martes, 9 de septiembre de 2008

Poniéndonos las botas en Nueva York

He aquí el anunciado post sobre la comida. Ya dije que comimos muchísimo, aunque creo que lo compensamos con las grandes caminatas que nos dimos. Era la pescadilla que se muerde la cola, porque precisamente por andar tanto de un lado a otro veíamos los irresistibles escaparates de las tiendas de comida.

El primer día ya dije que desayuné (y comí también, era enorme) un bagel con cream cheese (queso Philadelphia) frío y delicioso. Pero el día que desayunamos con el New York Times en Grand Central Station descubrí que estaba aun mejor caliente. Qué delicia. Otra epifanía en ese mismo lugar fue que cuando hay demasiadas opciones tardo siglos para terminar decidiéndome por lo que ya conozco. Me enfrenté a todos estos sabores de bagel y terminé eligiendo el normal.


Cheesecakes en un escaparate de una pastelería cualquiera. Podría haberme dedicado a fotografiar únicamente lo que no podía comer y haber vuelto con más fotos aun. Mención especial - aunque no es su escaparate - a la cadena Au Bon Pain (por lo visto también hay en Londres). Sólo entramos una vez, pero babeamos en los escaparates de sus tiendas esparcidas por todo Manhattan muchísimo. Mi cookie con pepitas de chocolate de colores y el scone de naranja que se comió Manuel son inolvidables.


Y he aquí lo que decía el otro día que habíamos comido en Washington Square. ¡Patatas azules! La primera vez que vimos la bolsa en un supermercado (y de nuevo cuántas posibles elecciones, en Estados Unidos son tantos que casi todo tiene un público) pensábamos que serían patatas azules a base de colorante, aunque no entendíamos por qué. Leyendo lo que ponía en la bolsa resultó que en Perú existen las patatas azules naturales, así que las compramos para probar.


Yo tenía mis reservas, pero resulta que saben prácticamente igual que las patatas normales y corrientes. Aunque está claro que el azul no es un color que indique comida instintivamente. Con las dos bolsas que nos zampamos (en Washington Square y en Bryant Park) realicé experimentos con palomas y pájaros que demostraron que los pobres animales pensaban que les estaba tomando el pelo cuando les tiraba cosas. Ni caso a esa cosa azul que les rodeaba.


También en muchos supermercados vi este refresco de Starbucks, que resultó no estar a la venta en Starbucks. Yo es ver algo con la etiqueta "vainilla" y lanzarme sobre ello, así que la combinación Starbucks+vainilla se me hizo irresistible. Aunque yo no bebí ni la mitad porque sabía demasiado a café para mi gusto. Una pena.

Hablando de Starbucks. En Nueva York se entiende por qué hay quien les tiene manía, realmente hay uno en cada esquina, pero a mí me seguía gustando, aunque sólo entramos en dos. Uno en Greenwich Village para que yo probase el frappucino de vainilla al otro lado del Atlántico (y qué de preguntas te hacen sobre cómo lo quieres), que resultó tener un sabor totalmente distinto al de aquí, quizá no elegí algo bien cuando me interrogaban (y, será por la costumbre, pero me quedo con el de aquí). Y el último día en uno al lado del Empire State donde montamos uno de nuestros happenings en el que yo sacaba casi todos los contenidos de mi mochila varias veces para poder recolocarlos mejor hasta que cupiesen las compras de última hora. Tuvimos a la gente que esperaba para entrar al cuarto de baño de lo más entretenida.


Y por fin Dean & Deluca. Cualquiera que viera Felicity conocerá el nombre de esta cafetería. Y por ese mismo motivo yo tenía curiosidad por ir. Manuel pensaba que era absurdo, pero al final entró en razón. Había uno cerca del Rockefeller Center (sitio por el que terminamos pasando muchísimo, viendo grabaciones de programas de televisión, castings para la versión americana de Supermodelo...), pero una vez allí no lo veíamos por ningún lado. Así que tuve que preguntar a un guarda de seguridad que, muy amable, me guió un poco más adelante y me señaló a un sitio justo enfrente donde ponía (en letras doradas como el resto de las tiendas de la plaza, cosa que me parece estupenda) Dean & Deluca.

Y entramos.


Ese primer dia yo opté por una cupcake (madalena gigante) de vainilla (riquísima) y Manuel descubrió la Cane Cola. Ese hallazgo nos permitió volver a Dean & Deluca (cosa suya, el que no quería ir al principio) un par de veces más. La segunda vez no me pude resistir a una cupcake de tarta de zanahoria. Espectacular.

La Cane Cola es como supongo que sería la Coca Cola al principio. Tiene un sabor original, no es una especie de versión cutre de la Coca Cola como en tantos supermercados. La gracia - y el nombre - viene de que ahora que todo el mundo endulza los productos con fructosa ellos siguen utilizando azúcar de caña. Y bien rica que está. Nos trajimos una botella - de cristal, con toque vintage - de recuerdo y no hay día en que Manuel - el converso - no mencione las bondades de la Cane Cola.


Por supuesto aparte de lo que aparece en foto comimos varios perritos calientes de puesto de la calle (ricos) y alguna manzana de puestos también callejeros (deliciosa). Mención especial para los supermercados y su gran selección de cosas para llevar que, además, estaban bien ricas también.

Y mañana: la última entrada neoyorquina. Oooooooh.

6 comentarios:

  1. Oooh que bueno tendría que estar todoo. Aunque las patatas azules..no sé si me atrevería a comerlas (:

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  2. Jo, que chulo!! La Cane Cola tiene que molar, y con los cheesecakes casi muero ahogada en mis propias babas...

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  3. Pero si a pesar de ser azules saben prácticamente igual que las normales, en serio.

    La Cane Cola está muy rica. Cuando vayas pruébala. Al menos tú casi mueres ahogada delante del ordenador... ¡yo estaba en público! :P

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  4. Begoo atrevete a probarlas, yo las cultivo y están muy buenas.

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  5. La cane cola ya esta en valencia pidela

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  6. Hola a mi nunca me gusto mucho la coca-cola entre otras cosas por el saber a burbujas y gas, aunque tambien me preocupa lo de la famosa receta secreta... jeje el caso que hace ya unas semanas en el Carrefour descubri la cane cola........... compre 2 botellitas en plan pijoteo aunque no pensando en probarla, el caso fue que la probe y me encanto!!! no esta muy dulce y el sabor a gas a penas se nota particular mente me encanto desde entonces no falta en mi casa. tambien tengo que decir que tambien probe la cane orange pero no es lo mismo, esa no la recomiendo apenas tiene sabor. Animaros y comprarla ademas la botella es monisima.

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