Hoy, con permiso, la entrada de la repostería del sábado va a tener un formato un poco diferente: más fotos y más grandes. Y todo porque, desde que la descubrí hace yo creo que ya más de un año, luego confirmé que me gustaba el sabor y después en Nueva York, donde estaba por todas partes, si tenía que decidirme por un dulce casi siempre era el que caía (aquí y aquí), he estado deseando probar a hacer Red Velvet en casa. Si no la habíamos hecho antes era, sobre todo, por dos razones: la primera razón es lo mucho que me costó encontrar un colorante rojo en condiciones (y del tamaño adecuado; lleva mucho aunque en realidad la Red Velvet tradicional se hace a base de remolacha que por lo visto no da sabor pero sí color). Resulta que colorante de Dr Oetker (sí, el mismo de las pizzas, que en otros países también está muy metido en repostería) encontraba de todos los colores menos rojo. Al final en la visita pre-navideña a A Taste of Home encontré allí su "artificial cochineal food colouring" y, dando gracias por la palabra artificial, me lo llevé. La segunda razón es que me daba miedo que, a pesar de todo, nos saliera una Red Velvet clarucha y sin gracia alguna.
Así que el sábado yo estaba emocionada por hacer la tarta por fin y también algo nerviosa en cuanto a resultados. ¿Y qué puedo decir del resultado final? Que será una tontería y que seguro que hemos hecho tartas más difíciles que esta (tampoco ninguna demasiado complicada, la verdad) pero, no sé si porque me recuerda a Nueva York (de hecho, después de probar el primer trozo no pude evitar decir: "hmmmm... sabe a Nueva York") o simplemente porque me encanta, pero yo diría que de todas las tartas, madalenas y galletas que hemos hecho hasta ahora y sin querer desmerecer a la mayoría, esta es la tarta de la que me siento más orgullosa.
Utilicé esta receta con algunas pequeñas variaciones y de glaseado puse el sencillo pero delicioso de la tarta de zanahoria: queso Philadelphia y azúcar. De extenderlo por encima se encargó, como siempre, Manuel, que a mí se me da fatal. Y es que aunque el bizcocho en sí lo habíamos horneado el sábado por la tarde como siempre, fuimos muy estoicos y aguantamos toda la noche del sábado sin probarla ni salir de dudas acerca de si el color había quedado bien. Pero era mejor glasear ayer por la mañana, justo antes de empezar a zamparla (aún queda, ¿eh?).
Manuel también se había ocupado de cortarla en dos (los americanos hornean dos tartas, pero yo no tengo dos moldes iguales, así que cortar es lo único que nos queda) y yo del glaseado "interno". Reconozco que fui un poco tacaña porque me daba miedo utilizar mucho para el relleno y que quedara poco para el recubrimiento. Pero no quedó mal.
Por cierto que, por fin, al cortarla por la mitad habíamos salido de dudas acerca del color y su intensidad. Las miguitas dan también una pista:
Sí, la intensidad del rojo de la masa cruda no nos engañó y después del horneado seguía igual o más intensa si cabe. Ah, qué maravilla, cortar una Red Velvet casera y encontrarse con esta pinta:
Volví a ser estoica y en lugar de engullir la tarta recién cortada, tuve la paciencia de documentar el momento con muchas fotos. Lo bueno de la Red Velvet es que, aparte de para el paladar, también es un festín para la vista.
Pero bueno, que no sólo de la vista vive una. Así que en cuanto me di por satisfecha con las tropecientas fotos que hice, me puse por fin a saborearla. Ah, qué delicia.
Así que la Red Velvet, pese a los nervios iniciales, fue, y perdón por decirlo yo misma, todo un éxito. Lo mejor de todo es que encontrar el colorante fue lo más difícil de todo el proceso, porque la elaboración en sí no fue más complicada que cualquier otro bizcocho.
Y luego, con el estomaguito bien lleno y después de un rato de reposo, plancha y película: Born Yesterday (Nacida ayer). Gran película y gran interpretación de Judy Holliday. La escena en la que juegan a las cartas (y no hace falta saber inglés para verla) nos hizo reír a carcajadas.
Ostras, que pinta tiene. DE todas las que has echo creo que es la primera vez que se me cae la baba nada más verla en las fotos.
