miércoles, 16 de diciembre de 2009

Consequences, de Penelope Lively

Es curioso cómo tendemos a quedarnos con lo malo. Da igual que haya leído ya unos cuantos libros de Penelope Lively y que, todos, salvo el último que leí cuando no debería haberlo leído, me hayan gustado muchísimo. Da igual porque al parecer el último que no me gusta pesa más en la balanza que todos los que sí me habían gustado. Y obviamente no debería ser así.

En Shakespeare & Company, con las galeradas de Family Album - su libro más reciente - en la mano, se me pusieron los dientes largos y me di cuenta de que, desde A House Unlocked, ni tan siquiera me había planteado leer ese otro libro suyo que tenía pendiente en la estantería, el anterior a Family Album (también tengo pendiente en la estantería su obra más conocida: Moon Tiger, y muchos otros por adquirir, claro): Consequences, al que había llegado, por supuesto, porque ya había leído otros de esta autora pero que sé que, aunque hubiera estado escrito por cualquier otra persona, su argumento me hubiera llevado a comprarlo igualmente.

Así que fui perdonando a Penelope Lively por algo de lo que no tenía la culpa hasta llegar a dos cosas: 1) convencerme de que Family Album era inencontrable en estos momentos en ninguna de mis librerías habituales (ahora, por supuesto lo traerán, como siempre pasa) y decidirme a pedirlo, acompañado de algún otro, a The Book Depository (ahora a esperar a que lleguen) y 2) sacar Consequences de su sitio y leerlo de una vez. El tercer paso debería ser darme golpes en la cabeza con Consequences por haber sido tan tonta y haberlo dejado tanto tiempo languideciendo.

Como indica el título del libro, Consequences habla de las consecuencias de nuestros actos*. Pero no de las grandes decisiones, no, también, en su mayoría, de las pequeñas, de las cotidianas, de las que surgen de pequeñas casualidades, de cómo un encuentro en un banco de un parque en los años 30 entre una chica de clase alta disgustada con su estilo de vida y un artista que se va haciendo su hueco en el mundo del arte puede influir no sólo sus propias vidas, sino las de sus hijos, las de sus nietos. O cómo un periódico abandonado puede cambiar la vida de su hija. O cómo una visita de su nieta a su casita en Somerset, setenta años después, puede también cambiar su vida. La vida que, al final, no se forja a base de grandes momentos ni de grandes decisiones, sino de pequeños actos, casualidades y decisiones de aparente poca importancia.

Y por si eso no fuera suficiente, claro, está el hecho de que posiblemente mi trama preferida en la ficción sean las historias, sagas, secretos familiares. Las generaciones y sus relaciones unas con otras, cómo el momento en que uno vive es distinto del momento en que vivió el anterior. Como decía Virginia Woolf a primeros de año (y, salvando las distancias de estilo, época, escritor, etc, The Years y Consequences, tienen algunas cosas en común), lo que la Historia representa para los que están atrapados en ella. Mientras que Matt, el artista de cada vez más renombre, está obligado a ir a la guerra (y últimamente lo busque o no siempre desemboco en ella), Simon, años después, se ve obligado a hacerse la prueba del Sida. Mientras que Lorna, la chica de clase alta que lo deja todo por Matt y la casita aislada de Somerset, se ve obligada por las circunstancias a hacerse cargo de su hija sola, Molly, años más tarde, decide ser madre soltera y Ruth, en otro milenio, decide divorciarse. No es cierto eso de que "todo tiempo pasado fue mejor", pero también es verdad que, con más o menos comodidades, cada generación tiene sus diferentes retos.

Todo ello lo cuenta Penelope Lively con la Historia como ruido de fondo, ruido de fondo que a veces cobra más protagonismo o afecta más de cerca a los que están atrapados en ella. Para Lorna la guerra se vuelve algo personal. Molly ve llegar a Margaret Thatcher al poder y reflexiona que los gobiernos van y vienen pero se ve afectada brevemente por los cortes de luz, etc. Para Lorna un viaje de Somerset a Londres es un mundo, para Ruth un viaje de Londres a Creta es un momento. Las perspectivas cambian.

