mano para ti, hija, pero por lo mismo que tú dices lo dejé en su sitio. Tendrás que ir tú a ponerte las botas in situ. Ya verás...
Mejor miras el correo, sí.
¿Cómo que estábamos DEBAJO de Wicked? Estábamos ENCIMA y enfrente... y dentro también, pero de eso ya hablaré :) También estábamos a un paso del Winter Garden con Mamma Mia y de El rey León y de un largo etcétera, ya que nuestro hotel estaba en Broadway :)
Bienvenida!!! Espero que pronto venga esa entrada de las librerías "neoyorquinas"...imagino que no os dió tiempo a ver dónde vivió Helen Hanff...bueno, ya me dirás...de todos modos, veo que era un viaje muy deseado y que habéis disfrutado mucho...Bss
ResponderEliminarMe alegro que os lo hayaís pasado tan bien, encontrasteis entradas para algún musical? Eso de tenerlos tan cerca...
ResponderEliminarMuy buenas todas tus compras, Madwoman at the attic es uno de los mejores libros sobre la literatura femenina del siglo XIX (lo tengo destrozado de tantas consultas), el único que no se ve es el segundo por arriba.
Cada vez me entran más ganas de ir a Nueva York, me apuntaré Strand como visita obligatoria ;)
María: no, no hubo tiempo de pasr por el edificio de Helene Hanff, pero sí de comprar un libro suyo, como habrás podido ver en la foto. A la larga creo que es mejor :) Sí, las librerías pronto.
ResponderEliminarLittleEmily: sí a lo de los musicales. Pero de momento no digo cuáles :P
Madwoman in the Attic lo buscábamos desde hacía tiempo, auqneu personalmente no es el tipo de lectura/campo que más me gusta. El segundo por arriba es bastante antiguo: The Brontë Story por Margaret Lane.