Casualidad es que un día Manuel me diga que esté atenta/busque recetas con almendras (sin pelar - tarea nada sencilla - recogidas el verano pasado en la casita de verano), a los pocos días la única lectora me regale un libro de repostería y días después, hojeándolo de nuevo, me tope con una receta que lleva "almendras sin pelar". No se puede dejar pasar. (Eso sí, aún quedan almendras sin pelar, así que o encontramos otra o repetimos o las ponemos como quien no quiere la cosa en una receta que lleve almendras peladas).
Por si eso no fuera suficiente, es una receta facilísima, se hace en un momento y luego sólo queda esperar los 40 minutos que tarda en hacerse en el horno. No lo puede tener todo y su emisión en telehorno, hay que reconocerlo, es muy calmadita y da poco juego. No lleva levadura ni claras a punto de nieve ni harina de fuerza ni nada que pueda indicar que se va a evitar la consistencia mazacote, cosa que siempre me da un poco de mala espina. Pero antes de hacer modificaciones o añadidos hay que probar la receta original.
Aunque puede que sí que hiciéramos una pequeña modificación. El día que Manuel abrió armarios y miró fechas de caducidad y demás, me dijo que sólo habíamos usado una vez el extracto de almendra amarga y que a ver si lo usábamos alguna otra vez, aunque a él no le hacía mucha gracia. Así que esta receta llevaba "extracto de almendra" y yo me saqué de la manga que era extracto de almendra amarga y aunque estoy bastante segura de que no lo es, es lo que pusimos, pero media cucharadita en lugar de una entera como decía la receta.
Así que como telehorno era apacible y larga nos dedicamos a inventarnos todo un código de colores/banderitas que fuimos poniendo en el nuevo Delicias al horno. Igual un día pongo una foto del libro lleno de banderitas: fucsia para recetas preferentes, naranja para recetas que no están mal, rosa para recetas con buena pinta pero complicadas, etc. Y Manuel quejándose de que las recetas que llevaban alguna fruta no habitual en nuestra repostería siempre, como mucho, se ganaban la banderita naranja, nunca la fucsia.
Esta receta tenía el sugerente nombre de torta de cielo. El sabor es, desde luego, riquísimo, pero la contundencia de una porción nada grande es muy de este mundo. Torta del estómago por los suelos sería un nombre mucho menos poético pero mucho más apropiado, sin duda. A pesar de no llevar levadura ni similares, quedó sorprendentemente esponjosa, nada mazacote, y aunque Manuel sigue diciendo que el extracto de almendra amarga no es lo suyo, a mí que no me desagrada, me gusta el toque que le da que, por otra parte, lo encuentro bastante sutil.
A estas alturas aún queda media torta, cosa poco habitual, pero es que realmente es que hay que tomarla en pequeñas dosis.
Ayer después de la plancha tomamos una tiritas finas, con la película de anoche aún reciente: True Confession (he sido incapaz de encontrar el título en español), de 1937, divertida, pero con buenos toques de realidad y algunas preguntas que se dejan caer acerca del sistema judicial y la justicia.
lunes, 22 de marzo de 2010
Torta de cielo
Publicado por Cristina en 9:24
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
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¿Quieres un truco para pelar las almendras de maravilla? Las dejas en un bol en agua, y a la mañana siguiente se pelan facilísimamente. Están divinas, jugosas.
ResponderEliminarJo, siempre que visito tu blog me entra un hambre... :P
ResponderEliminarElvira: muchas gracias por el consejo; luego mi madre también me lo dijo. No lo nsabíamos y nos vendrá de perlas.
ResponderEliminarStarlight: es lo que tienen la repostería virtual :(