lunes, 9 de mayo de 2011

Bizcocho de calabacín y chocolate

Con lo que nos gustó la primera vez que hicimos el bizcocho de calabacín y chocolate es raro que hasta este sábado no lo hubiéramos repetido. Así que cuando la semana pasada me acordé de este bizcocho ya no hubo más que pensar para la repostería del sábado. También influía el hecho de comprobar si el gafe repostero que tenemos encima últimamente se mantenía incluso con una receta ya probada.

Rallar el calabacín después de la lima de la semana pasada fue coser y cantar: ah, con la manía que tengo a rallar las cosas si todo se rallase con tan poco esfuerzo como el calabacín no me resultaría tan odioso. Eso sí, volvió a ser odioso por doble motivo cuando tuve que rallar la piel de una naranja: 1) porque sin ser como la lima no es tan blandita como el calabacín y, mucho más importante, 2) por la manía total que les he cogido a las naranjas. Pero era rallar u ocuparme de las mediciones y los pesos, que es la tarea de Manuel y que, en mis manos y con el gafe repostero reinante, podría contribuir mucho al caos. Así que mejor que me dedique a rallar.

Esta es una de esas recetas de esas que, sin llegar al nivel de pringue de las torrijas, son de manchar un montón de cacharros, cosa que siempre da rabia (con vistas a luego fregarlos, aunque eso también es tarea de Manuel mientras yo me quedo hipnotizada con telehorno).

Y telehorno, como ya recordaba de la otra vez, con este bizcocho resulta muy amena porque es de esos que suben muchísimo. De hecho creo que es el único que he visto sobresalir - por suerte ya pasada la fase de posible derrame - por encima del borde de ese molde. Y además huele de maravilla, así que mientras Manuel aspira el aroma del lavavajillas yo me deleito con el olor que sale del horno. Todo me sigue oliendo mucho, pero creo que he dejado atrás esa fase en la que incluso los buenos olores, de puro intensos, eran demasiado.

Y así pasaron los cincuenta, en realidad 54, minutos (de nuevo me olvidé de que había algo en el horno, ejem) que pasó el bizcocho en el horno, el tramo final tapado por papel de plata para evitar que se requemara. Salió con buena pinta, habiendo evitado cualquier catástrofe. Lo dejamos reposar un poco en el molde y fue entonces cuando surgió el toque gafe que, dentro de lo que cabe, fue, salvo por el aspecto visual, bastante ligero: ¡no había forma de desmoldarlo! Lo de engrasar el molde a fondo es también tarea de Manuel (parece que yo no hago nada...), porque lo hace a conciencia y, sobre todo, porque no le da el asco que a mí lo de pringarse de mantequilla. Las veces que me ha tocado engrasar a mí algún molde no veo el momento de acabar la tarea para poderme lavar las manos a fondo. Así que doy fe de que el otro día no era problema del engrasado sino del gafe. De ahí que el bizcocho quedara un poco maltrecho visualmente hablando.

Pero de sabor, cuando lo probamos por la noche, no podemos quejarnos, lo cierto es que pese a los cuatro minutos extra, el bizcocho estaba en su punto y tan delicioso como lo recordábamos, con esa consistencia ligera pese a la apariencia y a los ingredientes que lleva.

Así que ayer pudimos desayunar en condiciones, cosa que ya nunca doy por hecho. Este bizcocho es enorme, así que tenemos desayuno (y merienda) para varios días. Y sí, ya sé que tengo que comer con moderación, pero mientras no me junten en la misma frase las palabras "prohibido" y "dulces" y "terminantemente", creo que seguiremos dándonos el capricho de la repostería.

Además la plancha de después seguro que quema muchas calorías (¡¿no?!) y con lo que nos reímos con las películas que la amenizan también. Ayer tocaba otra película escolar de los años 50: The Happy Years, con un jovencísimo Dean Stockwell de protagonista.

