Como era de esperar, decidimos pasar de los pies mojados y la amenaza de diluvio (otra vez) y nos fuimos a dar una vuelta por Greenwich Village. Creo que es ahí donde desearía vivir todo el mundo que desearía vivir en Nueva York. Los apartamentos del Upper East Side deben de ser un lujazo, pero tirando a aburridos (ahora bien, si alguien quiere regalarme uno, prometo no hacerle ascos). Los apartamentos de Greenwich Village también son un lujazo (en lo que a precios se refiere; Enric González comenta que su piso, no enorme, costaba la friolera de 4.000 dólares al mes(!)) y están en una zona con mucha animación, mucho comercio, muy buen ambiente (al menos visto desde fuera) .
Fuimos andando desde la Morgan Library, atravesando la zona universitaria, maravillándonos por la de sitios y comidas al alcance de los universitarios de la zona y llegando a Washington Square (las casitas de arribas son las típicas que parecen salidas de la novela de Henry James y que ahora están comunicadas unas con otras por dentro y pertenecen a la New York University), donde comimos un día la otra vez. Sigue en obras, pero ahora en la otra mitad, de modo que esta vez pudimos ver el famoso arco en todo su esplendor.
Para cuando llegamos a él la lluvia era intermitente y nada intensa, aunque ahora ya sabíamos que en cualquier momento podía caer un chaparrón. Contábamos con el hecho de que en Nueva York hay cafeterías por todas partes y, en caso de diluvio, siempre podríamos meternos en alguna. La foto de la fuente de más abajo, si se hace grande, es una de eas cosas "sólo en Nueva York": allí había dos chicos y una chica, uno de ellos vestido de no sé qué, con medias de colores, que se lo pasaban en grande dando vueltas dentro de la fuente. La gente que pasaba por allí, acostumbrados a este tipo de vida tan sorprendente de Nueva York, apenas miraban de dónde venían los gritos y las risas. Yo, pueblerina (todos somos pueblerinos en Nueva York), no pude evitar tomar una foto en principio porque me gustaba la imagen de la fuente y demás.
Continuamos andando y llegamos a la salida de metro por la que la otra vez habíamos salido a la superficie de Greenwich Village, junto a un estupendo Barnes & Noble que nos vino de perlas ahora que, sin nada que ver con lo anterior, la lluvia empezaba a apretar. Barnes & Noble era mucho mejor refugio que una cafetería. Así que allí estuvimos un buen rato, yo mirando los libros de repostería y helados y al final sin llegar a decidirme por ninguno (soy incapaz de comprar libros de repostería, por lo visto), las cosas de papelería, los muchos complementos lectores (lucecitas, lamparitas, protectores, atriles, marcapáginas carísimos, preciosas bolsas para libros, etc.).
Cuando salimos apenas llovía pero sólo tuvimos que cruzar la calle para ir a nuestro siguiente objetivo, algo que me había arrepentido de no probar la otra vez: un perrito de la famosa tienda de perritos calientes Gray's Papaya. Sale y la mencionan en muchísimas películas y series. Yo la primera vez que oí hablar de ella fue cuando hace siglos vi la película Fools Rush In (Sólo los tontos se enamoran) y la otra vez cuando pasamos por delante me llamó la atención pero acababámos de salir de un Starbucks cercano y habíamos cubierto el cupo. Los perritos estaban buenos. Eso sí, ahí el ketchup incluye ya la cebolla. Yo tengo tolerancia baja a la cebolla pero bueno, ahí no estaba mal. Eso sí, el tomate tiraba un poco a picante (para mí, que soy muy exagerada para el picante; Manuel no notó nada).
Y, no, pese a estar en la zona, no visitamos la famosa (por Sexo en Nueva York) Magnolia Bakery. Yo, antes del viaje, tenía cierta curiosidad por sus famosas cupcakes pero el día anterior habíamos curioseado en su tienda de la Sexta Avenida y sí, reconozco que olía de maravilla y que todo tenía una pinta espectacular, pero aquella tienda estaba llena hasta la bandera de claros fanáticos de la serie que van sólo por la serie y los precios, quizá justos, no lo sé, me parecieron un tanto pasados de rosca.
Con el estómago lleno y la lluvia intermitente, salimos a dar esa vuelta por Greenwich Village. El ambientillo era dominical aparte de lluvioso así que no había tanta gente por la calle como la vez anterior, pero a cambio de eso muchas ventanas de casas tenían las luces encendidas y pudimos ver techos, lámparas y algunas estanterías. El exterior de la casa de Friends (los interiores, claro, eran de estudio) no lo vimos porque yo no tenía ni idea de dónde estaba (luego resulta que estuvimos bastante cerca), pero da igual, todas las casas de la zona son iguales y son diferentes. Y hay pocas de ellas en las que puedas evitar no exclamar (al menos en cuanto al exterior): "¡aquí! Si (fuera rica y) viviera en Nueva York viviría aquí".
