jueves, 3 de septiembre de 2009

Montmartre

Lo primero de todo: esta entrada se lee muchísimo mejor con esto de fondo. (Muy típico, lo sé, pero inevitable).



No es por hacerle un feo a París, pero si tuviera que vivir en otra ciudad que no fuera Barcelona, antes de París están otras. Pero si tuviera que vivir en París, pese a que con el aburrimiento de las tiendas de lujo de la Rive Droite y lo espectacular de Shakespeare and Company proclamé mi preferencia absoluta por la Rive Gauche, viviría, después de todo en la Rive Droite. Y es que como tantísima gente diría: si tuviera que vivir en París, viviría en Montmartre. Es una decisión tomada rápidamente: en un máximo de tres horas y de ver varias veces Amélie a lo largo de los años.

Shakespeare & Company fue un bálsamo hecho librería la tarde después de visitar el Louvre. Montmartre fue un bálsamo hecho barrio después de visitar Versalles. Y como era la última tarde en París y el final del viaje y como todo nos salía bien y la gente y las tiendas y las calles y todo, absolutamente todo, lo que veíamos era adorable nos reconciliamos de nuevo con París, con un París que por fin estaba a la altura del París de la leyenda.

Llegábamos muy cansados, muy cocidos, ligeramente quemados y bastante gruñones de Versalles. Montmartre no lo tenía fácil. Habíamos visto el Sagrado Corazón desde lejos y teníamos ganas de verlo de cerca y de curiosear un poco por los alrededores. Nos bajamos del metro en la Place de Clichy y fue como bajarnos en otro mundo: una plaza bulliciosa, llena de gente normal y de tiendas normales. Allí una señal apuntaba la dirección que había que tomar para llegar al Sagrado Corazón, pero, ya que según nuestro mapa estábamos tan cerca, nos decidimos a ver por fuera el Moulin Rouge, con su cola llena de japoneses. En lugar de volver atrás y aunque en nuestro mapa aparecía una calle de cada cinco de Montmartre, decidimos que más o menos por aquí y por allá podíamos llegar igual al Sagrado Corazón. La cosa era ir subiendo y abirir los ojos para ver hacia dónde teníamos que ir: si la cúpula se veía desde todo París, con más razón aquí, al ladito (la neurona estaba afectada por Versalles aún: obviamente cuanto más cerca menos veríamos. Secuelas de Versalles).

Desde el día en que habíamos llegado yo le preguntaba a Manuel si se acordaba de algo típico de Amélie. Y no. Y yo, que se supone que la había visto más veces, tenía la mente en blanco y no recordaba nada más que el final. Sí, Amélie vivía en Montmartre, ¿pero cómo se llamaba la cafetería donde trabajaba? Y no me acordaba.

Dejamos atrás el Moulin Rouge y subimos por una calle que no sale en nuestro mapa. Rue Lépic. Yo voy mirando las tiendas, recreándome en que son tiendas de verdad, atisbando a lo lejos, arriba del todo, las tres primeras floristerías (luego vería otra más) que veía en París después de que mi madre hubiera insistido en lo bonitas que eran las floristerías de París y la cantidad de ellas que había. (Por lo visto los ricos de París ni comen ni compran flores, según nuestra experiencia). De repente en mitad del ascenso, Manuel me para y me pregunta cómo se llama la cafetería de Amélie. ¡Pero bueno, no se lo he preguntado yo mil veces a él! Y entonces me señala justo delante y la vemos: ¡claro, Café des deux moulins!


Con su típica pizarra y su nada típico anuncio de que tienen un grupo en Facebook. Asomo un poco la cabeza y le digo a Manuel que luego podemos tomar algo aquí. Lo que pasó lo cuento ahora aunque sea adelantar acontecimientos: al volver, con la idea de tomar algo después de haber visto sitios con buenísima pinta, resultó que no sirven apenas comidas, más que nada sirven desayunos. Así que, con un pequeño agujero en el estómago y una gran pena por no haber parado en cualquiera de los muchos sitios que habíamos visto, hacemos lo que en toda la estancia en París nos habíamos negado a hacer: pagar casi cuatro euros por una Coca Cola de 20 cl. Eso yo, Manuel tomó un café. Pero siempre podemos decir que lo tomamos en la cafetería de Amélie, con el gnomo mirándonos y unas japonesas al lado que alternaban entre la admiración por el sitio y su conexión con Amélie y la dificultad para elegir qué tomar (o sea, igualitas que nosotros).

En la película era ligeramente diferente (por ejemplo aquí no hay la parte esa del tabaco) pero en general es bastante parecido puesto que luego leí que el dueño cuando se rodó la película, la había vendido después (tonto no era, claro) con la condición de que el interior se dejara tal cual.

