miércoles, 8 de septiembre de 2010

The Portable Dorothy Parker

Aparte de la Frick Collection, Molinos también me recomendó (justo cuando yo andaba buscando qué libro llevarme a Nueva York), algo de Dorothy Parker para el viaje. Y, no lo recuerdo con exactitud, pero diría que nada más leer su comentario me di una palmadita en la frente que vino a decir algo como "con The Portable Dorothy Parker en la estantería desde que se lo regalé hace siglos a Manuel y Dorothy Parker de neoyorquina universal y yo pensando desde hace días qué llevarme sin éxito". Queda claro que la palmadita fue mucho más al grano que las palabras.

La única pega que tenía nuestra (nótese el posesivo) edición de Dorothy Parker era que era "un poco grandísima" (que diría uno de mis sobrinos), pero lo bonita que era y lo verdaderamente apropiada para el viaje pudieron con el resto de argumentos acerca del peso y el volumen del libro. Otra pega es que las hojas están cortadas en ese corte como rústico que ahora se ha puesto de moda a imitación del corte antiguo, que en inglés se llama "rough-cut" pero que desconozco cómo se llama en español. Reconozco que da un aspecto bonito al libro, un toque de personalidad, pero a la hora de buscar páginas, pasar páginas y demás cosas relacionadas con las páginas que se hacen cuando se lee un libro, el "rough-cut" es un rollo. Incomodísimo.

Empecé The Portable Dorothy Parker un par de días antes de ir a Nueva York (para confirmar que la sugerencia de Molinos iba en mi línea y no viajar con un tocho de libro que no me terminaba de convencer) y a las pocas páginas era una conversa que se preguntaba cómo, aunque sólo fuera por las mil alusiones a Dorothy Parker de Las chicas Gilmore, nunca había leído más que alguna frase célebre suya.

The Portable Dorothy Parker - sus mejores historias y poemas recopilados por ella misma en los años cuarenta - es además ideal para un viaje. Siempre digo que lo que más me gusta para viajar son las historias cortas. Pequeñas dosis que se leen de maravilla en las esperas salteadas y que, además, si durante la estancia en cualquier sitio no se lee demasiado, luego no se encuentra uno perdido y totalmente fuera de la historia al retomarla: o bien se es muy apañado y se procuara acabar siempre las historias o bien, si no se ha podido, no hay problema en volver a comenzar con la historia que se quedó a medias.

Tuve la suerte regular de que en el viaje de ida me tocó el primer grupo de poemas. Un viaje que ya comenté que se me hizo larguísimo y en el que, sin quitarle ningún mérito a la poesía de Dorothy Parker, que en realidad me gustaba, los poemas no conseguían acaparar mi atención lo suficiente como para entretenerme (y además era consciente de no estar leyéndolos como se merecían, lo cual no ayudaba tampoco). Y, si bien no tengo problemas a la hora de abandonar un libro, soy de esas que no pasan de página hasta que la actual no está leída. Con lo cual, pese a que intenté autoconvencerme de saltarme momentáneamente los poemas y pasar al siguiente grupo de historias cortas, no lo conseguí.

En cambio, como en el avión nunca conseguí salir de ese tramo de poemas, una vez ya instalados en el hotel, era genial estar en Nueva York y aprovechar pequeños ratos en el hotel para leer un poemita de Dorothy Parker in situ, bien cerca de donde se escribieron la mayoría.

Y además entran en juego las casualidades. El día en que llegamos a Nueva York, para ir desde Grand Central - donde nos dejó el autobús destartalado - hasta nuestro hotel, teníamos que ir hacia el noroeste, así que fuimos serpenteando por un par de avenidas y varias calles al azar. Al azar, insisto, dirigidos por si los semáforos estaban verdes (blancos, debería decirse) o rojos, etc. Pues bien, al tomar una calle lo que nos encontramos fue el hotel Algonquin, el famoso hotel donde se reunía la "mesa redonda" de la que Dorothy Parker era una parte importante. Con la maleta a rastrás me quedé pegada al suelo y sólo acerté a señalarle el hotel con cara de alucinada a Manuel. De haberlo buscado intencionadamente no habríamos dado con él con mayor facilidad.

Y puede que fuera forzar el azar, pero el último día, haciendo un recorrido parecido a la inversa, puse como condición que pasáramos de nuevo por esa calle (calle 44) para hacer una foto (esta de aquí) del hotel e inmortalizar la casualidad reciente.

Y, claro, las referencias a Nueva York del libro me han encantado desde el principio hasta el final. Me gustó una frase del relato "Big Blonde" (traducida, creo, como "La gran rubia") en la que se decía:

There was always something immensely comic to her in the thought of living elsewhere than New York.

Le parecía que había algo tremendamente cómico en la idea de vivir en un lugar que no fuera Nueva York. (Traducción rápida mía)

Esta frase la leí al poco de volver del viaje y sólo pude asentir al leerla. Luego se pasa, pero al volver de Nueva York cualquier ciudad - incluso Barcelona - es... no sé, no está a la altura de nada.