11 comentarios:

  1. Tengo yo en la recámara uno de calabaza con el q no me atrevo porq no tengo claro a qué sabrá, a ver si me arriesgo...ya te contaré

    ResponderEliminar
  2. ahora que estoy haciendo régimen tendría que dejar de ver tu telehorno porque me entran unas ganas de meter la mano dentro de la pantalla y mmmmm...Muy buena pinta, como siempre.

    ResponderEliminar
  3. Pues aún con las dificultades de desmolde que comentas, tiene una pinta maravillosa! Nunca he probado un bizcocho con calabacín (sí con zanahoria y me encantó), así que quizás experimente un día de estos.

    saluditos

    ResponderEliminar
  4. Un consejo. Siempre que ralles piel de limón o naranja, mejor que sean de cultivo 'biológico'. De lo contrario, a veces, no siempre, la piel lleva 'maquillaje'.
    Y no es que yo sea muy de lo natural ni maniático, pero se lo oí aconsejar a Nigella, que tampoco es que lo sea, y pensé que por algo sería.
    Aunque seguro que no pasa ná.

    ResponderEliminar
  5. Yo tampoco había oído nunca lo del bizcocho con calabacín pero la verdad es que me apetecería darle un bocado al trocito que has dejado para nosotr@s. También se lo daría a esos melocotones tan chulis de la entrada anterior.
    Yo de momento me entretengo con el zumo de melón de ayer y las cerezas de hoy.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Vaya una mezcla, no lo había visto nunca. Pero seguro que está riquísimo. A mí me gustan mucho las mezclas algo "raras"
    besos
    Emma

    ResponderEliminar
  7. Dina: arriésgate, seguro que queda rico. Estas combinaciones siempre están muy trabajadas y suelen ser un éxito. Eso sí, ya contarás cuando lo hagas y, si acaso, ya darás la receta también.

    Amelia: pobre... De verdad que si pudiera os pasaba mi falta de hambre a todas las que estáis a regimen.

    Lillu: pues anímate con este (la receta la tienes enlazada en la entrada de cuando lo hicimos por primera vez) porque está delicioso (tanto como el de zanahoria) y el calabacín le da una textura única.

    Claudio: gracias por el consejo. Si te digo la verdad yo soy un poco excéptica con lo de los cultivos biológicos y demás. Me temo que la naranja que rallé el otro día era normal y corriente, pero lavada a fondo, como toda la fruta.

    Guacimara: pues, pese a lo mucho que se mancha, es facilito de hacer, así que si un día quieres innovar anímate con este porque merece mucho la pena.

    Lo de la entrada anterior son albaricoques, aunque también estoy deseando que lleguen los melocotones :)

    Emma: esta rico, rico, te lo aseguro. Muy recomendable, si pruebas a hacerlo algún día verás cómo será un éxito.

    ResponderEliminar
  8. Me está entrando un hambre al ver tus fotos de este rico bizcocho...

    ResponderEliminar
  9. Qué rico!! Lástima no tener cerca ese bizcocho!! También "envidio" el té que tienes en la mesa...en fin...
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  10. Elvira: está rico, rico, eso te lo aseguro :) Así que lo del hambre está justificado.

    María: no me envidies el té, mujer, tú que puedes tomar todo el que quieras a lo largo del día. Esta es mi único té del día y no te hace idea de lo delicioso que lo encuentro.

    ResponderEliminar
  11. Pues la verdad es que tiene buen aspecto... Y, por lo que veo, debe estar tan rico como aparenta, a juzgar por los comentarios, jeje. Tendré que probar a hacerlo... =). Otra cosa, el té con leche... Sabe bien? Es que nunca me atreví a probarlo porque el té sólo no me gusta mucho, pero viendo que tanta gente lo toma siento curiosidad. Ah, y se prepara sumergiendo la bolsita en agua caliente y luego añadiendo leche o sumergiendo la bolsa directamente en leche caliente? =S

    ResponderEliminar