Bueno, pero el caso es que continuamos el ascenso. Obviamente subíamos y subíamos pero no se veía el Sagrado Corazón por ninguna parte. Pasábamos por tiendas chulísimas, muchas cerradas por ser 15 de agosto, muchas abiertas a pesar de todo. Entramos en alguna librería muy bonita, vimos a gente tocar el acordeón. Subimos por la Rue du Calvaire, una de las calles con el nombre más apropiado que he visto. Y sin embargo las vistas y todo era tan bonito que estábamos encantados con nuestro calvario particular. Al fin y al cabo el verdadero calvario del día había sido otro llamado Versalles.

Pasamos por la famosa plaza de los pintores que ahora me da la impresión de que se ha vendido un poco. Los pintores que pintan cuadros "auténticos" son los menos: la inmensa mayoría ahora pintan retratos y caricaturas de los turistas. Había muchísimos cafés, bares, tiendas de alimentación (seguramente pasamos por la de Amélie y ni nos enteramos) y muchísima gente en la calle. Muchos turistas pero, por fin, también muchos parisinos pasando el rato.

Nosotros nos guiábamos a medias por los turistas que parecían saber a dónde iban y por nuestro mapa que de vez en cuando incluía la calle en la que estábamos. Y de repente, aparte de un olor a pis que daba asco, ahí estaba el Sagrado Corazón en todo su esplendor. Había cola, cómo no, para entrar, pero tampoco teníamos idea de entrar, así que nos conformamos con el exterior. Había muchísima gente sentada en los escalones de delante, contemplando las vistas y bebiendo la cerveza que los vendedores ambulantes vendían aquí en lugar de agua (de ahí la peste que había, claro, y el cuarto de baño público tampoco ayudaba).

La Torre Eiffel quedaba escondida detrás de los árboles a la derecha, pero por lo demás teníamos París a nuestros pies. La perfecta visión de despedida:

Iniciamos el descenso, hicimos la parada en la cafetería de Amélie y, lamentándonos de haber dejado atrás tantos sitios donde podíamos haber cenado de maravilla, llegamos a un sitio donde... cenamos de maravilla.

Este París sí que valía una misa.

Al día siguiente teníamos la mañana entera todavía y Manuel quiso ir a la Cinemathèque... que resultó estar cerrada (menudo chasco). Pero vimos otra zona - nuevecita - de París, cogimos uno de los famosos trenes de metro sin conductor (que llegarán a Barcelona en breve).

Por la tarde en el aeropuerto fue cuando odiamos y vetamos de por vida el aeropuerto de Orly. Pensábamos que el sistema de facturar y justo detrás de donde se factura pasar el control de seguridad y entrar en la zona de embarque era un buen sistema. Hasta que nos dimos cuenta de la realidad: había una tienda de esas de aeropuerto que venden todo y nada, un puesto de Ben y Jerry's (extrañamente barato, así que lo aproveché), y una cristalera por la que entraba el sol que daba gusto: estábamos atrapados en un invernadero, con un montón de gente (la mayoría leyendo El País dominical que habían comprado no sabíamos donde) que fue en aumento y... un retraso anunciado que nadie era capaz de decirnos de cuánto tiempo sería y que al final resultó ser de una hora, que pasamos como bien pudimos en nuestra jaulita de cristal.

Y se acabó París. Salvo por algunos cabos sueltos - un potpourri - que sacaré mañana, esto ha sido todo.

20 comentarios:

  1. Lo siento, pero odio Amélie. Como película empieza bien y luego se desparrama y como personaje la invitaba a ver las gárgolas de Notre Damme y luego, ups, resbalaría...eso si, su banda sonora es una delicia. Para mi, que soy una antigua, Montmartre - a parte de tener uno de los cementerios más bonitos de París - es pasto de cubistas y vanguardistas: Le Moulin de la Gallette, Au Lapin Agile, etc. Eso si, viviendo, como vivo, en un barrio absolutamente colgado de la ladera de una montaña, no me traslado a vivir allí ni loca!

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  2. Pues yo la primera vez que fui a París y visité Montmartre estaba mala de la barriga, de bar en bar (y no a beber), y no lo disfruté bien. Y la segunda vez que fui a París con mi hija me quedé a descansar en el hotel el día que ella fue. Lo que recuerdo es que el barrio tenía mucho encanto, pero la famosísima iglesia del Sacré Coeur no me entusiasmó. Si vuelvo algún día, me prometo visitarlo con calma para poder disfrutarlo.