Pero hablando ahora sí del libro debo decir que la impresión inicial se mantuvo hasta el final. Como me suele pasar con las recopilaciones de historias cortas cuando me gustan, intento hacer un ranking mental de mis preferidas que al final es un caos de indecisión. Soy incapaz de quedarme con una sola historia de todas las que he leído, me quedo con el estilo inconfundible de Dorothy Parker en general. Me encanta lo bien que maneja las conversaciones, sobre todo cuando, para el lector, se vuelven soliloquios ya que no se incluye la respuesta del interlocutor. Impresionante la sutileza con que el que habla se va descubriendo a sí mismo, sin necesidad de que un narrador aclare lo que está sucediendo.

Me ha sorprendido también lo poco fechadas que están la mayoría. Al tratar temas universales han envejecido sorprendentemente bien y, salvo por pequeños detalles, podrían estar escritas en la actualidad sin problemas.

Esta edición de The Portable Dorothy Parker incluye, además, historias y artículos (del New Yorker, por ejemplo) que ella dejó fuera de la selección original, así como una pequeña selección de su correspondencia. De momento me he leído sólo la selección original, deja para más adelante la selección añadida para no agotar los recursos Dorothy Parker de una sentada.

Y además me quedo con muchas ganas de leer más acerca de su vida que, aunque triste, parece muy interesante. Eso sí, de momento, una de las solapas de nuestra edición tiene la mejor biografía que he visto/leído en mucho, mucho tiempo (clic en ella para agrandarla):



Y por último una casualidad más. Con la introducción de Marion Meade aún fresca (siempre leo la introducción al final por paradójico que pueda sonar), vimos The Major and the Minor y allí estaba Robert Benchley (miembro de la mesa redonda del Algonquin) pronunciando una de las frases más famosas que han salido de allí (y que tiene difícil traducción):


Why don't you get out of that wet coat and into a dry martini?

¿Por qué no te deshaces de ese abrigo mojado y te haces con un martini seco? (Traducción rápida mía)

6 comentarios:

  1. Maravillosa edición!!
    Parece que el Algonquin aparece y desaparece a necesidades del viajero: nosotros también lo encontramos por casualidad y yo también me quedé muda, señalando el hotel con grandes aspavientos porque nadie del grupo conocía a la Parker ni por la película. Momentos "Lina Morgan" que me dan (¿Tendrá Lina una Morgan's Library?).

    ResponderEliminar
  2. Voy a tener que averiguar cómo se dice "rough-cut" en español, debería ser algo así como "bordes sin refinar". Traté un poco este asunto en una de mis entradas (http://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2010/05/libros-intonsos.html), por si puede arrojar algo de luz sobre el tema.

    ResponderEliminar
  3. Entre los planes literarios de este otoño, tengo pensado dejarme caer por Nueva York pero todavía no sé cómo. Me apunto a Dorothy Parker sin dudarlo, tengo la Narrativa Completa pendiente en la estantería.

    Tengo muchas ganas de leer tu viaje pero lo haré poquito a poco. Es lo que tiene estar tantos días fuera...

    Besos

    ResponderEliminar
  4. Samedimanche: qué bueno lo de tu experiencia similar con el Algonquin. Y no sabes la carcajada que he soltado con lo de Lina y su Morgan's Library. Muy, muy ocurrente. Me ha encantado :D

    Elena: ahora iré a mirar tu entrada. Lo del rough-cut no sé por qué yo lo medio llamo "corte americano" pero no sé si es así o me lo he inventado. A juzgar por los resultados de Mr Google creo que me lo he inventado. Si lo averiguas no dejes de decírmelo, please.

    LittleEmily: buen plan literario eso de visitar Nueva York a través de algún libro. Cualquier excusa (esa o cualquier otra) es ideal para leer a Dorothy Parker. Lo dice una conversa :)

    Que te sea leve la lectura del viaje. Pobre, menudo tocho ;)

    ResponderEliminar
  5. Eyyy..yo dejé ayer un comment aqui hablando de Dorothy y no ha salido. Acabo de darme cuenta. Blogger me odia.

    A ver, decía que me alegro que te haya gustado Dorothy, creo que no hay mejor lectura para ir a NY. Yo no he leído los poemas, el volumen que yo tengo es la narrativa completa que editó Lumen hace unos años. Es una bonita edición aunque con bastantes erratas..tantas que escribí a la editorial..( soy lo peor, lo sé). Me encanta como los personajes de Dorothy, a pesar de haber vivido hace 60 o 70 años tienen las mismas motivaciones, dudas e inquietudes que nosotros. Estoy pensando que debería releerlo....

    a ver si hoy sale...

    ResponderEliminar
  6. Qué rabia cuando Blogger hacer eso. Pero gracias por la repetición de la jugada.

    ¡No eres lo peor por haber escrito a la editorial! Yo antes lo hacía. Luego perdí la motivación, la verdad.

    Eso es lo que a mí más me sorprendió lo actuales que siguen siendo las historias y los personajes.

    Si lo relees ya contarás. Gracias por la recomendación de nuevo.

    ResponderEliminar