ResponderEliminarOMG Red Velvet!! *_*
ResponderEliminarEs todo lo que acierto a decir, lo siento *_*
En cuanto tenga tiempo libre pienso intentar la receta :)
Desde luegui no puedo pasar a ciertas horas por tu blog, los lunes.
ResponderEliminarUna artista en la cocina, Cristina...a mí también me interesan esos nuevos sabores con zanahoria, con calabacín...en fin...
Bss!!
Que pintaza!!no sé a que sabría pero tiene una pinta inmejorable, sabes a mi a que me recuerda??al Tigretón debe ser por el color del relleno, jeje
ResponderEliminar¡Qué espectacular! Me parece una pasada. Nunca había oido hablar de esta tarta pero voy a intentar hacerla. Lo malo es conseguir el colorante. ¿Tiene que ser de esa marca o cualquier colorante rojo sirve?
ResponderEliminarÑam, yo nunca he hecho esta tarda, pero me apetece un montón, pero en forma de cupcakes. A ver si después de leer tu atrevimiento, me lanzo yo también...
ResponderEliminarTe ha quedado de cine, es realmente espectacular.La probe en Londres en forma de cupcakes, y lo del queso... como que no me convencio.Pero que son rarezas mias eh, supongo que el sabor del queso no lo esperaba y ese fue mi fallo.
ResponderEliminarTe estas convirtiendo en una pastelera de categoria, y Manuel tambien, por supuesto.
Pues después de leerte yo creo que no te gustó, no? jajajjaa. Menuda tarta! :)
ResponderEliminarsaluditos
Visualmente impacta, tiene unos colores preciosos. No me extraña el nombre, su aspecto es de terciopelo
ResponderEliminarBesos
Emma
Que maravilla!!! si que dan ganas de hacerla,... bueno rectifico, dan más ganas de comerla.
ResponderEliminarmucho estoicismo veo en este post! poco a poco me voy metiendo en el mundo repostero y de lo que nunca me acuerdo es de hacer fotos... eso si, probarlo todo es lo primero que hago!
ResponderEliminarAmelia: te aseguro que el sabor tampoco te hubiera defraudado :)
ResponderEliminarCarolina: no lo dudes y hazla. Es mucho, mucho más fácil de lo que yo imaginaba y ya ves que el resultado merece la pena.
María: bueno, la nuestra no llevaba remolacha, sino colorante. Pero no descarto probar a hacerla con remolacha en el futuro a ver qué pasa...
Dina: hmmmm... Tigretón ;)
Crafty-Marta: ¡sí, prueba a hacerla! Yo me empeñé en buscar un colorante en condiciones (y no el de Vahiné que venden en todos los supermercados) por dos motivos: 1) porque una vez utilizamos el de Vahiné para un tono rosa y tuve que poner más de lo que decía la receta para obtener el color deseado (con lo cual es un colorante flojo) y 2) porque la receta lleva 60 ml de colorante, que creo que deben de ser varios botecitos del de Vahiné, con lo cual aparte de flojo te sale por un ojo de la cara. No sé, igual sí que sirve, yo es que tenía pánico a quedase poco roja.
Iris: anímate a hacerla, seguro qeu has hecho infinidad de recetas muchísimo más complicadas. Nosotros dudamos entre cupcakes y tarta y al final optamos por la tarta como puedes ver.
Ángeles: ¿de verdad no te gusta el queso philadephia con azúcar? Ufff, a mí me encanta. Muchas veces he pensado en hacerlo para untar en tostadas simplemente. El domingo Manuel y yo fuimos de cabeza a rebañar el bote donde los había mezclado ;)
Lillu: sabía yo que se iba a notar lo poco que me había gustado ;)
Emma: lo mejor de todo es que el sabor está a la altura del aspecto :)
Alicia: de hacerla también, que es muy, muy fácil.
Mary Lou: jajaja... no te creas que no te entiendo. La mayoría de las veces sufro haciendo las fotos, porque lo fotografiado desprende un olorcillo...
¡Qué atractivo! Está diciéndo cómeme! ¿Pero ese colorante es seguro??? Es que yo soy doña intolerancias...
ResponderEliminarPues Elvira, yo me fío y pienso que es seguro (es buena marca, como mínimo) y de momento no nos ha dado ninguna cosa rara ;)
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