miércoles, 17 de septiembre de 2008

Lehman Brothers

No lo puedo esconder: la culpa de la crisis mundial es mía. Es bien sabido que en cuanto le echo el ojo a algo, ese algo tiende a desaparecer de la faz de la tierra.

Pues bien, desde nuestro hotel neoyorquino veíamos el edificio de Lehman Brothers y a mí me encantaba. Las plantas bajas estaban recubiertas por una pantalla gigante que salvaba los huecos de las ventanas y encima de eso había una cristalera con un mapa del mundo que informaba de la hora y del día. En unos días en que no sabíamos en qué día vivíamos (sólo cuántos días nos quedaban), estaba bien mirar por la ventana y enterarse. Y mirar el reloj era casi hipnótico. Yo lo miraba todo el tiempo cuando estábamos en la habitación y creo que dije unas mil veces lo mucho que me gustaba.

Y ayer Lehman Brothers se hundió: después de haber superado la crisis del 29, la depresión, el 11 de septiembre (tenían oficinas en el WTC) no pudieron resistir que yo dijera que me gustaba su edificio. Como dice Manuel, mis poderes empiezan a dar mucho miedo.

2 comentarios:

  1. No sé casí nada de economía y además no me gusta...pero es necesaria (en su justa medida)...desde luego a mí al menos, una inculta total en estos temas, me da lástima que cierren un banco, o que la la bolsa el lunes estuviera tan mal que tuvieran que reunir un dinero de emergencia entre tantos bancos...Me encanta el sentido de humor que hay en esta entrada...creo que es fundamental en la vida. :)

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  2. Uff, yo tampoco entiendo nada de economía. Sólo sé que voy a poner verdes los edificios de mi banco :P

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