Hoy es fiesta en el pueblo, y por eso no tengo clase de catalán. Y por eso también tenía la esperanza de que los RUIDOSOS obreros que están construyendo aquí al lado hoy se quedaran calentitos en sus casas. Ilusa de mí. Han llegado a la hora intempestiva de siempre y se han puesto a quitar y poner andamios a golpes y patadas (o así sonaba), despertando a toda la manzana. Luego, a las nueve, hora mucho menos intempestiva, se van a desayunar tranquilamente y dejan, por fin, todo en silencio... cuando ya nadie puede dormir porque es tarde y tiene los nervios a flor de piel de soportar los constantes ruidos metálicos. El resto de la mañana también es mucho más tranquilo (en general). Y así estamos, de lunes a sábado. Grrrr.
Lo bueno de las fiestas es que el otro día pasamos por la feria y ¡me zampé un algodón de azúcar enorme! Hacía siglos que no tomaba uno y estaba riquísimo. La señora del puesto me lo preparó en vivo y en directo. Hmmmm.
Y hoy Manuel y yo tenemos horarios incompatibles. Cuando él llegue yo estaré a punto de salir a otra entrevista. Y veremos a qué hora vuelvo. Qué pereza. Pfff.
martes, 22 de enero de 2008
Onomatopeyas
Publicado por Cristina en 11:05
Etiquetas Cosas de casa
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