No se pueden hacer planes. Aunque suene poco creíble, aseguro que, a mediados de semana, empachados de coca y bizcocho, le propuse a Manuel no hacer nada de repostería el sábado (ayer) y descansar un poco de tanto dulce. Estuvimos de acuerdo y firmamos un pacto de no-azúcar.
Pero resulta que el viernes llegó una feria a nuestras vidas (fiestas del barrio o algo así), a la vuelta de la esquina literalmente. Con su carrito de algodón de azúcar, que es una de esas cosas que no puedo evitar que me tienten (caí incluso en Londres). Así que el viernes, cuando lo vimos de vuelta a casa, le dije a Manuel que, a pesar del pacto de no-azúcar, me veía en la obligación de acercarme el sábado por la tarde a comprar un algodón de azúcar. Bueno, una pequeña excepción.
Amanece el sábado y yo voy a primera hora a Correos a recoger la tentación hecha paquete: es decir, lo que me mandan mis padres por mi cumpleaños desde Madrid y que obviamente no puedo abrir hasta el día D (o sea, hasta dentro de una semana y un día; suena a condena porque casi lo es). Vuelvo cargada y cocida y justo enfrente del puesto de algodón de azúcar - que a esas horas está cerrado - veo que hay una fabulosa y enorme churrería ambulante. Hombre, por favor, ¿quién puede resistirse? Llego a casa, le encasqueto el paquete a Manuel para que lo guarde porque no me hago responsable de mis actos y dejo caer que a pesar del pacto de no-azúcar, la oportunidad de un domingo con chocolate con churros para desayunar no se puede dejar pasar. No tengo grandes dificultades para convencerle.
Tarde del sábado, un poco antes de irnos a que me compre mi algodón de azúcar. Viene el padre de Manuel con un cucurucho de porras con la idea de que sean para el desayuno sin saber que no se pueden dejar tantas horas y hay que comerlas en el momento. Pero yo no me resisto a mi algodón de azúcar. Llenísimos, salimos de casa a por el algodón. Veo que también venden martillos de caramelo y me pregunto si serán como los que tomaba de pequeña. Cojo uno para tomar dentro de unos días. Vuelvo a casa encantada con mi algodón de azúcar y, obviamente, apenas cenamos nada.
Domingo por la mañana: chocolate con churros para desayunar. Y bien rico que está, casi tan rico como llenos estamos nosotros.
Menos mal que hay poca plancha porque entre el estómago que pesa toneladas y el calor que hace es inhumano. La película acompaña y lo hace más soportable: una de Ernst Lubitsch, That Uncertain Feeling (Lo que piensan las mujeres) y que está disponible - en inglés, sin subtítulos - en YouTube. Es de 1941 y es curioso ver a Merle Oberon en otro registro puesto que, si no me equivoco, hasta hoy sólo la conocía de cuando había interpretado a Cathy en Cumbres borrascosas en 1939.
Por otra parte, aparte de los kilos que le deberemos a la feria, también le debemos el - casi constante - hilo musical. El viernes fue espantoso, ayer fue un poco más llevadero, aunque no es decir gran cosa, y a estas horas ya les oigo hacer las pruebas de sonido para hoy. Lo bueno es que en mi caso, cuando llega la hora de dormir, ya puedo tener el escenario en la misma habitación que, si hay que dormir, yo me duermo sin más.
Conclusión: el pacto de no-azúcar ha sido un fracaso.
domingo, 28 de junio de 2009
Pacto de no-azúcar
Publicado por Cristina en 18:32
Etiquetas Álbum de fotos, Barcelona, Cine, Cosas de casa
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Es que a veces basta que uno mismo se prive de algo para que nos entren más ganas. :-)
ResponderEliminara ver, estos pactos son de difícil conclusión, es que os ponéis metas prácticamente inalcanzables... :D
ResponderEliminarElvira: yo creo que de no haber sido por la dichosa feria habríamos salido victoriosos, pero parece que estamos predestinados al consumo de azúcar ;)
ResponderEliminarIris: era difícil, sí, pero en serio de no haber sido por la feria... estábamos muy concienciados de nuestros excesos anteriores.
Buf, cuántas calorías pa'l cuerpo, jeje.
ResponderEliminarA mí los churros con chocolate no me gustan nada (rara que soy), pero el algodón de azúcar era una de mis debilidades de pequeña. Ahora hace años que no lo pruebo, eso pasa porque ya no voy a ferias...
Un saludo,
Tanakil.
Jajajaja... las tentaciones están para eso... para dejarse caer perdidamente en ellas... ¡a disfrutar que estas en verano!
ResponderEliminarTanakil: yo también estuve años sin tomar algodón de azúcar, pero de repente leí algo y me entró una obsesión terrible por tomarlo. Y ahora soy adicta en la distancia. No pululo por las ferias de forma habitual, pero si tengo una cerca o paso por casualidad por una... no lo puedo resistir.
ResponderEliminarRoberta: ya, si eso pienso yo. Pero de vez en cuanto debería quitar el óxido de mi autocontrol y eso ;)