miércoles, 2 de julio de 2008

Oleander, Jacaranda, de Penelope Lively

Ayer hablaba de imágenes veraniegas, y creo que la portada de Oleander, Jacaranda: A Childhood Perceived, de Penelope Lively es de las portadas más veraniegas que tenemos en la estantería. Me gusta porque es una imagen coloreada y un poco retocada de la propia Penelope Lively, saltando de un trampolín de Alejandría al Mediterráneo. La original, más abajo, es en blanco y negro. Y lo que me he entretenido yo buscando las diferencias (o la diferencia mejor dicho, porque no he visto más que una) entre las dos.

También he encontrado diferencias entre la idea que yo tenía del libro y lo que ha sido el libro de verdad. Diferencias para bien, eso sí. El libro lo venden como una especie de autobiografía que sólo cubre su infancia en Egipto. Y el caso es que es eso y no lo es. No es una autobiografía al uso: Penelope Lively no sigue un orden estrictamente cronológico (lo que resulta un poco confuso con cosas como el divorcio de sus padres, por ejemplo) ni tampoco lo cuenta todo. Ella cuenta lo que recuerda más o menos, a veces con un poco de ayuda, pero en general el libro es más bien una colección de momentos de su infancia. Y, como bien dice Penelope Lively, todos los recuerdos de infancia son así: pequeños fragmentos inconexos que una no sabe muy bien - o sí, según el recuerdo - por qué recuerda eso y no otra cosa, a veces cosas supuestamente más importantes.

Sólo se mencionan de pasada cosas relacionadas con la Penelope Lively bebé. Y de hecho el libro empieza con una Penelope Lively de unos seis o siete años que va en coche por las afueras de El Cairo y ve pasar, y nombra, los arbustos/árboles que ve. (He aquí cuando Cristina necesitó no sólo la traducción de los nombres de las plantas, sino también las fotos). Los arbustos/árboles son adelfas* y jacarandas, de ahí el nombre del libro.

El libro no sólo cuenta las aventuras y desventuras de Penelope Lively y su familia en el Egipto (y alrededores como Palestina o Jartum) de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial y los años de la misma Guerra (¿vio Penelope al mismísimo Charles de Gaulle en bata?), sino que también va explorando cómo funciona la memoria o cómo es el mundo visto por los niños. Muy interesantes los dos aspectos.

El libro termina con una Penelope Lively de 12 años que vuelve con su niñera Lucy a Inglaterra, a una Inglaterra que ella no conoce de nada, a pesar de haber estado allí alguna vez, a pesar de ser su país y a pesar de haber leído tantos textos patrióticos sobre el país, que encuentra demasiado verde, demasiado húmeda, demasiado gris y fría en unos años difíciles - los de posguerra - en comparación con el clima y los paisajes entre los que ella había crecido y que, a fin de cuentas, considera su casa. Cuando va a hacerse su cartilla de racionamiento y el funcionario de turno le informa con mucha pompa de que al ser menor de 16 le corresponden plátanos, Penelope no entiende lo sorprendente del asunto, para ella los plátanos no son algo exótico y lujoso.

Me ha gustado mucho el libro y, como siempre, el estilo de Penelope Lively (que a ratos me recordaba a Carmen Martín Gaite y a ratos a Esther Tusquets en su biografía de infancia), así que me he decidido a hacer algo que no suelo hacer casi nunca: leer dos libros del mismo autor seguidos. Pero es que tener A House Unlocked, que es una especie de continuación de cuando ya Penelope Lively llegó a Inglaterra. Digo especie de continuación porque visto lo visto supongo que será otra forma original de contar cosas de su vida.

Y con este habré completado la "trilogía" (que no lo es en realidad, sólo lo llamo yo así) personal de Penelope Lively. Hace unos años leí su Making It Up, que ella llamaba antiautobiografía. Es un libro muy curioso de relatos en los que, basándose en acontecimientos concretos de su vida, explora qué hubiera pasado si hubiera tomado otras rutas. El resultado son historias ficticias con un punto de partida más o menos real y los siempre intrigantes "¿y si...?"

* Ahora resulta que lo que yo pensaba que abundaba por aquí, orgullosa de saber el nombre de una planta, no son azaleas, sino adelfas como las del libro (y la foto de ayer sin ir más lejos).

4 comentarios:

  1. ¡Soy adicta a tus lecturas, pero como alumna soy fatal! Prácticamente no he tenido tiempo de leerme nada de lo que has propuesto... qué desastre! A ver si escarmiento y me dejo contagiar por esta portada tan veraniega...

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  2. Hola, Cristina. He llegado a tu blog desde goodreads y me ha gustado. Aún no sé si coincidiremos en gustos literarios, pero en cualquier caso es un alivio encontrar un blog que resulta fresco y no pedante. Te animo a seguir con él. Saludos. Nacho (dukenan en goodreads)

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  3. Siempre me pregunto de dónde sacas los libros que lees, muchos ni siquiera me suenan... como siempre, me lo apunto ;) me ha hecho recordar a los Durrell

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  4. Iris: eso me pasa a mí también. Leo blogs, tomo nota de libros pero... no doy abasto.

    Nacho: pues nada, me alegro de que te haya gustado lo que has visto. Lo de no resultar pedante es todo un cumplido. Ya nos veremos por Goodreads.

    LittleEmily: uffff... en el caso de Penelope Lively fue que encontré un libro suyo, sin conocerla de nada, en la Casa del Libro que se llamaba The Photograph, me gustó el resumen, lo compré y me gustó el libro. Quise saber más y terminé llegando a este (y los que me quedan). Pero en realidad creo que es sólo un eslabón de la cadena que creo que podría hacer (si mi memoria diera tanto de sí) sin romperla si empezara a contar desde el primer libro que leí en inglés. Uno siempre lleva a otro y ese a otro...

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