miércoles, 18 de marzo de 2009

Los pies al sol

El invierno está a punto de terminar y la frigopoesía no incluye la palabra primavera para que podamos seguir la saga de los últimos meses: un informativo "es casi otoño - es otoño - es casi invierno - es invierno". Quizá al inventor le pasa como a mí y prefiere esas estaciones y decide ignorar las otras.

El caso es que pese a no tener ninguna gana de que llegue el calor, en esta época del año me dedico a seguir los rayos de sol que entran en casa y que de momento dan el calor justo.

El ritual de poner los pies al solecillo después de comer es tan agradable que ayer, cuando estaba a punto de renunciar a él durante unos segundos mientras cogía la cámara de fotos, recordé que el año pasado ya había hecho fotos de lo mismo. Qué predecible.

Y también están las fresas, claro.

5 comentarios:

  1. Yo hice lo mismo ayer (sin calcetines). A veces me siento un rato en el balcón para que me dé el sol, porque cuando paseo por la ciudad los edificios altos me lo tapan la mayor parte del tiempo.

    Me parece raro que cuando llega el buen tiempo a muchos nos dé por estar más cansados. La astenia primaveral...

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  2. Yo en Madrid tenía balcón y desde que llegaba el buen tiempo hasta que llegaba el calor agobiante me pasaba más tiempo fuera que dentro. Y en verano al caer la tarde no perdonaba el ratito en él tampoco. Pero ahora no tengo balcón y me das envidia, Elvira.

    Yo aún no tengo ni astenia ni alergia pero, aunque cruzo los dedos, supongo que todo llega.

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  3. Hola Cristina!
    Llevo muchos días sin dejar ningún comentario en tus posts pero te visito casi cada día!
    Un abrazo!

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  4. a mí me pasa igual, no soporto el calor, pero en estas previas de primavera me encanta ponerme unos minutillos a absorber vitamina d, por ejemplo el otro día en la parada del bus me quedé cual lagartija mirando al sol!

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  5. Hola Mar: muchas gracias :)

    Iris: sí, yo también me reencarno en lagartija en esta época. Pero dentro de poco, no sé, será más tirando a murciélago.

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