domingo, 9 de agosto de 2009

Luna de cosecha

El dolor de muelas o, mejor dicho, la ya ausencia de ~ pero pánico a ~, va ya permitiendo una vida más normal. Hemos retomado las noches "al fresco" acompañados, entre otros bichos menos agradables, de los caracoles. Y noche tras noche descubrimos que son los animales más simples del mundo. No es que esto nos pille por sorpresa de por sí, más bien lo que no deja de sorprendernos y hacernos reír es lo ilimitado de la simpleza (o puede que sea una de esas situaciones en que la simpleza se confunde con no conocer los motivos reales para actuar así, pero suena demasiado sofisticado para un caracol). Primero vino el suicidio colectivo del que ya hablé y que salvo por hechos aislados no ha vuelto a repetirse. Luego vino el caracol "explorador del desierto", esto es, un caracol que tiene a un lado cemento y al otro lado vegetación abundante y opta por el cemento y además sube las pequeñas cuestas que le salen al paso por partida doble. Mis intentos de darle hojitas para reponer fuerzas los pasó por alto literalmente. Cuando nos fuimos, para bien o para mal,lo depositamos entre lo verde.

Al día siguiente teníamos a otro caracol subiendo por una columna de piedra sin una pizca de vegetación y a otro dando una vuelta tras otra por el pitorrito de la regadera, sin saber cómo bajar. Cuando por fin encontró el camino de vuelta (y yo le aplaudí), al poco de ir por él, se volvió para atrás a dar más vueltas infructuosas por el pitorro.

Misterios de la naturaleza.

Y por último llego a esta foto de ayer que nada tiene que ver con los caracoles y que no es gran cosa debido a que la relación de mi cámara de fotos con las fotos nocturnas en general y de la luna en particular nunca ha sido para tirar cohetes. Pero ayer tenía que intentarlo porque el espectáculo se lo merecía. De las fases lunares sé tanto como de botánica y con una conexión que permite pocos vuelos no puedo comprobar lo que voy a afirmar a continuación: ayer había luna llena. Si no era llena se le parecía mucho y para el caso es lo mismo. El caso es que era una luna roja como sólo había visto antes una vez y cuyo nombre sólo conocía en inglés "harvest moon" y que en español resulta ser idéntico: luna de cosecha. Eso sí, parece ser que esta luna es la última llena antes de la entrada del otoño así que puede que la de ayer sólo fuera el ensayo general pero, con derecho al nombre o no, y para mí lo tenía porque me encanta, era una delicia de ver. Una luna enorme, cercana, y roja como un tomate.

PD. Comentarios y visitas a blogs pendientes espero que mañana...

3 comentarios:

  1. Creo que la luna llena fue el día 6, y tiene que haber otra antes del comienzo del otoño, ¿no? Las fases de la luna son cada 28 días, si no me equivoco.

    Tus historias de caracoles me encantan: "otro dando una vuelta tras otra por el pitorrito de la regadera, sin saber cómo bajar", jajaja! Y luego le aplaudiste, pero él, erre que erre!!

    Me alegro de que se te haya pasado el dolor de muelas. :-)

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  2. Hola!
    Confirmo que la luna llena fue el 6 de agosto. Yo también he visto la luna roja a veces e impresiona mucho.
    Por cierto, ¿ha llovido en tu casa de campo? Lo digo por todos esos caracoles de los que nos hablas. En la gran ciudad no ha llovido nada y ya ha pasado el fin de semana que se suponía que iba a ser pasado por agua. Buf! Seguimos con el calor...
    Un saludo,
    Tanakil.

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  3. Elvira: lo de que no era la luna de cosecha auténtica por lo de que aún faltan más de 28 días antes del otoño ya me lo imaginaba, de ahí que lo considerase un !ensayo general". Lo que no sabía es que cuando yo lo vi la luna llena ya había pasado, quién lo hubiera dicho.

    Los caracoles son una juerga ;)

    Tanakil: gracias por lo de la luna.

    No ha llovido (por desgracia, vendría bien), pero siempre hay que regar una cosa u otra y con la humedad y la oscuridad salen igual que si hubiera llovido.

    Que te sea leve el calor...

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