lunes, 12 de julio de 2010

Sin repostería pero con mucho calor

Lo siento por los optimistas que hoy esperáseis encontrar aquí la habitual entrada sobre la repostería del sábado, pero con este calorazo el sábado fuimos incapaces de pensar siquiera en encender el horno, ni siquiera con la excusa del desayuno rico de los domingos.

No obstante, como somos unos golosos con heladera no pudimos resistirnos a hacer un heladito. Ya hemos hecho varios este año, pero no los comento aquí en general porque más o menos siempre hacemos los mismos y porque - descubro - la fotografía de helados se me da fatal (véase esta foto de aquí al lado, la mejor de todas las que hice ayer). Por no hablar del hecho de que me gusta hacer las fotos con calma y, las leyes de la física siendo lo que son, el calor y el helado no son una combinación que invite a la tranquilidad a la hora de fotografiar.

El caso es que haciendo la compra el viernes pensamos en que podíamos hacer helado de arándano azul, probado hace años por tierras suecas y saboreado con muchísimo gusto. Nos hicimos con una bandejita de arándanos de León (¿o eran de Huelva al final? Bueno, de producción nacional al fin y al cabo) y busqué una receta. Al final me quedé con esta y, pese a las reticencias iniciales sobre cómo podía ser que los arándanos y el azúcar hirvieran sin líquido añadido, fue todo un éxito (y resultó que los arándanos explotan y se licuan y hierven). Quedó riquísimo (aún hay, de hecho) y, si algo cambiaría, sería poner un poco menos de nata, pero vamos, que tal y como está está delicioso. Muy suavecito, muy refrescante ("claro, es helado", que diría - y de hecho, dijo - Manuel, pero yo me entiendo).

De todos modos lo de no acercarnos al horno era la idea pero el calor lo pasamos igual. Ya he comentado aquí alguna vez que Manuel odia hacer agujeros (y a mí con un taladro en las manos es algo que nadie quiere ni imaginar) así que más mérito tuvo aun su regalo del megacuadro de Ikea. Manuel decidió inocentemente colgarlo el sábado, pensando que, sí, pasaría calor un ratillo y ya, pero al final resultó ser una gesta épica en la que utilizamos como mil tacos (de los de pared; Manuel puede que alguno de los otros, yo ninguno porque soy de esa gente a la que, para bien o para mal, no le salen con espontaneidad), hicimos (bueno, hizo Manuel) 12 agujeros (en teoría sólo eran necesarios 2), encontramos una viga (de ahí los 12 agujeros), creímos dar por colgado una vez el cuadro hasta que se cayó (con tacos y todo) y así ad nauseam y ad infinitum. Al final sorteamos la viga y lo colgamos. Lo de los agujeros fue terrible pero no demasiado preocupante ya que entre las tareas veraniegas estaba pintar esa habitación (de modo que los agueros se pueden rellenar y tapar). Pero al final el cuadro quedó en su sitio y tan mono que estaba.

Ayer Manuel comenzó a pintar (¡de rojo!* Color de habitación victoriana por excelencia, no hay duda) y está quedando de maravilla (cuando se seca queda un poco más apagado que el de la foto, recién pintado) y eso que hasta última hora tuve enormes dudas. Implicará, eso sí, mover estanterías (a rebosar de libros), etc., etc. Mientras pintaba, Manuel me preguntó por qué él pintaba y yo miraba (cuando haya que mover cosas ya ayudaré, ayer por suerte no había que mover nada) y yo dije que una vez ya había intentado ayudarle y había sido él el que me había echado. Y, además, cuando se pinta con estos calores siempre es bueno que haya alguien ligeramente más fresco que de vez en cuando exclame lo bien que está quedando, ya que el que pinta probablemente está harto. Y yo me encuentro muy bien en ese papel, para qué negarlo.

Todo esto para decir que quizá haber encendido el horno habría sido mucho más fresco que las actividades alternativas, pero bueno, mejor no darle vueltas. Ni pensar mucho en el rato de la plancha que estuvo amenizada por el partido y después, aparte de por las trompetas y los coches que pitaban y demás, por Here Comes Mr Jordan (El difunto protesta), la película original de 1941 en que luego se basó Heaven Can Wait (El cielo puede esperar), hecho que dio pie a esta confusa conversación:

Manuel: luego hubo un remake con Warren Beatty, a lo mejor la has visto.
Cristina: hmmm... no sé, creo que no he visto ninguna película de Warren Beatty.
(10 minutos después, cuando la historia de la película se va desarrollando)
Cristina: ¡ah, pero esta película es como El cielo puede esperar!
Manuel: eeeeh... sí, con Warren Beatty.
Cristina: Pues entonces sí que he visto alguna película de Warren Beatty.

