Resulta que el kilo de harina de fuerza que tenemos caduca a finales de abril. Y aunque supongo que lo de la caducidad tiene que ver más con la pérdida de fuerza que con otra cosa, Manuel y la asesora culinaria me contaron unas historias para no dormir relacionadas con harina vieja que me decidieron a dedicarnos únicamente a la repostería con harina de fuerza hasta que se gaste hasta el último gramo. Así que en esas estamos y de nuevo ayer me tocó incubar un rato.
La repostería elegida: caracoles de canela de, otra vez, el libro Delicias al horno, que incluye bastantes recetas con harina de fuerza (de ahí que cuando la compré me hiciera con más de lo debido).
Como a mí no me gustan las pasas y a Manuel sí, llegamos a un compromiso rellenando la mitad de los caracoles con las pasas tal y como indicaba la receta (que si alguien quiere que la pida) y la otra mitad de pepitas de chocolate. La receta recomendaba partir el rollo formado en doce unidades/caracoles. En las dos pruebas que yo hice sólo me salían 11, así que tuvo que ser Manuel el que partió y repartió. E hizo el milagro del pan y los peces, porque le salieron nada menos que 14 (una de ellas, de un extremo, sin relleno que resultó quedar buenísima y monísima a pesar de estar "vacía"). A estas horas quedan seis, diría que menos de chocolate que de pasas, pero prefiero no considerar la posibilidad de que las mías se terminen mientras a Manuel las suyas le duran más.
Por si les tenía poca manía a las pasas ayer me dio por "probar" una que se había desprendido de su bollito y se había hinchado como un globito dentro del horno. Cosas tontas que hace una: Manuel, a quien ya digo que le gustan, se negó a probar esa pasa carbonizada, reseca y pegajosa pero yo, que las aborrezco, me la metí en la boca sin dudarlo al más puro estilo Marmite. Baste decir que el sabor fue asqueroso y, lo peor, de lo más persistente. Por lo visto, según me dice, las pasas de dentro están buenas.
Lo peor de todo es que cada caracol, aparte de muy rico, es sorprendentemente ligero, con lo cual tienes que confiar más en tu fuerza de voluntad para dejar de comerlos y no en la sensación de "ufff, va a tener que venir la grúa a levantarme", siempre tan efectiva para dejar de comer de una vez.
He aquí un caracol que efectivamente, y sin hacerlo a propósito, quedó con forma de caracol.
Y la película dominical de hoy era Libeled Lady (Una mujer difamada) que nos ha hecho reír a carcajadas más de una vez, sobre todo en ciertas escenas de pesca. Una comedia de enredo que desde luego hace honor a su género porque, aunque fácil de seguir cuando se ve la película, cuenta con un argumento difícil de resumir.
domingo, 22 de marzo de 2009
Caracoles de canela
Publicado por Cristina en 18:29
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Soy fan de los cinamon rolls desde que los descubrí en NYC...ahora los encuentro en Starbucks, pero creo que me tiro a prepararlos...ya te contaré.
ResponderEliminar( A mi tampoco me gustan las pasas ;D )
Los de Starbucks está ricos, sí. ¿Has probado los de la tienda sueca de Ikea? Están aun mejor. Además los puedes meter unos segundos en el microondas y quedan como recién hechos.
ResponderEliminarY sí, también los puedes hacer en casa, claro :P