El viernes no estaba nada inspirada para elegir la repostería, así que una vez más le encasqueté la tarea a Manuel, que como siempre se decantó por algo un poco exótico en una de esas páginas de los libros de repostería que paso casi por inercia: bizcocho de lima y pistachos. Ni él ni yo éramos conscientes de haber probado la lima antes (salvo en sabores artificiales de "lima-limón", pero no creo que cuente), así que era un bizcocho novedoso en ese aspecto.
El sábado, ya con las manos en la masa, comprobamos que la lima, pese a ser un cítrico se diferencia de las naranjas y los limones en que tiene una piel durísima de rallar (qué bien, con lo divertido que resulta siempre (¡nunca!) rallar...) y que por dentro también es más dura y no tan fácil de exprimir. Pero olía bien.
A todo esto el sábado la repostería estrenaba la bombilla de horno, que se nos había fundido el día anterior, así que teníamos un poco de miedo a que, por alguna extraña razón un poco gafe, el bizcocho terminase siendo de lima, pistachos y cristalitos. ¿Pero cómo íbamos a prescindir de la bombilla y, por tanto, de telehorno? Sin telehorno todo pierde interés.
Al final no hubo que lamentar catástrofes en ese aspecto, pero o el horno ha cambiado o seguimos sin recobrar el don del todo o un poco de todo. Este bizcocho también llevaba Bizcochona pero, aunque Manuel estaba empeñado en utilizar la caducada (que creo que contribuyó a ese fracaso), yo me negué. El caso es que la receta decía que el bizcocho tenía que hornearse durante 50 minutos y hubo la suerte de que sólo me despisté y me pasé tres minutos porque... ¡me había olvidado por completo de que había que sacarlo! Me había olvidado por completo de que había nada en el horno, de hecho, y eso que la bombilla daba luz.
No sé si por la Bizcochona al día o qué, pero esta vez al llegar el momento de encontrar la superficie demasiado tostada y abrir el horno para poner papel de plata no bajó, así que no hubo tampoco ese tipo de lamentaciones, aunque yo estaba intrigada por si habría quedado poco hecho o muy hecho o qué.
A todo esto este bizocho tenía también el factor de riesgo que es que llevaba almíbar o glaseado, la receta daba las dos opciones. El caso es que nos hicimos (¿me hice yo sola?) un poco de lío y confundimos la textura del glaseado - que era lo que queríamos hacer - con la del almíbar, por lo que el glaseado quedó un poco más líquido de lo que debería, como si hubiera sido almíbar. Así que al echarlo parecía que nos habíamos cargado el bizcocho, cosa que Manuel intentó reparar poniendo unos pistachos por encima y dándole aspecto, por el color y la posición, de bizcocho-reptil. Pero, como comprobé mientras hacía las fotos, al final - creo yo - el bizocho, con todo, quedó extrañamente fotogénico.
Ya sólo quedaba probarlo. El sábado por la noche yo me conformé con un mordisquito de prueba que, sin estar mal, no me convenció del todo, pero Manuel estaba encantado con el sabor que, no hay duda, era diferente al de cualquier otro bizcocho hecho hasta ahora. Ayer domingo por la mañana me reconcilié un poco más y ayer por la tarde, tomando un trocito para merendar, la reconciliación ya fue total: estaba mucho más rico, es de esos bizcochos en los que los sabores se van amoldando con el tiempo. Mientras que al principio la lima era prácticamente el único sabor, ayer por la tarde la combinación de lima y pistacho era muy curiosa y muy rica. Así que resultó una buena elección que, además, y sin que sirva de precedente, había quedado en su punto.
El caso es que menos mal (o no, no sé) que queda poco y ya había decidido dejarlo para menrendar con Manuel esta tarde y optar por un desayuno algo más sano, porque vengo ahora de una revisión en la que, sin echarme la bronca (dado que me habían dicho que comiera más) sí que se ha notado que todos los dulces han pasado factura. Ya lo dije yo, que al final me iba a llevar bronca por no haber engordado y, después, por haber engordado demasiado. ¿Quién quiere conformarse sólo con una? Pero claro, si una tiene poca hambre y, a veces, tiene que comer un poco a la fuerza, ¿qué es lo más fácil: optar por un dulce que nunca amarga u optar por algo quizá más sano pero que apetece todavía menos? Y es que este año, con eso de tener que comer fruta, me da la impresión de que la fruta nueva no llega nunca (creo que nunca había pensado tanto en cuándo llegarán los melocotones y los albaricoques y las cerezas a la frutería, cada vez que entro los busco desesperadamente) y a las naranjas ya no las puedo ni ver. De momento me he aficionado a los melones Galia: veremos cuánto tardo en aborrecerlos.
En fin, volviendo a ayer domingo, no me olvido de dejar constancia de que la película que vimos con la plancha fue ya la última que nos quedaba por ver de Carole Lombard, en esta ocasión con James Stewart, de 1939 (las que hizo después ya las hemos visto): Made for Each Other (El lazo sagrado) una tragicomedia, como la definía Manuel porque, efectivamente, tenía trozos divertidísimos pero también de repente se convertía en un auténtico dramón. Y por cierto que la semana pasada no mencioné nuestra incursión cincuentera en una divertidísima comedia inglesa: The Happiest Days of Your Life.
