lunes, 7 de abril de 2008

Té blanco y té literario

El viernes antes de entrar al cine pasamos por una tienda de tés y en principio yo sólo entraba a curiosear, pero cuando vi que tenían té blanco con aroma de vainilla a buen precio (para lo que es el té blanco) no me pude resistir. Cargada como iba con mis libros y, además, con dos cajas de Yorkshire tea (el que siempre tomo por la mañana) que había comprado también ese día, no es de extrañar que cuando salí de la tienda Manuel dijera que sólo compramos libros y tés, y eso que a él los tés le dejan bastante indiferente.

El sábado lo probé y quedé encantada (como ya había quedado con el que nos dieron de muestra en la Tea Shop de té blanco con aroma de fresa). Me hizo gracia encontrarme la florecilla de la foto entre todas las hojas.

He descubierto que en esto de los tés soy totalmente monocromática: me gustan el negro y el blanco. El verde* no me gusta y no le haría feos al rojo si no fuera por lo mal que huele. De sabor está bueno, pero el olor que sale de la taza y en el que hay que meter la nariz para beber no me gusta nada.

La vainilla apenas se nota y casi se saborea únicamente el té blanco, que es lo más suave y delicioso que se pueda uno imaginar. Y además tiene ese color precioso que se ve en la foto.

Siguiendo con los tés, ayer, cuando leía The Professor (El profesor), de Charlotte Brontë y me marcaba como límite terminarlo esta semana (ya veremos), me encontré con esta adorable descripción de "la hora del té". The Professor tiene sus altibajos pero esta escena definitivamente es de lo mejor. William Crimsworth y Frances Henri se han encontrado por casualidad en una tarde de agosto después de algún tiempo sin verse. Cuando William acompaña a Frances a casa les pilla, ya casi en la puerta, una tormenta de verano. Frances, que vive muy modestamente, le invita a pasar y viendo la cara que William pone cuando ve que no hay un fuego esperándoles en la chimenea, se apresura a encenderlo aunque, como William se da cuenta, para ello vaya a gastar toda la leña y carbón que tiene. De ahí que William intente presumir de que tiene calor y no quiere que encienda el fuego.

'What are you going to do?' I asked; 'not surely to light a fire this hot evening? I shall be smothered.'
'Indeed, monsieur, I feel it very chilly since the rain began. Besides, I must boil the water for my tea, for I take tea on Sundays; you will be obliged to try and bear the heat.' [...]
... and a small kettle of a very antique pattern, such as I thought I remembered to have seen in old farmhouses in England, placed over the now ruddy flame [...]. Then she opened a cupboard, and took out a tea-tray, on which she had soon arranged a china tea-equipage, whose pattern, shape, and size denoted a remote antiquity; a little, old-fashioned silver spoon was deposited in each saucer; and a pair of silver tongs, equally old-fashioned, were laid on the sugar-basin; from the cupboard, too, was produced a tiny silver cream-ewer, not larger than an egg-shell. While making these preparations, she chanced to look up, and reading curiosity in my eyes, she smiled and asked, --
'Is this like England, monsieur?'
'Like the England of a hundred years ago,' I replied.
'Is it truly? Well, everything on this tray is at least a hundred years old. These cups, these spoons, this ewer, are all heirlooms; my great-grandmother left them to my grandmother, she to my mother, and my mother brought them with her from England to Switzerland, and left them to me; and ever since I was a little girl I have thought I should like to carry them back to England, whence they came.'
[...] She made the tea, as foreigners do make tea -- that is, at the rate of a teaspoonful to half a dozen cups.
[...]Frances' tea was little better than hot water, sugar, and milk. . .
Charlotte Brontë, The Professor, (ch. XIX)