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  3. Maelstrom: conozco a gente que odia también Amélie así que tu accidente imaginaria en Notre-Dame no me pilla por sorpresa del todo. A mí... no es mi película favorita, pero sí que me gusta mucho (aunque no recuerde muchas cosas suyas, por suerte tengo el DVD y un día de estos creo que lo veré para recordar). A mí es que me gustan las historias de gente que arregla cosas/vidas echándole imaginación: Amélie, Cold Comfort Farm, Flowers for Mrs Harris hace poco...

    Elvira: vaya mal recuerdo de Montmartre, desde luego. Si vuelves visítalo y verás como visto sin tener que ir de bar en bar tiene aun más encanto. Eso sí, a lo mejor Montmartre es de esos sitios donde los bares tienen baños muy originales y eso, así que quizá hicieras un recorrido único ;)

    Yo aún no he logrado decidir si el Sagrado Corazón me gustó o no. Es original, eso seguro, ¿pero me gusta? ¿me parece bonito? No lo sé.

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  4. Yo tambien compre una coca-cola en el barecito ese, sin nisiquiera saber que era el bar de Ameli, y efectivamente me clavaron. Pero bueno, en Paris te clavan en todos lados, la verdad, y es mas dificil encontrar un supermercado o un chino de los de toda la vida... Lo bueno es que cuando vuelves aqui todo te parece barato, y te dejas timar con buen espiritu.

    No me gusto Montmatre, lo mejor que se puede decir es que es muy grande y muy blanco. Esa es mi opinion de experta.

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  5. ¡Sí! Nosotros a la vuelta lo veíamos todo baratísimo. Antes de París una Coca Cola de dos euros y pico era un timo y a la vuelta era una ganga. Yo creo que aún no lo tengo superado del todo: París me ha estropeado la percepción de precios.

    ¿No te gustó Montmartre o el Sagrado Corazón?

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  6. Tendrías que hacer un viajecito una vez al mes, por lo menos, porqué me encanta como lo cuentas!
    Espero la próxima entrega y que lástima que ya sea la última.

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  7. Gracias, Mar. Por mí no hay inconveniente en lo del viajecito una vez al mes, pero como no ponga una hucha en el blog me parece que va a ser imposible ;)

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  8. No ha quedado muy claro, verdad?? Pues no me apasiono el conjunto, me parece que esta sobrevalorado por el fenomeno Amelie. Como yo no he visto Amelie y siempre he visitado Paris con gente que la ha visto y ademas es fan, mis acompañantes estaban emocionados y yo estaba todo el rato en plan "pues vaya cosa...". Sera cuestion de ver la peli y volver a visitarlo. La plaza de los pintores por ejemplo, solo es una plaza con pintores y un monton de turistas. Lo gracioso de esos lugares se supone que es la autenticidad, el Paris real y esas cosas, y de eso yo no vi nada, debe de ser de los lugares mas concurridos desde que salio Amelie, asi que debemos llegar a la conclusion de que Amelie mato Montmatre.

    Y el Sagrado Corazon pues eso... grande. No me apasionan los monumentos tan claros, especialmente cuando hace sol, no puedo ni mirarlos.

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  9. ¡Qué drástica! "Amélie mató Montmartre". A mí la plaza de los pintores fue de lo que menos me gustó de Montmartre, la verdad. Nosotros lo único que vimos de Amélie fue el café, el resto de sitios parecía que iban bastante a su aire con o sin Amélie.

    Yo sí que pensé que era el París real y auténtico, sobre todo después de Versalles y el París de las tiendas caras sin sitios donde comer (por un precio normal, se entiende) o hacer cosas normales. No sé, a mí me gustó mucho, pero claro, a mí me gusta Amélie ;) A ver si la ves y te conviertes.

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  10. Por lo que leo de Cristina y en los comentarios veo que a la mayoría le ha pasado con Montmartre lo de siempre, que desde que está lleno de turistas los sitios que eran 3 estrellas ahora hay que mirarlos de refilón y no hacer mucho caso como la Place du Tertre.

    Lo mejor, a mi gusto, para visitar el Montmartre auténtico es bajarse en la estación de Lamarck-Caulaincourt, ir subiendo hasta el Sacre Coeur por detrás y así se pueden contemplar unas casas preciosas llenas de plantas y jardines. Y si vas hacia el atardecer-noche vas por la calle Rue du Chevalier-de-la-Barre hasta el templo y en dicha calle hay unas lucecitas que se encienden al irse el sol. Por eso las llaman escaleras hacia las estrellas. También está bien ir a visitar los viñedos del barrio donde elaboran su propio vino.

    Bueno, que me estoy enrollando un montón y vais a pensar que soy una pesada, pero es que adoro París y como todo, hay que saber sus secretillos para descubrir lo auténtico. Para Montmartre os recomiendo visitar el museo del barrio y allí os orientarán en futuras visitas.