Y, paseando, paseando, llegó un punto en que los edificios empezaron a desaparecer de nuevo y pensamos que lo mejor era ir volviendo al hotel, en metro.
Esa noche no teníamos plan, así que decidimos ir por el hotel un rato, que al final redujimos a mínimos porque cuanto más estuviéramos (y por supuesto mientras estuvimos en el hotel apenas llovió) más pereza nos iba a dar salir a cenar.
Salimos del hotel y volvió a caer el diluvio, con viento además, que hacía que el agua del suelo tuviera unas olas a las que más de un surfista no habría hecho ascos. Hice un par de vídeos con la cámara, pero no subo ninguno porque no se aprecia realmente la magnitud del diluvio y parecería que exagero. Tomamos medidas drásticas: subí de nuevo a la habitación del hotel a dejar la cámara y demás y nos pusimos rumbo a Wholefoods (¿alguien dudaba que repetiríamos?). Amainó un poco por el camino y con el olor, la variedad y la deliciosa cena de Wholefoods nos olvidamos hasta de los pies mojados. Para salir de dudas, acompañamos la cena de la famosa agua Fiji que ya comenté que, pese a ser el agua estrella entra las masas, no nos dijo gran cosa.
Al día siguiente se acababa nuestra estancia neoyorquina.
¡Cómo os cundió! Las casas de arriba me han encantado. Imagino a un personaje de Woody Allen viviendo allí. El perrito caliente... me sobra la cebolla.
ResponderEliminarSí que nos cundió, sí.
ResponderEliminarEso pensé yo al ver el perrito, pero luego no se notaba demasiado y estaba rico.
Vaya "casitas", no me importaria vivir ahi, jaja.
ResponderEliminarLos de Magnolia Bakery tienen un libro de cupcakes, no lo tengo pero si los de Humminbird Bakery y Primrose Bakery.
Siempre he oido hablar bien de los libros de Martha Stewart en los blogs de cocina, te dejo esta dire, esta mujer es una enamorada de los libros y recetas reposteras americanas :
http://www.elrincondebea.com/
Pero cuánto sabes de la gastronomía de Nueva York. Tomo nota de todos los sitios que has mencionado.
ResponderEliminarHasta mañana!!
There is no flood that could stop you!
ResponderEliminarLa primera foto me recuerda a alguna de las imágenes de las películas de Woody Allen... Yo tampoco diría que no si me regalasen un tiempo en esas casas.
ResponderEliminarMmm!! Perritos calientes!!! Pasear por Washinton Square y por supuesto...recordar a Henry James!! Y ver los exteriores de la casa de Friends...en fin...está siendo un viaje de lo más aprovechado!!
Bss!!!
Ángeles: sí, ya me acuerdo que me comentaste que tenías esos libros. ¿Has probado algo de ellos?
ResponderEliminarCreo que alguno de Martha Stewart tuve entre manos, también de Williams Sonoma (el de la tienda) pero por alguna razón sólo sirvo para que me regalen libros de repostería, no para comprarlos yo. Me cuesta decidirme y al final prefiero no complicarme la vida ;)
El blog que me recomiendas lo ojeo de vez en cuando, pero gracias de todos modos :)
Mar: qué va, de gastronomía en general sé muy poco. Lo que comento aquí es lo que cualquier turista medio aprende en un viaje :)
Enric: jajaja... esa frase suena a canción ochentera :D
María: yo conozco tirando a poco de Woody Allen (algo que habría que reparar), pero sí, cuando caimnas por allí hay muchas cosas que parecen salidas de una película suya.
La casa de Friends no la vimos. Otra vez será ;)
Lo del agua Fiji es escandaloso. En el 2005 visitamos texas y Luisiana y la vendían en cualquier tienducha a 50 centavos. No me lo explico...
ResponderEliminarYo también comí uno de los publicitados frankfurts de Gray's papaya y nos hicimos fotos frikis en la acera de enfrente, donde hay un teléfono público en el que Samuel L. Jackson y Bruce Willis contestan a una llamada de Jeremy Irons durante La jungla de cristal III. Qué le vamos a hacer...
Ah, pues en vuestro caso al menos era barata, pero es que de la enorme gama de aguas de todo tipo solía ser la más cara y, qué quieres, yo las probé baratuchas y, sin ser experta en aguas, no noté gran diferencia. Ya sé que se supone que s para conservar el entorno de las islas y no sé qué pero creo que todos los trabajos de conservación que realicen con el dinero que saquen los echan a perder con lo que debe de contaminar la distribución y demás (plástico, embotellamiento) de la dichosa agua.
ResponderEliminarQué bueno lo de vuestras "fotos frikis" :D