Y Manuel (está quedando hiperactivo en esta entrada) también trajo brevas (la segunda tanda ya) de la casita de verano. Este año han tardado más pero cuando se come una se les perdona el retraso. Hmmm... adoro las brevas, como ya dije el año pasado.

* Cómo nos reímos pensando que Manuel estaba pintando de rojo una habitación el día en que "La Roja" jugaba la final del Mundial. Fantaseamos con todo tipo de llamadas a los telediarios, tan dispuestos estos días a contar cualquier historia surrealista relacionada con el Mundial. Estoy segura de que se habrían creído que pintábamos la habitación de rojo por la selección sin problemas y, lo que es peor, le habrían dado una cobertura que da escalofríos imaginar. Eso sí, ahora nos queda la anécdota de que empezamos a pintar de rojo esa habitación el día que España ganó el Mundial.

11 comentarios:

  1. Pues a mí me ha gustado tu foto del helado.

    Espero que la habitación de rojo no sea dormitorio, tengo entendido que ese color excita, para dormir no va bien.

    ResponderEliminar
  2. Ah, qué bien lo del helado :)

    No, la habitación roja (pobre Jane Eyre, ahora que lo pienso) es la de los libros y demás.

    ResponderEliminar
  3. Aaahh un buen heladito para el calor sofocante, qué bueno! Ya nos enseñarás como queda esa habitación en honor a la Roja! :D

    saluditos

    ResponderEliminar
  4. Sí, nada mejor que un helado. Yo podría pasar el verano a base de helados, gazpacho y ensaladas... y de hecho es casi lo que hago ;)

    ResponderEliminar
  5. Simepre que leo las entradas sobre vuestra exquisita repostería se me hace la boca agua.¿no os da problemas con el peso? Yo sería feliz si lo dulce no me engordase pero me da muchos problemas.
    ¿Seguro q no has visto también Esplendour on the Grass con W beatty? Saludos

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué ricos están los arándanos! Yo sólo me animé una vez a hacer muffins, pero estaban también deliciosos.

    Espero que se os dé bien la pintura ;)

    ResponderEliminar
  7. Prima de Audrey: cierto, también he visto Splendour in the Grass y tampoco sabía que Warren Beatty salía en ella. Si sigo repasando puede que haya visto toda la filmografía de W. Beatty y no lo sepa. ¡Qué buena Splendour in the Grass!

    Pilar: nosotros empezamos a usar arándanos tímidamente y ahora que los encontramos un precio relativamente razonable (caro, pero no tanto comprado con lo que encontrábamos antes) nos hemos aficionado a ellos mucho. Están riquísimos.

    ResponderEliminar
  8. jajaja! Vaya memoria que tienes para los actores, Cristina. Splendour in the Grass es una de mis favoritas.

    Me gusta el tono de rojo que habéis escogido, no es demasiado brillante del que hace daño a los ojos. El helado tiene muy buena pinta, estoy considerando seriamente poner una heladera en mi vida ;)

    ResponderEliminar
  9. Pues sí, ya sabía que mi memoria para los actores era mala, pero lo de Warren Beatty está llegando a límites insospechados ;)

    Un día de estos, cuando acabemos de pintar que ya queda poquito, pondré fotos del resultado final.

    La heladera a mí me la descubrió Ángeles en este blog y Manuel me la regaló el año pasado por mi cumple y desde luego es un gran invento para el veranito. Es extrañamente satisfactorio comer helado propio :)

    ResponderEliminar
  10. Sólo con leer las diferentes actividades de Manuel, he empezado a sudar con el calorazo que me ha entrado.
    Por eso tengo cantidad de cuadros por colgar... :)

    ResponderEliminar
  11. Iris: ¡jajaja! No te creas, que a nosotros también se nos acumulan los cuadros. Y vista la odisea para colgar este entendí muy bien por qué. Eso sí, ya aproveché para hacer algún que otro agujero que hacía falta.

    ResponderEliminar