martes, 5 de febrero de 2008

Habíamos ganado la guerra

Como decía esta mañana, ayer (aunque técnicamente ya hoy)me terminé el libro que me regaló la única lectora por Reyes: Habíamos ganado la guerra, de Esther Tusquets. Como siempre, acertó cuando dijo que lo había leído y pensaba que me gustaría.

Me suelen gustar las memorias de la gente, sobre todo si hablan de su infancia, y este libro tenía además el elemento adicional de que transcurría en Barcelona, aunque fuera en aquella tan diferente de la posguerra. Por ejemplo, ayer mientras estaba tomando un té en mi Starbucks preferido en la Plaza de la Universidad era curioso leer sobre hechos que habían tenido lugar ahí mismo y que yo sólo tenía que levantar la vista para imaginar - casi ver - con todo lujo de detalles. La posguerra era esa época en que el Modernismo, con sus colores, ondas, curvas y demás elementos rocambolescos, estaba muy mal visto, aunque ahora nos parezca impensable. Dice Esther Tusquets, sin ir más lejos, que durante muchos años a ella le pareció espantosa la Casa de les Punxes, que se veía desde la ventana de una de las casas donde vivió. Ahora tal casa - por lo menos a mí - no cabe verla más que como toda una maravilla de la arquitectura.

Pero no sólo me han gustado las anécdotas relacionadas con Barcelona. Cito aquí una que me hizo reír muchísimo. Cuenta Esther Tusquets que dos de sus tías (hermanas entre sí) eran como la cara y la cruz de una misma moneda. Mientras que una de ella, Blanca, se disfrazaba de princesa con la ropa de su madre y jugaba a imaginar a su príncipe,

tía Sara elegía las ropas más viejas que encontraba en los armarios, esas que ni las criadas utilizaban ya, se liaba un pañuelo a la cabeza, preparaba un hatillo con una fiambrera y un poco de vino, y jugaba a llevarle comida a la obra o al campo a un marido pobrísimo y casi siempre tuberculoso, procurando darse prisa porque en casa la esperaba una multitud de chiquillos famélicos e insanos que el destino aciago reduciría en pocos días a la poco envidiable condición de huérfanos.

Y es que para la familia de Esther Tusquets esto era quizá más remoto que lo de los príncipes. Los Tusquets eran una familia adinerada que, como dice la autora, nunca tuvieron que usar su cartilla de racionamiento en la posguerra. La misma Esther Tusquets justifica el libro diciendo que existen muchas memorias de gente que perdió la guerra, pero pocas de gente que reconozca abiertamente que la ganó, aunque al final del libro llegue a la conclusión de que, pese a haberla ganado los suyos, ella la había perdido.

La familia no sólo tenía dinero, sino también gente de lo más llamativa. Ahí está por ejemplo su tío Juan, objeto incluso de una biografía, o la madre de Esther Tusquets, mujer poco convencional (y no sólo por ser franquista a la vez que atea), o el tío Víctor que, como Esther Tusquets dice, era un "nazi de opereta" que hasta se montó un museo-altar en casa, o su primo Víctor Guillén "Bubi", que precisamente apreció brevemente el otro día en la pantalla de fallecidos en la ceremonia de los Goya, dejándome boquiabierta porque justo unos minutos antes había estado leyendo sobre él.

El libro acaba cuando la autora tiene poco más de 20 años. En alguna entrevista leí el otro día que eso era lo más lejos que había podido llegar - siendo sincera - ya que de épocas posteriores todavía vive gente de la que no estaría bien hablar.

Sólo le encuentro dos pequeñas pegas. Una: que estoy acostumbrada (para bien o para mal) a que los libros ingleses que leo de este tipo incluyan bastantes fotos de la gente de la que se habla, algo que me gusta mucho. Aquí, por no haber fotos personales, ni siquiera la de la portada lo es. Dos: (y esta puede que sea más cosa mía que de la autora) que a veces se hable de gente que quizá para ella o quizá en la época eran famosísimos, pero que a mí (ni a nadie de los que he preguntado y apenas a internet) no me dicen nada. Se sobrentiende que sabemos quién es Elia, la madre del primo Bubi, o quién es José, el autor de La casa muerta y yo aun sigo sin saber nada de la primera y apenas lo justo del segundo.

Pero salvo eso - que no tiene peso real sobre la lectura del libro - me ha gustado mucho.

4 comentarios:

  1. Por partes:

    1. Me alegra mucho que te haya gustado el libro!!!!!
    2. Que de cosas te compras, tia. Controlate. Y ya se que han abierto Muji (o eso dicen) pero todavia no he podido pasarme. Seras la primera en saberlo cuando lo haga. La segunda, despues del que me atienda...
    3. Preciosa escultura, quiero una igual para mi salon.

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  2. Oye, por cierto, veo que has visto 4 meses, etc., pero creo que no has comentado nada. Que te parecio?? La recomiendas??

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  3. Pues por partes yo también:

    1. ¿Tu madre lo ha leído ya? ¿Qué le ha parecido?
    2. Ya me contarás si cuando vayas por primera vez a Muji eres capaz de controlarte. Y si lo eres es que eres rara. Pero sí, mantenme informada, que tengo mucha curiosidad por saber qué te parece.
    3. Si no fuera porque no sé si cabría de alto en tu salón te arrancaba la escultura de cuajo y te la regalaba. Creo que sólo por eso me harían a mí un monumento (más bonito, espero).
    4. Pueeeeeeees... No sé, supongo que no es una película para gustar. Es buena (salvo por la escena que todo el mundo critica) y sí, se puede ver.

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  4. Hola, me estoy leyendo el libro, y he encontrado esta página buscando "Elia" en google, llevo un rato buscando y no sale nada, sólo salen páginas del director Elia Kazan.
    Si te enteras de algo te agradecería q lo comentaras jeje gracias
    steelmaiden_86@hotmail.com

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