Noche de Reyes

Estamos un poco desubicados porque es el primer año desde que vivo en Barcelona que pasamos aquí. Y para criaturas de la rutina como nosotros eso es muy desconcertante, porque de repente hay un vacío de tradiciones. (Todo hay que decirlo: por fin he podido usar este cuadro tan gráfico de Carl Larsson llamado La noche antes de Navidad y que captura la expectación del día anterior a Reyes a la perfección. Otros años estábamos en Madrid y no me paraba a escribir en el blog).

¿Dónde dejaremos el zapato para indicar a los Reyes dónde depositar los regalos (envueltos con el sudor de sus frentes; ¿cómo a alguien le puede gustar - o dársele bien - envolver regalos?)? ¿Qué Cabalgata veo?

De momento tenemos un paquete de lo más tentador que llegó ayer por correo desde Madrid colocado a la espera de ser abierto debajo del árbol.

Para ir rellenando - y nunca mejor dicho - yo ya he reservado el roscón para esta tarde y así poder comenzar el día de Reyes con regalitos, roscón y chocolate caliente. El día, eso sí, comenzará, como todos los días de Reyes de los que tengo memoria, a las seis de la mañana. Esa tradición es independiente del lugar y después de toda una vida no voy a empezar a modificarla ahora.

La cena de Reyes también la tengo pensada, aunque el 6 de enero es un día que, puedo decirlo con toda seguridad, no había cocinado en mi vida. Me estreno en eso.

Y el resto del día creo que se rellenará fácilmente jugando con los regalitos, por supuesto.

Hala, que hayáis sido muy buenos, que durmáis muy bien esta noche y que mañana amanezcáis - a la hora que sea - bien dispuestos a abrir en un segundo lo que un Rey Mago seguramente ha tardado 15 minutos en envolver.

¡Felices Reyes!