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  11. Gracias por lo que cuentas, Iris. Yo la verdad es que no sé si lo que vimos era muy, muy de turistas o no, pero me gustó en cualquier caso, así que no me quejo en absoluto.

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  12. A mí Amélie me gustó mucho...y me sigue gustando(no seré nada original, pero excepto para algunas personas -que tienen a Frank Sinatra, Psicosis, y un largo etc..., la música de mi móvil es el vals de Yann Tiersen).
    Me ha entusiasmado leerte. Si voy de nuevo a Paris, volveré a estas lecturas tuyas...para no quedarme sin saber donde se encuentra el barrio de Amelie.
    Por cierto...¿no habrá ninguna frutería, verdad?

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  13. Hola,pues a mi Montmartre me gustó, fui la dos veces que estado en Paris. El Sacre Coeur ni a los propios parisinos gusta mucho, dicen que parece un pastel (tengo una vecina bailarina que vive alli practicamente todo el año y es lo que me dijo) hasta le encuentro su gracía a la Place du Tertre, por cierto que me apunto lo de Iris si alguna vez vuelvo.

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  14. Aiiis con lo que me gusta Amélie :D

    Le pregunté a la chica esa lo de la coca-cola, pero me dijo que no se acordaba de dónde la había visto, aunque, como ella va mucho a Barcelona, si la volvía a ver se fijaría.

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  15. María: menos mal que dices lo de Amélie, porque ya empezaba a pensar que a nadie le gustaba. Y qué chulo debe de ser recibir llamadas en tu móvil.

    Fruterías o tiendas de alimentación vimos muchas en lo relativamente poco que vimos de Montmartre (vimos más en ese rato que en el resto de días en todo París). Estoy casi segura de que pasamos la de Amélie y ni nos enteramos.

    Anónimo (¿Ángeles?): yo creo que lo que les pasa a los parisinos es que echan de menos en él los dorados que tanto les gustan ;) Yo sigo sin decidirme. Hombre, espantoso no me parece, eso seguro. Y sí, tiene un aire a un pastel.

    Bego: ¡menos mal que a ti también te gusta Amélie! ¿Sabes que a mí tu hermana de más pequeña me recordaba mucho a Audrey Tautou?

    Pues nada, si la vuelve a ver que informe rápidamente. Gracias por preguntarle.

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  16. Aunque haya "turistadas", Montmartre ha sido tradicionalmente barrio de pintores y artistas, que han pintado muchas de sus calles y rincones. Lo que no sé es si ha cambiado mucho o poco desde, pongamos, principios del siglo pasado.

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  17. Yo es sinceramente no vi "turistada" alguna, la verdad. Había turistas, sí, pero no masa tipo Versalles o el Louvre y como a mí lo que me molesta es la masa pues aquí no tuve problemas. Y sí que vi a muchos parisinos haciendo su vida cotidiana. Había bastantes tiendas de pintura (no galerías, sino tiendas que vendían lo necesario para pintar) así que no se ha debido de perder del todo.

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  18. Aquí tienes a otra enamorada de Montmatre: cuando fuimos, coincidimos si planearlo con la feria del vino del barrio y pudimos disfrutar de la gente y de todas las paradas de comida, te hubiera gustado mucho. Por cierto, la feria es la primera semana de octubre. Pero la visita a Montmatre estuvo llena de experiencias freaks y sería demasiado largo explicar una por una, orquesta incluida. Eso sí, tampoco me gustó la Place du Tertre, la encontré demasiado masificada.

    Mira que no acordarte de Le Deux Moulins. Fue una odisea encontrarlo pero cuando lo hicimos tomamos un té Darjeeling buenísimo. Sí, sí aquí tienes a otra enamorada de Amélie, me sé los diálogos y todo ;)

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  19. Ya he perdido la cuenta de las veces q he visto Amelie.Me inunda el optimismo después de verla. La estética de la peli me gusta mucho, mucho.
    En casa tengo en una habitación el poster español tamaño cine de la película y uno más pequeño q es el auténtico, el del título real: Le Fabuleux destin de Amelie Poulain. (Perdonad por los acentos o faltas en el título).
    La pena es q cuando yo estuve en París aún no existía la peli que si no también hubiese pagado lo q fuese por tomarme una cocacola en su café. Somos así los mitómanos. Saludos

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  20. Bueno, menos mal que al final el bando de los que nos gusta Amélie se ha llenado un poco.

    LittleEmily: pues ya te digo que nosotros dimos con Le deux moulins de pura casualidad, tenías que haber visto qué cara de sorpresa se me quedó :D

    Prima de Audrey: pues nada, por lo que me has ido contando tienes que plantearte una nueva a visita en el futuro, sobre todo para que puedas tomarte una bebida carita en la cafetería de Amélie, que si te gusta la película la disfrutarías muchísimo.

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