-¿Qué va a hacer?-pregunté. ¿No estará pensando en encender el fuego en una noche tan calurosa como esta? Me asfixiaré.
- En realidad, monsieur, creo que ha refrescado bastante desde que empezó a llover. Además debo hervir el agua para mi té, ya que tengo por costumbre tomar té los domingos. Se verá obligado a aguantar el calor. [...]
... y una pequeña tetera de aspecto muy antiguo, similar al que recordaba haber visto en viejas granjas inglesas colgaba sobre las ya coloradas llamas [...]. Abrió a continuación un armario y sacó una bandeja de té, sobre la que enseguida colocó un juego de té de porcelana cuyo dibujo, forma y tamaño indicaban una antigüedad remota. Colocó después una cucharilla de plata anticuada en cada plato y unas pinzas de plata del mismo aspecto en el azucarero. Del armario sacó también una minúscula jarrita de plata, no mayor que un huevo. Mientras llevaba a cabo todos estos preparativos levantó la mirada y, viendo que la observaba con curiosidad, sonrió y preguntó:
-¿Le recuerda a Inglaterra, monsieur?
-A la Inglaterra de hace cien años-respondí.
-¿De verdad? Así es, todo lo que hay sobre esta bandeja tiene al menos cien años. Las tazas, las cucharillas, la jarrita... todos son heredados. Mi bisabuela se los dejó a mi abuela, que a su vez se los dejó a mi madre, y mi madre los llevó con ella a Suiza desde Inglaterra y me los dejó a mí. Desde que era una niña he deseado poder llevarlos de vuelta a Inglaterra.
[...] Hizo el té como lo hacen los extranjeros: es decir, sirviendo una cucharilla por cada media docena de tazas.
[...] El té de Frances era poco más que agua caliente con azúcar y leche. . .
Charlotte Brontë, El Profesor, (capítulo 19) (Traducción rápida mía

Y es que en realidad cada tacita debe llevar una cucharadilla entera de té y, si se hace en tetera, una extra además.

*El té verde tampoco le gustaba a Charlotte Brontë, decía que le quitaba el sueño. Una vez, de visita en casa de Elizabeth Gaskell, Charlotte dijo esto y, Elizabeth Gaskell, que no tenía otro, hizo caso omiso y le sirvió lo que había. A la mañana siguiente, un poco temerosa, Elizabeth Gaskell le preguntó qué tal había dormido a Charlotte. Y Charlotte dijo algo así como que de maravilla. Siempre me hace mucha gracia esta anécdota.

3 comentarios:

  1. Tiene razon Manuel, solo comprais te y libros, y en el blog tambien hablas solo de té y libros. Y a mi las entradas sobre té... Pues me dejan un poco asi. La verdad es que hablas del tema con tanto entusiasmo, y, te lo repito, haces unas fotos tan bonitas de detalles, que me dan ganas de tomarme uno bien calentito. Con el asco que me dan las infusiones!

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  2. La Srta. Matty estaría contenta al saber que no te va el té verde jeje. Yo de tés ni fu ni fa, de pequeña sí que me gustaba mojar las galletas con té pero no sé ni de qué clase era.
    Sobre "El Profesor", yo tardé un año en leérmelo porque no me enganchaba. ¿No te parece que el protagonista es bastante femenino? (en forma de pensar me refiero)No me parece muy creíble.

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  3. B: chica, hablo de lo que puedo. Además escribo de otras cosas también, más de libros y té, pero no exclusivamente.

    Pero bueno, te perdono lo de llamarme monotema por lo que dices de las fotos :P

    Eternal: ¡es verdad! No me acordaba de lo de la señorita Matty.

    Ya hablaré más del Profesor cuando lo terminé. Esta es la segunda vez que lo leo y la vez anterior lo leí muy rápido y, como suele pasar, se me pasaron muchos detalles por alto. Esta vez lo estoy leyendo con más calma y atención.

    Sí que es femenino y poco creíble a veces, pero ten en cuenta que él mismo hay veces que admite que no es un hombretón.

    El principio, desde luego, no engancha mucho. Pasan hojas y hojas en las que la historia avanza lentísima. Menos mal que luego se anima un poco.

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