Allá que fuimos el viernes pasado, día mismo de la inauguración. Como el año pasado, amenazaba lluvia y, de hecho, tuvimos que abrir el paraguas durante unos cuantos puestos.
Resultó mejor y peor que el año pasado. Mejor porque se veían menos libros únicamente de ocasión y algunos más con un poco de historia, al menos. De esos que, aunque no te vayas a llevar, no importa hojear un poco, o simplemente ver, porque son ediciones bonitas. Narrativa diría yo que no había demasiada, sí más que el año pasado, pero eso era fácil de superar.
Y peor porque a diferencia del año pasado, que al menos me traje un libro a casa, este año volví - volvimos - con las manos vacías. Hubo un libro grandote y con muchas fotos sobre Mercè Rodoreda por cinco euros que me llamó la atención, pero al final, psch, por lo que sea no terminó de convencerme.
Hubo un puesto - venido desde Valencia, creo - que daba gusto verlo y que diría que ya estuvo el año pasado. Lo ponen de maravilla, como si en vez de un puesto fuera el salón de cualquier casa, porque las estanterías y las superficies están llenas no sólo de libros, sino también de adornitos muy curiosos. Y de flores.
(De estas fotos de aquí abajo, la de la izquierda es de un puesto cualquiera, la de la derecha, igual que la de arriba, es del puesto valenciano.)
Descubrí también las estupendas portadas de la Editorial Selecta - no actuales, antiguas (¿años 40 ó 50?) - con sus diferentes colores, pero siempre el título y demás enmarcado en la silueta de la hoja. Pero llevarme uno sin ningún interés me parecía excesivo y en los que tenían un poco más de interés era el precio lo que me parecía excesivo (tampoco lo era demasiado, pero en fin, que lo que yo quería era una portada).
La tarde también sirvió para ver la Casa Amatller con su fachada recién restaurada que, aunque había pasado cerca, nunca había llegado a poder ver hasta el viernes, y qué bonita, la echaba de menos mientras estaba tapada por la lona. Ahora falta que la abran también al público por dentro.
Y sirvió también, nada más dejar el último puesto de la Feria, para toparme con una heladería Dino - tan recomendada - y lanzarme a pedir algún helado. Me gustó aunque quizá por los comentarios tan favorables me esperaba un poco más (los sabores de cookies y chocolate blanco estaban ricos, pero en cambio el de vainilla no terminó de convencerme). Me recordó a las heladerías Palazzo de Madrid.
Hola!
ResponderEliminarYo voy todos los años :-) Se pueden encontrar cosas interesantes. ¿Está el puesto de UNICEF este año? Allí he encontrado algunas joyitas y puedes llevar libros que tengas por casa y ya no los quieras. Hmmm, quién sabe si alguna vez nos hemos cruzado ;-)
Saludos,
Tanakil.
Pues no recuerdo si es de Unicef, pero sí que está el puesto de todos los años al que la gente lleva sus libros.
ResponderEliminarSuerte cuando vayas este año, a ver si encuentras cosas interesantes :)
No es mala idea eso de poder dejar los libros que ya no quieres ahí. Yo suelo dejarlos en una caja de cartón al lado de un container y vuelan bastante rápido (siempre me paso al cabo de un rato para ver si van desapareciendo). Lo importante es que otros puedan aprovecharlos. Es que un día decidí no poner más estanterías en mi casa, así que cuando compro varios nuevos, tengo que ir quitando los que menos me interesan. Si no lo hago así, las habitaciones "pesan" demasiado al final. Me gusta tener algunos espacios vacíos.
ResponderEliminarHola!! Ya he vuelto de Polonia, detalles del viaje ya te los dare cuando nos veamos, pero ha sido agotador. En un par de horas salgo para avila, y luego... Barcelona!!! Si!!!! El jueves cuando llegue de Avila hablamos, ok?? Un beso.
ResponderEliminarElvira: Ufff, yo no podría hacer lo que tú haces. A mí desprenderme de los libros me cuesta muchísimo. No sólo los míos, el otro día en la biblioteca parecía que los dos que quería devolver se me habían pegado a las manos ;)
ResponderEliminarB: creo que un sms sería más efectivo que esta respuesta que dudo que llegues a leer... pero vale :D Y que lo pases bien en Ávila.
jooo, que pena, el año pasado por estas fechas yo también estaba curioseando por la Feria, y este se me ha pasado por completo.
ResponderEliminarCristina, te entiendo perfectamente cuando dices que parece que los libros se te pegen a las manos, yo sufro cada día teniendo que dejar los libros en la librería y no llevármelos a casa...
Qué raro en tí volver a casa sin ningún libro! Casi me cuesta creerlo!
ResponderEliminarCuando lees un libro siempre le acabas cogiendo "cariño", te entiendo perfectamente con lo de devolver los libros a la biblioteca.
ResponderEliminarEste año no creo que pase por la Fira. Tenía pocas ganas pero si el año pasado ya me costó encontrar algún libro, este año veo que no...
Roberta: qué pena. Pero en Madrid ahora empieza una parecida en octubre o por ahí, ¿no? Suerte en ella ;)
ResponderEliminarY qué sufrimiento el tuyo, desde luego. Los libros recién sacados del horno son muy, muy pegajosos ;)
Mar: ya ves, de vez en cuando hago proezas así ;) Es broma, el mérito en realidad no fue mío, yo estaba bastante dispuesta a agarrarme a cualquier clavo ardiendo pero al final no hubo ninguno muy tentador.
LittleEmily: acércate, mujer, que no tienes nada que perder tampoco e igual te llevas alguna sorpresa, nunca se sabe.
En las bibliotecas, a la hora de devolver los libros, deberían poner atención psicológica o algo así ;)
Qué buenas fotos y qué suerte estar por allí!! Los libros; hay veces que te persiguen y no puedes dejar de traertelos contigo, conozco esa sensación.
ResponderEliminarPero...no siempre sucede...Otras veces me he venido sin nada, pero no me ha dejado mala sensación.
Un abrazo!!
Tienes razón, además suele coincidir que encuentras más y mejor cuando vas sin idea de comprar nada, sólo por dar una vuelta. En cambio, si quieres comprar un libro la cosa se pone difícil y sueles volver si nada. Como con la ropa ;)
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