El libro está escrito de maravilla y consigue lo que a mí me ha parecido lo más impresionante de todo, que es que en las 300 páginas que tiene, la perspectiva del lector cambie y avance lo suficiente como para que las personas tan reales que son Lorna y Matt en las primeras páginas se vayan diluyendo con el paso del tiempo sobre el papel igual que si fuera el paso del tiempo real. Para cuando se alcanzan las últimas páginas, Lorna y Matt han quedado tan lejos para el lector en apenas 200 páginas como para Ruth en 70 años. Se han vuelto verdaderamente antepasados y Penelope Lively ha conseguido que los veamos tan lejanos como los veríamos en la vida real. Estuvieron tan vivos y, con pequeñas complicidades, por supuesto, entre ellos y el lector, ahora se han reducido a lo que Ruth llama "personas legendarias, míticas" construidas a base de unas cuantas anécdotas que les sobrevivieron.

Impresionante libro e impresionante(s) historia(s).

Y Penelope Lively que sale de la injusta lista negra metafórica y vuelve al lugar privilegiado que se merece. Family Album, como el nombre indica, promete otra saga familiar. Yo encantada.

* De hecho, Penelope Lively, aparte de Oleander, Jacaranda, donde cuenta su infancia a través de lo que ella recuerda, también tiene lo que ella llama una anti-memoria, Making It Up, un libro que se compone de una especie de relatos cortos escritos a partir de las opciones que NO tomó. Una especie de juego "¿y si hubiera...?" con ciertos momentos de su vida. También me gustó mucho.

7 comentarios:

  1. Suena muy, muy apetecible. Cuando baje mi pila de libros por leer, creo que me lo compraré.

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  2. Esta mañana he encontrado encima de mi mesa la Nueva Gramática. Parece que mi jefe nos está leyendo!!

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  3. Elvira: ¡Qué bien! Me alegra que el comentario te haya dado ganas de leer el libro :)

    Mar: Si nos está leyendo de verdad me gustaría decirle que a mí también me gustaría encontrarla sobre MI mesa ;) No, ahora en serio, qué suerte y qué envidia. Ahora a hablar como un académico: ya sabes, nada de "pantalones vaqueros", lo que se lleva es "bluyín" ;)

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  4. Los libros que hablan de las consecuencias que tienen las decisiones; me gustan y me asustan...porque pienso todo demasiado y ésto puedo acarrear no decidir, o que el propio tiempo decida por ti. Pero estos libros suelen atraer muchísimo mi atención.
    Tiene muy buena pinta Cristina, y me encanta como explicas de bien eso que nos sucede con los autores y sus libros, como quizá, y me pongo la primera, dejamos de buscar autores y libros por haber leído uno de ellos que no nos haya gustado.
    Tiene una pinta estupenda!! Una suerte que lo hayas leído!! Bssss

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  5. A mí también me gustan mucho este tipo de libros. Me gusta cómo te hacen reflexionar sobre tus propias decisiones o sobre las cadenas de consecuencias que han llevado a una cosa u otra. Y es fascinante como, iguaol que se demuestra en el libro, las vidas se forjan a base de las decisiones más aparentemente insignificantes. Las grandes decisiones son las menos.

    Y con los autores lo mismo. Descubrir a un buen autor suele ser fruto de la casualidad en muchos casos.

    En fin, me alegra que te haya llamado la atención el libro :)

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  6. Soy argentina y editora de libros, y casualmente estoy editando en castellano, Consecuencias. Me llamó la atención tu comentario: "Lo más impresionante de todo, que es que en las 300 páginas que tiene, la perspectiva del lector cambie y avance lo suficiente como para que las personas tan reales que son Lorna y Matt en las primeras páginas se vayan diluyendo con el paso del tiempo sobre el papel igual que si fuera el paso del tiempo real. Para cuando se alcanzan las últimas páginas, Lorna y Matt han quedado tan lejos para el lector en apenas 200 páginas como para Ruth en 70 años".
    Eso es exactamente lo que me pasó a mí con este libro cuando lo leí por primera vez. Al principio me sorprendió que la autora eliminara, de alguna manera, a esos dos personajes tan entrañables, creí que iba a dejar de leer (luego me acordé que no podía, que estaba editándolo!). Y luego sentí ese desapego, esa nostalgia que te brinda el tiempo en el transcurso de unas pocas horas (lo que dura mi jornada laboral).
    Es un gusto encontrar a alguien que escribe exactamente lo que uno hubiera escrito también.
    Un cordial saludo desde Buenos Aires.
    RaquelVarrotto@gmail.com

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  7. Gracias por el comentario. Me ha gustado la idea de que vaya a publicarse este libro en español.

    ¡Debe de ser una maravilla editar libros como este!

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