Manuel ha traído el periódico y, cuando he dicho que yo lo dejaba para verlo luego, y lo he dejado en el sofá, no sé qué he hecho para que se abriera por un artículo que me ha enganchado hasta el final en ese mismo momento. Triste y muy bonito:
"Madrid, 27 de abril de 1940.
Adorada esposa: En este momento realizo mi voluntad por lo cual puedo llamarte al final de mi vida, esposa mía, y a mi niña, hija verdadera. A pesar de que los momentos no son de los más agradables, al menos me cabe la alegría de haber cumplido contigo como Dios manda. Ya, querida nenita, puedes llamarme esposo, y cuando hables a nuestra Julina de mí, le digas que su papaíto la quería mucho por ser hija tuya y por quererte como jamás quise. Tú, Julia mía, procúrate una relativa y sana felicidad. No le des a mi nena un padre que sea malo.
Ya sabes que no quiero rencores. Acepta esto con la mayor resignación y que lo consideres como un error, como lo que es. Cuando éstas recibas, ya habré dejado de existir y mi último pensamiento habrá sido para mis dos niñas inocentes y desamparadas. Ten valor, Juli, piensa en nuestra nenita.
Un beso hasta dejar la vida, para ti y la niña".
El artículo completo aquí.
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