Pero hablando de la plancha no puedo concluir sin mencionar un descubrimiento reciente y que, según la Wikipedia citando al periódico inglés Guardian, "mantiene la tradición de la excentricidad británica": ¡planchado extremo (extreme ironing en inglés)! deporte (?) inventado en 1997 por alguien que seguramente no se amenizaba el rato de plancha con comedias clásicas.
EDITADO PARA AÑADIR LA RECETA:
Ingredientes para el bizcocho:
- 170 grs de mantequilla a temperatura ambiente
- 140 grs de azúcar blanquilla
- 3 huevos
- 140 grs de harina con levadura (Bizcochona)
- Ralladura y zumo de una lima
- 60 grs de pistachos picados
Preparación:
Precalentar el horno a 180º, engrasar un molde de pan de 22 x 12 cm y forrar la base con papel de hornear.
Batir la mantequilla y el azúcar hasta que la mezcla blanquee y esté cremosa y, a continuación., añadir los huevos uno a uno sin dejar de batir. Tamizar la harina por encima y remover hasta que esté todo bien mezclado. Añadir, sin dejar de remover, la ralladura, el zumo de las limas y los pistachos picados.
Verter la mezcla en el molde preparado y extenderla uniformemente.
Hornear unos 50 minutos o hasta que un pincho insertado en el centro salga limpio. Dejar enfriar el bizochco 5 minutos dentro del molde y, a continuación, desmoldar sobre una rejilla hasta que esté completamente frío.
Opcional: ingredientes para el almíbar:
- Ralladura y zumo de dos limas
- 40 grs de pistachos picados
- 60 grs de azúcar blanquilla
Preparación:
Poner la ralladura y el zumo de las dos limas en un cazo con el azúcar y calentar a fuego lento hasta que el azúcar se haya disuelto por completo. Llevar a ebullición y dejar hervir durante un minuto. Retirar del fuego y dejar enfríar ligeramente hasta que el almíbar comience a espesarse. Añadir los pistachos picados, verter sobre el bizcocho y dejar reposar al menos 30 minutos antes de servirlo.
Opcional: ingredientes para el glaseado:
- Ralladura y zumo de una lima
- 100 grs de azúcar glas
Preparación:
Mezclar la ralladura y el zumo de una lima con 100 grs de azúcar glas tamizado hasta que resulte una mezcla cremosa y homogénea. Verter sobre el pastel.
jajajaa, planchado extremo, que bueno.No lo había escuchado nunca. El vídeo es muy gracioso.
ResponderEliminarY el bizcocho de lima y pistacho tiene una pinta deliciosa.
Me obsesionan los pistachos de una forma muy "extreme" y la lima es mi fruta favorita del verano, así que necesito la receta de este bizcocho tan especial. Cristina, ¿me la pasas por favor?
ResponderEliminarJajaja qué gracia el planchado extremo XD El bizcocho sí que quedó fotogénico, lo que pasa es que a mí no me gustan los pistachos, así que no me seduce mucho la idea de probarlo esta vez :D
ResponderEliminarsaluditos
It's amazing! jajajajajaja! Vaya puntazo lo del deporte con la plancha! En principio un bizcocho de lima y pistacho no me llama mucho pero seguro que sabe mejor de lo que me imagino.
ResponderEliminarPor cierto, la ropita de Madrid es una cucada.
Un beso.
Con lo que yo odio la plancha, creo que ese deporte jamás lo practicaría jajaja
ResponderEliminarEse bizcocho debe estar tremendo Yo la lima sólo la he probado en mojitos
Besos
Emma
Mira que dedicarse a planchar en un acantilado y por gusto, con lo que nos gusta planchar en casa (leáse la ironía)...
ResponderEliminarLima y pistachos no sería mi combinación favorita, los frutos secos no me convencen demasiado :(
Amelia: yo tampoco lo había oído - ¡ni imaginado! - nunca. Si es que está todo inventado ;)
ResponderEliminarIris: como puedes ver acabo de editar la entrada para añadir la receta. Si te gustan tanto los ingredientes seguro que te encantará. Si la haces por fin no dejes de decirme qué te ha parecido, please.
Lillu: ya veo que este es un bizcocho de esos que dividen :)
Guacimara: sí, eso es lo que me pasaba a mí con el bizcocho de entrada (de ahí que siemrpe pasara la página automáticamente pero al final ha resultado ser una grata sorpresa.
Emma: pues yo era la primera vez que probaba la lima y, la verdad, no me ha disgustado.
LittleEmily: ¿quizá planchar en un acantilado tiene más encanto? Aunque imagínate, planchar con el viento que debe de hacer ahí, ufff. En fin, que a mí la plancha no es de las tareas que más me disgustan, pero de ahí a lanzarme al mundo del planchado extremo creo que no ;)