miércoles, 21 de octubre de 2009

Air mail

El otro día abrí el buzón y me encontré con este sobre. Pensaba - sin realmente haberme parado a pensarlo - que ya no existirían estos famosos sobres de rayitas azules y rojas pensados para envíos por avión.

Aunque era más pesado de lo que eran los sobres especiales para avión que yo recuerdo, al abrirlo casi esperaba encontrarme con papel de ese casi transparente en el que escribir por las dos caras era prácticamente el equivalente de las cartas cruzadas decimonónicas (es decir: ilegible). Por supuesto no fue así, el papel de dentro era normal y como, imaginaciones retro aparte, yo ya había supuesto me recordaba amablemente que es hora de renovar la suscripción a la Brontë Society, que, igual que, por ejemplo, los libros, son cosas por las que una paga extrañamente encantada de la vida.

Igual que estoy extrañamente encantada de la vida con mi sobre retro. Me recuerda a los ochenta (más que nada porque antes de los ochenta es imposible que tenga recuerdos), cuando en casa había alguien que vivía en el extranjero y recibir una carta de estas de varios folios de papel finústico era todo un acontecimiento (al menos yo lo recuerdo así), me acuerdo del tacto del papel y, sobre todo, del ruidito que hacía al doblarlo y desdoblarlo.

Manuel y yo siempre comentamos (sobre todo viendo Ashes to Ashes, cuya segunda temporada se nos acabó el sábado; ahora queda que estrenen la tercera y última) que los ochenta son la última década retro, porque en los noventa todo empezó a ser mucho más virtual y mucho más de usar y tirar, se terminó con el sentido de permanencia de muchos objetos. Puede que dentro de unos años alguna serie/película recree los noventa y me tenga que tragar mis palabras, pero a día de hoy tengo la sensación - yo, que en realidad no soy una nostálgica de los ochenta en absoluto - de que los noventa nunca podrán resultar tan nostálgicos.

4 comentarios:

  1. No me lo había planteado hasta que he leído tu post. Supongo que para nosotros serán los ochenta pero los adolescentes de hoy, dentro de 20 años, recordarán con nostalgia los noventa porque coincide con la década de su infancia.
    Yo pasé toda mi niñez y mi adolescencia sin móvil, sin internet, con un canal de televisión (recuerdo cuando empezó TV3) y tan feliz. Y a mi sobrino de 14 años le parezco una antigua!!
    Un abrazo

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  2. Sí, el toque nostálgico personal supongo que tiene que ver, pero la diferencia que veo con los niños de los ochenta y los niños de los noventa y posteriores es que en los ochenta más o menos todo el mundo hacía lo mismo: veía las mismas series (más que nada por lo que dices de pocos canales), quería/tenía los mismos juguetes, etc. Pero es que en los noventa había más canales y más variedad, con lo cual a lo mejor no todo el mundo creció viendo lo mismo o jugando con lo mismo y así el toque nostálgico pierde fuerza. Habrá grupúsculos que, quizá, tengan alguna serie grande en común.

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  3. Pues yo he seguido recibiendo cartas de estas, y reconozco que me chocan un poco cuando llegan. Sí, parece que vayan a contener aquel papel de avión tan fino y medio transparente. :-)

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  4. ¿Las sigues recibiendo? Qué cosas, pues yo de verdad que ya daba este tipo de sobres por muertos, los pobres.

    El papel ese, al menos con ese uso, sí que debe de estar extinto ya, ¿no?

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