Me preguntaba estos días de qué iba a hablar en mi última entrada con 26 y la verdad es que no estaba muy inspirada. Comentar que cumplí mi misión de cortarme el pelo tampoco era tan emocionante.
Al final me decanto por algo real como la vida misma y muy divertido que ha pasado en varios episodios, tipo sitcom. Dejo fuera, eso sí, las risas enlatadas:
EPISODIO 1:
(Sábado pasado. Entra Manuel en escena cargado con un montón de tomates.)
Manuel: Creo que la única forma de comerlos todos antes de que se pudran es hacer gazpacho.
Cristina: ¡Sí! Le pediré a mi madre [también conocida como asesora culinaria] la receta y lo hago esta semana.
EPISODIO 2:
(Lunes por la noche. Cristina al teléfono con la asesora culinaria, concentrada tomando notas sobre la receta del gazpacho.)
Asesora culinaria: ... y un pepino de unos 250 g, media cebolla, un ajo mediano-grande, 3/4 de baguette y...
Cristina: Ajá.
EPISODIO 3:
(Miércoles por la tarde. Cocina. Cristina preparando el gazpacho para el día siguiente, con Manuel a mano para partir la cebolla que ella se niega a tocar.)
Cristina: ... y los tomates... ¿y me partes la cebolla? ... y el pepino... y el ajo mediano-grande...
Manuel: ¿Un ajo entero?
Cristina: Síp, eso dijo mi madre.
(Pasan unos minutos, Cristina sigue pelando el ajo.)
Cristina piensa: ¡qué rollo esto de pelar el ajo! Y qué peste me va a quedar luego.
(Pasan unos minutos, el gazpacho está hecho pero calentujo, falta meterlo hasta el día siguiente en el frigorífico. Manuel y Cristina lo prueban.)
Los dos: Hmmm... un poco fuerte de ajo, ¿no?
Cristina: Será cosa de poner menos las próximas veces. Medio, en vez de uno entero.
EPISODIO 4:
(Jueves. Hora de la cena, sendos platos de gazpacho servidos en la mesa.)
Cristina: (empieza a tomar la primera cucharada) Ah, pues hoy está menos fuert... ¡Aaaaah! Está fortísimo, es de efectos retardados.
Manuel: (lo prueba) Sí que está fuerte, sí. Pero bueno, el sabor inicial no es malo. Es cosa de rebajar el ajo.
Cristina: Ya, pero no lo entiendo, yo puse lo que me dijo mi madre y a ella no le queda tan fuerte, no sé.
(Horas después siguen intentando deshacerse del sabor a ajo.)
EPISODIO 5 (y último):
(Viernes. Hora de la cena. De nuevo gazpacho para cenar, porque han salido litros y litros. Y aún no se acaba.)
Cristina: Bufffff.
Manuel: Bueno, hay que repetir la receta otro día, con menos ajo y ya está.
Cristina: Sí, sí.
Manuel: Igual es porque usamos ajo del campo y es más fuerte.
Cristina: Será eso, porque si no no lo entiendo, mi madre dijo mediano-grande y el que puse tampoco era gigante.
Manuel: Al menos dicen que el ajo es muy bueno.
(Minutos después. Cristina de nuevo al teléfono con la asesora culinaria.)
Cristina: Y aún nos queda más, con lo fuerte que está.
Asesora culinaria: No entiendo cómo te pudo quedar tan fuerte. Alguien ha dicho esta tarde en broma que a ver si es que habías puesto una cabeza de ajo entera. (Se parte de risa).
Cristina: ... eeeeeh...
Asesora culinaria: Porque...
Cristina: Perooooo... tú me dijiste un ajo...
Asesora culinaria: ¡Un diente de ajo! ¿Pusiste una cabeza de ajo?
Cristina: Pero un ajo es un ajo, no un diente de ajo.
Asesora culinaria: ¡Un ajo es un diente de ajo, no una cabeza de ajo!
Cristina: ¡No! eso es como si dices que una naranja es un gajo de la naranja y no la naranja entera.
Asesora culinaria: Pero entonces... ¿pusiste una cabeza de ajo entera?
Cristina: Un ajo es un ajo... y además mediano-grande.
Asesora culinaria: ¡Pero era un diente de ajo: un ajo!
Cristina: Un ajo es un ajo, no un diente de.
(Asesora culinaria y Cristina se ríen cada vez más mientras el debate sigue ad infinitum. Manuel entra en escena con cara de "no puede ser". Pasan los minutos.)
Cristina: Así que lo que estamos tomando es puré de ajo con un poco de tomate.
Asesora culinaria: No, ni el ajo blanco lleva una cabeza de ajo entera. Bueno, hija, pero el ajo es muy bueno.
Cristina: (resignada) Ya, eso dice Manuel.
Eran demasiadas recetas caseras las que me habían salido bien, algún día tenía que llegar la anécdota, aunque hubiera sido de agradecer que se me hubiera chamuscado algo tanto que se hubiera quedado incomestible, no que encima hubiera salido tanto que estemos condenados a comerlo día tras día. En fin, así acaban los 26, comiendo puré de ajo y dándole la razón - vía RAE - a la asesora culinaria en que un ajo es un diente de ~, no una cabeza de ~.
Así acaban los 26: riéndome de mí misma sin parar.
sábado, 5 de julio de 2008
Sitcom casera
Publicado por Cristina en 13:39
Etiquetas Con las manos en la masa, Cosas de casa
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Jajajajajajajajajaja!!! Lo que me he podido reir aqui sola en casa!! Jajajaja!! La verdad es que probablemente yo hubiera cometido el mismo error. Por cierto, solo a ti se te ocurre consultar a la RAE para rebatir a tu madre...
ResponderEliminaray! me ha hecho mucha gracia, lo mejor, eso sí, tu "es de efectos retardados"
ResponderEliminarPor cierto, este mes tambien llegarán mis últimas entradas con 25 y las primeras con 26, nos vamos haciendo viejunas
Ui, qué típica confusión, pero tengo que decir, lo siento mucho, que estoy con tu madre, un ajo es un diente de ajo! Pero bueno, piensa que con el poder antibiótico del ajo no te va a salir una pupa en la boca en años!!!
ResponderEliminarMe alegro de que os hayáis podido reír (a mi costa, ¿eh? :P). Yo todavía me río cada vez que me acuerdo (y es que aún queda un vasito de gazpacho... ¿el ajo aparte de todo se regenera o qué?)
ResponderEliminarIris: ya, ya, está claro que mi madre tiene razón, pero aun así sigo pensando que llamar un ajo a un diente de ajo es un poco absurdo.
Creo que voy a ser como un superhéroe o algo. Mi poder, por supuesto, será dejar KO a los archienemigos con el aliento y curar las heridas en un abrir y cerrar de ojos gracias a los poderes antibióticos. No está mal.
Cristina, a mi me paso exactamente lo mismo, solo que en lugar de gazpacho, la receta era (intentaba ser), un fricando de vedella (mmmm)...el resultado fue que acabo todo donde tenia que acabar...en el cubo de la basura. Dios!...aún no pude comprender como pude meterle una cabeza entera de ajos picados...
ResponderEliminar(el problema entre tu y yo), es que las madres tienen ese argot extraño,(ya sabes), "un puñaico", "un poco", "un ajo"...en fin, ¿que te voy a contar?
¡¡Qué bien saber que hay más gente a la que le ha pasado!! :D Es que eso de "un ajo" da pie a muchos malentendidos.
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